Laporta revela en una entrevista su juventud rebelde y los desafíos de su presidencia

El presidente del Barcelona confiesa su expulsión de los Maristas y repasa los momentos más difíciles de su etapa al frente del club azulgrana

En una conversación televisiva concedida a finales del pasado noviembre, Joan Laporta ofreció una visión inédita de su trayectoria vital y profesional. La entrevista, emitida por La 2 Catalunya, permitió al máximo mandatario del Barcelona desgranar episodios desconocidos de su juventud, reflexionar sobre su gestión al frente de la entidad y abordar algunos de los temas más controvertidos del actual panorama futbolístico. Aunque la grabación se realizó antes de los últimos acontecimientos que han sacudido al club, sus declaraciones proporcionan un retrato completo de su figura, alejado de la imagen pública que habitualmente proyecta en ruedas de prensa y actos institucionales.

Los años de rebeldía escolar

Uno de los momentos más sorprendentes de la entrevista llegó cuando Laporta recordó su etapa como estudiante en un centro religioso. Con total sinceridad, admitió que fue expulsado del colegio por motivos disciplinarios. La carta que recibieron sus progenitores detallaba una serie de incumplimientos graves: faltas de asistencia injustificadas, actitudes irreverentes hacia el profesorado y, lo más llamativo, la sustracción de exámenes. Este episodio marcó un punto de inflexión en su adolescencia y generó una notable tensión familiar.

Tras su salida del centro, se vio obligado a buscar alternativas para completar su formación académica. Se matriculó en una academia privada donde preparó el COU en tan solo dos meses con el objetivo de superar la prueba de acceso a la universidad. Su vocación inicial era la medicina, pero la nota obtenida, un 6,5, quedó lejos del 7,2 requerido, desviando así su futuro hacia otros derroteros profesionales que jamás imaginó.

La experiencia militar en Canarias

El servicio militar obligatorio supuso para Laporta un periodo de intensa exigencia física y mental. Destinado en Tenerife, vivió una de las anécdotas más curiosas de su paso por las filas: participó en una protesta colectiva para exigir mejoras en la alimentación. El ambiente en el cuartel era extremadamente duro, con un entrenamiento basado en el manejo de armamento, pistolas y granadas, además de pruebas de resistencia y valentía.

Una de estas pruebas consistía en lanzarse desde un trampolín a doce metros de altura, un ejercicio que ponía a prueba el temple de los reclutas. Posteriormente, su destino cambió a la Academia de Caballería de Valladolid, un centro caracterizado por su rigurosa disciplina. Allí, una escapada no autorizada le costó una sanción de quince días de arresto. Finalmente, concluyó su formación en el Cuartel del Bruc, cerrando una etapa que, según sus propias palabras, le forjó el carácter.

El regreso a la presidencia azulgrana

Sobre su actual mandato, Laporta fue tajante: esta será la última ocasión en la que optará a la presidencia del Barcelona. La decisión de volver a presentarse surgió de la convicción de que podía revertir la situación crítica que atravesaba la entidad. No obstante, reconoció que en su primera etapa al frente del club llegó a plantearse abandonar el cargo.

El motivo fue la seguridad de su familia. Sus hijos sufrieron amenazas directas que obligaron a extremar las medidas de protección. En aquel momento, mantuvo una conversación con sus seres queridos para valorar su continuidad. Para sorpresa del presidente, los miembros de su núcleo familiar no le dieron tanta trascendencia al asunto y le animaron a seguir, alentados por la ilusión que le transmitía su labor institucional.

La presión mediática y el caso Negreira

Laporta no eludió las críticas que ha recibido durante su trayectoria. Se mostró contundente al afirmar que se han difundido numerosas falsedades sobre su persona, repetidas hasta el punto de que algunas han adquirido apariencia de verdad. Calificó de "burradas" muchas de las acusaciones vertidas contra él, mostrando su fastidio por la campaña de desprestigio que, según su percepción, ha sufrido.

En cuanto a las relaciones institucionales, estableció una clara diferencia entre los dos grandes clubes españoles. Mientras que en Madrid, según su apreciación, se respira un ambiente de poder, en el Barcelona impera la libertad. Sobre su vínculo con Florentino Pérez, indicó que son buenas, aunque matizó que el eterno rival intenta prolongar el proceso del caso Negreira "como un chicle". Esta actitud, a su juicio, refleja una "barcelonitis crónica" que mantiene al conjunto blanco obsesionado con los asuntos del club catalán.

El golpe de la suerte: Ronaldinho

Cuando se le preguntó por los momentos más gratificantes de su primera presidencia, Laporta no dudó en señalar la contratación de Ronaldinho. Considera que fue la primera gran firma de su mandato y, aunque todas las incorporaciones son importantes, esta tuvo un carácter especial porque el futbolista brasileño devolvió la ilusión y la alegría al barcelonismo. El excentrocampista fue el catalizador de una nueva época de éxitos y reconocimiento internacional para la entidad.

El apoyo incondicional de su círculo cercano

El presidente azulgrana también se refirió a su hijo Alejandro, a quien definió como un consejero excepcional. Lo describió como un estratega con una mente privilegiada, aunque reconoció que se siente más cómodo operando desde fuera de la estructura directiva, donde disfruta de mayor libertad de acción. Laporta reveló que Deco, el director deportivo, mantiene una excelente relación con Alejandro, lo que facilita la toma de decisiones. El presidente se considera afortunado por poder contar con el respaldo de su hijo en los momentos clave.

Además, compartió un episodio dramático familiar ocurrido hace dos años, cuando su hijo sufrió un grave accidente de moto en Bali. El impacto fue tan severo que tuvo que ser operado de fémur y cadera, pasando una semana hospitalizado. Afortunadamente, se recuperó completamente y actualmente goza de buena salud.

Los inicios en la política culé

Laporta rememoró sus primeros pasos en la política del club. Tras la etapa de Núñez, cuando Gaspart convocó elecciones, él ya contemplaba la posibilidad de presentarse, aunque reconoció que no era el momento adecuado. Armand Carabén, una figura influyente en el entorno azulgrana, le aconsejó que esperara. Su participación en la candidatura de Bassaty le sirvió para familiarizarse con los entresijos del proceso electoral, experiencia que le resultó invaluable cuando finalmente decidió dar el salto en las siguientes convocatorias.

La entrevista concluyó con la sensación de que Laporta, lejos de la retórica habitual, se mostró más humano y vulnerable, dispuesto a reconocer errores del pasado y a enfrentar con determinación los desafíos del presente. Sus palabras reflejan la complejidad de gestionar una entidad de la magnitud del Barcelona, donde la presión mediática, las expectativas deportivas y las responsabilidades familiares convergen en una misma persona.

Referencias

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