A los 53 años, Josep María Gómez sigue demostrando que el running no tiene edad. Residente en Sant Cugat del Vallès, aunque nacido en Igualada, este comercial y administrativo ha convertido la carrera en su forma de vida desde hace cinco años. Y este 2025, se prepara para su tercera Behobia–San Sebastián consecutiva, una prueba que, según él, engancha a cualquiera que la viva.
Su historia con el running comenzó como una necesidad: tras dejar el baloncesto por falta de tiempo y compañeros, buscó una actividad que pudiera practicar solo y con flexibilidad. Correr, aunque fuera poco, le ayudó a sentirse mejor. La pandemia fue el catalizador: los paseos diarios se convirtieron en entrenamientos regulares, y el running se transformó en su válvula de escape.
Su primera carrera fue hace más de 15 años, pero no por elección propia: la corrió acompañando a sus hijas. Hoy, su perspectiva ha cambiado radicalmente. Su verdadero debut como corredor voluntario fue en la Cursa de la Mercè de 2021, en plena era de mascarillas y distanciamiento. A pesar de las condiciones, se enganchó. Desde entonces, ha acumulado 68 carreras, con datos meticulosamente registrados. “Soy un friki de los datos”, confiesa. La Behobia 2025 será su número 69.
¿Por qué repite la Behobia? “Engancha”, responde con una sonrisa. No es una carrera más: es una experiencia inmersiva, llena de ambiente, emoción y pasión. “Te dicen que hay que vivirla al menos una vez en la vida… y es verdad. Cuando la terminas, ya quieres inscribirte otra vez.”
Josep María no pertenece a ningún club ni persigue marcas. Para él, correr es una forma de conectar con uno mismo y con la comunidad. La Behobia, con su recorrido entre fronteras y su multitud de participantes, le ofrece algo que ninguna otra prueba le da: una mezcla de desafío físico y celebración colectiva. Su historia es un recordatorio de que el deporte no siempre se trata de rendimiento, sino de disfrute, constancia y vivir experiencias que marcan.
Este año, como cada uno, volverá a calzarse sus zapatillas con la misma ilusión. Porque para él, correr no es solo moverse: es sentirse vivo.