Cristina Cifuentes: 20 días en UCI y el perdón ante la muerte

La ex presidenta de Madrid habla sobre su accidente de moto en 2013 y cómo la experiencia en la UCI le enseñó a perdonar y encontrar la paz.

Cristina Cifuentes, la que fuera presidenta de la Comunidad de Madrid, ha decidido abrir una nueva ventana a su vida más allá de la política. Lejos de los despachos y los atrilés, la exdirigente se muestra ahora en un registro más humano y cercano en el programa de La 1, Hasta el fin del mundo. Un espacio donde el cansancio físico, el camino compartido y la convivencia desnudan a las personas de sus máscaras públicas. Acompañada por Alba Carrillo, Cifuentes afronta una aventura que pone a prueba su resistencia, pero también sus cicatrices, tanto físicas como emocionales. La experiencia televisiva sirve como puente para revisitar un momento que marcó un antes y un después en su biografía, demostrando que detrás de las figuras públicas hay historias personales de profunda transformación.

La experiencia televisiva sirve como puente para revisitar un momento que marcó un antes y un después en su biografía. Antes de las cámaras de viaje y los micrófonos de los podcasts, existió un episodio que paralizó su vida el 20 de agosto de 2013. Ese día, mientras circulaba en moto por el paseo de la Castellana, un vehículo se cruzó en su camino sin previo aviso. El impacto fue brutal: la lanzó contra una valla metálica y le provocó un traumatismo torácico severo que puso en riesgo su existencia. En cuestión de minutos, su vida cambió radicalmente, pasando de la rutina diaria a una lucha por la supervivencia en el quirófano del Hospital Universitario La Paz.

El traslado al centro médico fue inmediato y urgente. Los facultativos, ante la gravedad de las lesiones internas, decidieron intubarla y someterla a un coma inducido para proteger su cerebro y estabilizar sus funciones vitales. Durante veinte días, Cifuentes permaneció inconsciente en la Unidad de Cuidados Intensivos, en un estado de suspensión entre la vida y la muerte. El pronóstico era reservado y el riesgo vital, constante en cada hora que pasaba. Fue en ese limbo, en ese espacio de inconsciencia y fragilidad extrema, donde se produjo la transformación más profunda de su vida, aunque ella solo lo descubriría al despertar.

En una conversación reciente para el podcast Zodiac de Vanitatis, conducido por Nacho Gay, la ex presidenta desgranó con detalle aquellos momentos límite que cambiaron su perspectiva para siempre. "No borraría mi estancia en la UCI de La Paz", aseguró con rotundidad, sorprendiendo a muchos que esperarían borrar de su memoria una experiencia tan traumática. Sus palabras reflejan una reflexión madurada durante doce años de silencio y procesamiento interior. Recordó episodios en los que "no tenía fuerzas para seguir luchando" y tomó una decisión íntima y radical: "Decidí que me iba a dejar llevar, que ya no aguantaba tanto dolor y sufrimiento". En ese instante, confesó, se preparó para morir, aceptando lo que parecía inevitable.

Fue precisamente en ese umbral donde descubrió una verdad que hoy define su filosofía de vida. "Cuando te preparas para morir de manera consciente tienes que perdonar", afirma con la serenidad de quien ha estado al borde y ha vuelto. Y acto seguido, revela el ejercicio que realizó en su interior: "Perdoné a todos y me perdoné a mí misma". Esta frase resume el núcleo de su experiencia y el legado que ha extraído del sufrimiento. Para Cifuentes, enfrentar la muerte implica un proceso de desprendimiento que pasa necesariamente por el perdón, una catarsis emocional que libera al moribundo de los pesos que arrastra. "Ser consciente de que has llegado al punto final y hacer el proceso para irte en paz", explica con sencillez. Ese viaje interior le dejó "una paz" que, insiste, no ha perdido desde entonces, convirtiéndose en su brújula vital.

El aprendizaje surgido de la UCI volvió a la superficie durante una escena reciente del programa de La 1, captada por las cámaras. Un susto en carretera, mientras viajaban en autobús por una carretera de montaña, puso a prueba la reacción de las participantes. Mientras su compañera mostraba nerviosismo y tensión, Cifuentes permaneció imperturbable, casi serena. "Yo ya no tengo miedo a ese tipo de cosas", le transmitió a Alba Carrillo, con la tranquilidad de quien ha visto lo peor. La experiencia de haber estado al borde de la muerte le ha conferido una serenidad inquebrantable que la diferencia de quienes no han tocado fondo. Incluso llegó a confesar que, en su peor momento en la UCI, pensó que sus hijos "ya estaban cada uno en su sitio", lo que le daba tranquilidad sobre su futuro. "Yo estuve tan mal que ya estaba lista para morir, me dejé morir", dijo ante las cámaras, con una tranquilidad que sorprende y conmueve a la vez.

Más allá de las heridas emocionales y espirituales, el accidente dejó secuelas físicas permanentes que condicionan su día a día. Por recomendación médica estricta, Cifuentes no puede cargar peso durante trayectos prolongados, una limitación que afecta a su movilidad y autonomía. Es por ello que, en el programa, es Alba Carrillo quien asume la responsabilidad de transportar la mochila compartida durante las etapas del viaje. Un detalle aparentemente menor que habla de las limitaciones que arrastra desde aquel 20 de agosto y que le recuerda constantemente lo que vivió. Las cicatrices internas, aunque invisibles, están presentes en cada gesto y cada decisión.

Doce años después, la historia de Cristina Cifuentes trasciende el ámbito político para convertirse en un relato de superación y transformación existencial. Su paso por la UCI del Hospital La Paz no fue solo una batalla médica contra el traumatismo torácico, sino un viaje interior que la llevó a confrontar su propia mortalidad y a descubrir el poder liberador del perdón. Lejos de ocultar las cicatrices, las exhibe como testimonio de una vida que, después de tocar fondo, encontró una paz duradera que la define hoy. Su experiencia se convierte en una lección universal sobre la resiliencia y la capacidad de encontrar sentido en el sufrimiento.

El programa de televisión y la aparición en el podcast no son simples apariciones mediáticas para mantenerse en el foco público, sino una forma de compartir una lección aprendida en el límite de la existencia. Una lección que habla de fragilidad humana, de coraje para seguir adelante y, sobre todo, de la capacidad de reinventarse después de una experiencia que cambia todo. Cristina Cifuentes ya no es solo la política que fue, sino una mujer que ha visto la muerte de cerca, que ha sentido su aliento, y ha decidido vivir con plenitud, sin miedo y, sobre todo, en paz consigo misma y con el mundo. Su historia invita a reflexionar sobre lo que realmente importa cuando todo lo demás se desvanece.

Referencias

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