Sainz: Mi hijo estaba enfadado cuando probó el Dakar

El piloto de rally revela la tensa experiencia de Carlos Sainz Jr. como copiloto en la Raptor y descarta su relevo en el rally raid

La relación entre padres e hijos siempre tiene momentos de tensión, pero cuando ambos son campeones mundiales de automovilismo, esas situaciones adquieren una dimensión especial. Carlos Sainz, doble campeón del mundo de rallys, ha desvelado los detalles de una experiencia única vivida con su hijo, el piloto de Fórmula 1 Carlos Sainz Jr., durante las pruebas finales del Ford Raptor previas al Dakar.

En un encuentro que trascendió lo puramente deportivo, el veterano piloto madrileño compartió con su hijo la oportunidad de probar uno de los vehículos más extremos del rally raid mundial. La jornada, calificada por Sainz padre como "un día especial", representó un intercambio de roles entre dos generaciones de campeones que han dominado disciplinas diferentes del automovilismo internacional.

La iniciativa surgió como una forma de reciprocidad. Semanas antes, Sainz Jr. había ofrecido a su padre la posibilidad de probar el Ferrari de Fórmula 1 en Maranello, una experiencia que dejó una profunda impresión en el bicampeón mundial de rallys. Ford y el equipo de Fórmula 1 del joven piloto facilitaron este intercambio inédito, permitiendo que los roles se invirtieran en el desierto.

Sin embargo, la experiencia no comenzó de la manera más armoniosa. Según las declaraciones de Sainz padre, su hijo inicialmente mostró cierta resistencia emocional. "Carlos no se esperaba lo que iba a probar, le sorprendió mucho. Estaba medio enfadado conmigo porque pensaba que yo estaba queriendo impresionarle", reconoció el piloto de rally. Esta reacción, lejos de ser negativa, revela la intensidad competitiva que caracteriza a ambos pilotos y la altísima exigencia que se establecen mutuamente.

La percepción inicial de Sainz Jr. cambió radicalmente cuando asumió el control del vehículo. El piloto de Fórmula 1, acostumbrado a la precisión milimétrica de los monoplazas, descubrió un mundo completamente diferente de pilotaje. "Cuando llevó el coche y vio cómo iba, empezó a disfrutar mucho más", añadió su padre. La experiencia se transformó así en un momento de conexión genuina entre ambos, superando las barreras disciplinares y generacionales.

El bicampeón mundial enfatizó que este intercambio les permitió ver mutuamente en contextos profesionales ajenos a sus especialidades. "Fue una experiencia bonita para él y para mí. Además le di la opción de verle en una especialidad diferente a la suya", reflexionó Sainz, subrayando el valor de compartir su mundo con su hijo, aunque fuera temporalmente.

Con más de 10.000 kilómetros de pruebas acumulados en el Raptor, el test final con su hijo como copiloto representó el broche de oro a una preparación exhaustiva. El vehículo, diseñado para enfrentar las condiciones más extremas del Dakar, demostró su capacidad no solo técnicica, sino también como herramienta de unión entre dos campeones.

El futuro competitivo de Sainz padre, sin embargo, entra en una fase de transición. Con su contrato con Ford próximo a expirar y su última participación en el Dakar cada vez más cercana, las especulaciones sobre un posible relevo familiar cobraban sentido. No obstante, el piloto de rally ha desmentido categóricamente esta posibilidad.

Las palabras de Sainz son tajantes al respecto: "No creo que su última temporada de F1 esté tan cerca como mi último Dakar. Es materialmente imposible que me tome el relevo en esta carrera". La afirmación pone fin a cualquier rumor sobre una transición directa del hijo al mundo del rally raid, al menos en el corto plazo.

El bicampeón mundial elaboró su razonamiento con claridad: "Si algún día quiere hacer el Dakar debe currárselo, preparárselo y en caso de que llegue, eso está a muchos años vista". Esta declaración refleja tanto el respeto por la especialidad como la realidad de las trayectorias paralelas pero distintas que ambos pilotos han construido.

La reflexión de Sainz padre trasciende lo anecdótico y adentra en la filosofía deportiva que ha guiado su dilatada carrera. Tras una experiencia previa en el Dakar marcada por dificultades técnicas y falta de disfrute, el piloto madrileño reformuló su enfoque competitivo. "Una de las reflexiones que le dije a Carlos hace unos años, después de tener un Dakar con problemas en el que no disfrutaba, estaba medio enfadado y demás, le dejé claro que mi objetivo era disfrutar, pasármelo bien y por supuesto intentar ganar; pero sobre todo disfrutar".

Esta filosofía, centrada en la pasión por la competición más allá de los resultados puros, ha sido la clave de su longevidad deportiva. "Creo que el haberlo conseguido es lo que me ha mantenido activo hasta ahora, a pesar de que han habido días malos tanto por su lado como por el mío", reconoció el veterano piloto.

La experiencia con su hijo en el Raptor, lejos de ser un simple gesto publicitario, representa la culminación de una carrera basada en la superación constante y la adaptación. Mientras Carlos Sainz Jr. continúa consolidando su posición en la élite de la Fórmula 1, su pader prepara el cierre de un capítulo legendario en el rally raid.

El desierto, que ha sido testigo de las gestas de Sainz padre, también ha visto cómo una nueva generación Sainz probaba sus arenas, aunque fuera de pasajero. La imagen de ambos pilotos compartiendo el cockpit del Raptor simboliza el puente entre dos eras del automovilismo español, cada una dominante en su respectiva disciplina.

Mientras tanto, la cuenta atrás para el último Dakar de Sainz ha comenzado oficialmente. La incertidumbre sobre su futuro deportivo post-Dakar contrasta con la claridad con la que ve la trayectoria de su hijo en la Fórmula 1. La decisión de no buscar un relevo familiar refuerza la idea de que cada camino deportivo debe forjarse con méritos propios, sin atajos heredados.

La experiencia del Raptor ha demostrado que, aunque la sangre Sainz lleva la gasolina en las venas, cada uno ha encontrado su destino en circuitos diferentes. El respeto mutuo, la competición sana y la pasión compartida por el motor son los verdaderos legados que se transmiten entre padre e hijo, más allá de cualquier volante o copiloto.

Referencias

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