El fútbol español despide a una de sus figuras más carismáticas de las décadas doradas. Rafael Viteri Chávarri ha fallecido este sábado en Bilbao a los 73 años, dejando un legado imborrable en el Burgos CF y en la memoria de quienes disfrutaron del balompié de los años 70. Nacido en el barrio bilbaíno del Bótico el 11 de julio de 1952, Viteri representó la esencia del delantero clásico: técnica, coraje y olfato goleador.
Su trayectoria profesional, lamentablemente truncada a los 28 años por una lesión, se divide en dos etapas fundamentales: la formación en las categorías del Athletic Club y su consagración como ídolo en el conjunto burgalés. Fue precisamente en la entidad rojiblanca donde se forjó como futbolista, escalando posiciones desde el filial juvenil a finales de los 60 hasta alcanzar el primer equipo con apenas 20 años. Sin embargo, sería en las filas del Burgos CF donde alcanzaría su máximo esplendor.
La temporada 1973-74 marcó un punto de inflexión en su carrera. Viteri firmó por el club castellano-leonés y se convirtió en un fijo en el once inicial durante seis campañas consecutivas. Su impacto fue inmediato: disputó 147 encuentros oficiales con la elástica blanquinegra, en 132 de los cuales saltó al césped como titular. Sus registros anotadores alcanzaron las 37 dianas, cifras que reflejan su importancia en el esquema ofensivo del equipo.
El curso 1975-76 representó la cima de su trayectoria. En esa memorable campaña, Viteri anotó 12 goles que resultaron fundamentales para el ascenso a Primera División del Burgos CF, que se proclamó campeón de Segunda División. Aquel logro convertiría al conjunto burgalés en un equipo de élite durante cuatro temporadas, permitiendo a Viteri medirse contra los grandes del panorama nacional.
El vestuario del Burgos CF de aquella época era un crisol de talento. Viteri compartió línea de ataque y día a día con futbolistas de la talla de Juanito, Manzanedo, Palmer, Portugal, Cabral, García Navajas, López, Sergio Kresic o Tito Valdés. Bajo las órdenes de técnicos tan dispares como los franceses Lucien Müller y Marcel Domingo, o los españoles Arsenio Iglesias y García Traid, aquel grupo forjó una identidad que trascendió lo puramente deportivo.
Curiosamente, su debut en la máxima categoría del fútbol español se produjo antes de aquel ascenso histórico. El entrenador Pavic, del Athletic Club, le dio la oportunidad de estrenarse en Primera División frente al Valencia CF. Viteri no desaprovechó la ocasión y marcó en aquel encuentro. Posteriormente, firmaría un doblete ante el Real Oviedo. En total, aquella temporada 73-74 disputó 10 partidos en Primera con el club de sus orígenes.
El estilo de juego de Viteri era una mezcla de elegancia y potencia. Los aficionados más veteranos del Burgos CF aún evocan cómo aquel delantero centro inquieto recibía el esférico, lo detenía con maestría y lo fijaba frente a defensores rivales, incluso ante sus propios compañeros. Con un movimiento de cintura veloz y una capacidad de giro excepcional, dejaba atrás a sus marcadores para iniciar carreras imparables. Uno de sus partidos más recordados es aquel histórico 0-3 en el Vicente Calderón frente a un Atlético de Madrid que presumía de línea defensiva infranqueable.
Muchos seguidores del Athletic Club de aquella era consideraban que Viteri estaba destinado a convertirse en una estrella indiscutible en Primera División y a suceder a Arrieta II como referente ofensivo del equipo bilbaíno. Sin embargo, el destino quiso que su carrera se viera bruscamente interrumpida. La temporada 1979-80, la del descenso del Burgos CF a Segunda División, también marcó el principio del fin de su trayectoria profesional.
Una grave lesión le obligó a colgar las botas definitivamente cuando apenas contaba 28 años, una edad en la que la mayoría de futbolistas alcanzan su madurez deportiva. Su paso por el Linares, cedido en los últimos compases de su carrera, no pudo revertir una situación médica que le privó de desarrollar todo su potencial.
El fallecimiento de Rafael Viteri Chávarri cierra un capítulo de la historia del fútbol español de los años 70. Su figura representa la quintaesencia del delantero de la época: técnico, luchador, goleador y, sobre todo, entregado a los colores de su club. Para la afición del Burgos CF, Viteri permanecerá como un símbolo de una era gloriosa, de aquellos años en los que el equipo blanquinegro compitió con los grandes y dejó huella en la élite del balompié nacional.
Su legado trasciende las estadísticas. Más allá de los 147 partidos y 37 goles, Viteri encarnó el espíritu de un fútbol que se jugaba con pasión y que conectaba de forma directa con las gradas. En Bilbao, su ciudad natal, y en Burgos, donde se convirtió en leyenda, sus memorias perdurarán como testimonio de una generación de futbolistas que marcaron época.