Real Sociedad: crisis total tras nueva derrota ante el Girona

El equipo donostiarra desperdicia una ventaja inicial y suma un nuevo fracaso que pone en entredicho el proyecto deportivo

El final del partido dejó un silencio sepulcral en Anoeta. La Real Sociedad volvió a demostrar que el fútbol no se juega con el nombre, sino con actitud y entrega. Tras una primera mitad dominante y con el marcador a favor, el equipo se desplomó en la reanudación, entregando tres puntos vitales al Girona en un duelo que parecía controlado. La derrota por 1-2 no es solo un revés más en la clasificación, sino el síntoma más evidente de una crisis estructural que afecta a todos los niveles del club.La Real no tiene reconocimiento propio cuando abandona los principios que la llevaron a competir con los mejores. Con todo a favor en los primeros cuarenta y cinco minutos, la segunda parte dibujó un equipo desconocido, sin respuestas tácticas ni orgullo para defender su ventaja. La lesión de Barrenetxea y el evidente desgaste de Guedes, el futbolista más destacado del encuentro, no justifican la rendición colectiva que se presenció sobre el césped. El banquillo parecía tan desorientado como la grada, sin capacidad de reacción ante los cambios del rival.La destitución de Sergio Francisco se antoja inminente. El técnico, formado durante ocho años en la cantera txuri-urdin, ve cómo su proyecto se desmorona partido tras partido. La situación es insostenible y la dirección deportiva no puede demorar una decisión que parece inevitable. Cuando un equipo con futbolistas de nivel elite se desangra así, la responsabilidad recae necesariamente sobre el entrenador. La cuerda siempre se rompe por el lado más débil, y en este caso, el cuerpo técnico no ha sabido transmitir la solidez necesaria para competir.Nadie en el club se libra de responsabilidades. El presidente Aperribay, que ha asumido funciones de director deportivo, nunca mostró una confianza plena en su apuesta personal. Su intervencionismo constante ha generado una situación de inestabilidad que afecta directamente al rendimiento del equipo. Las decisiones desde la zona noble no han acompañado el proceso y ahora el barco se hunde con todos a bordo. La directiva debe asumir su parte de culpa en este desastre deportivo.La falta de liderazgo es evidente cuando Oyarzabal no está en el campo. Sin su capitán, la Real se muestra coja, incapaz de generar fútbol de calidad ni de imponer su carácter. Barrenetxea, su mejor hombre ante el Girona, tuvo que abandonar el terreno y con él se fueron las opciones ofensivas. La plantilla depende excesivamente de un puñado de futbolistas y cuando estos no están en condiciones, el nivel colectivo desciende de forma alarmante. Los resultados de 2025 dibujan un panorama preocupante: el peligro de descenso es real y ya no es una hipótesis lejana, sino una amenaza inminente que planea sobre Anoeta.El once inicial era el esperado, con Zubeldia y Barrenetxea como referentes. Una alineación con jugadores de probada calidad que, en teoría, no requería de un entrenador excepcional para superar a un rival en zona de descenso. Sin embargo, el fútbol demuestra cada jornada que sin organización y mentalidad, el talento individual no sirve de nada. El Girona, penúltimo clasificado, salió a la segunda parte con determinación y encontró un rival que había dejado de creer en sus posibilidades.La situación exige cambios drásticos. No solo en el banquillo, sino en la estructura de poder del club. La directiva debe reflexionar sobre su modelo de gestión y permitir que los profesionales del fútbol tomen las decisiones deportivas. La intervención constante del presidente en materia técnica ha demostrado ser un fracaso. Es hora de profesionalizar la dirección deportiva y dar estabilidad a un proyecto que agoniza.El mercado de invierno se presenta como una oportunidad para depurar responsabilidades. Aquellos jugadores que no entienden lo que representa la elástica txuri-urdin deben buscar destino. La Real necesita compromiso y carácter, no nombres que brillan solo en el papel. La afición exige entrega y los resultados actuales son un insulto a su fidelidad.El tiempo apremia. Cada partido que pasa sin revertir la dinámica hunde más al equipo en la zona peligrosa. La confianza es nula y los rivales ya saben que basta con presionar en la segunda mitad para doblegar a un conjunto sin alma. La crisis es total y las soluciones parciales no servirán. O se produce una revolución interna o el club se verá abocado a una situación que nadie en San Sebastián quiere ni imaginar. La Real Sociedad está en juego y el futuro inmediato depende de decisiones valientes y contundentes. El sueño de una temporada competitiva se ha convertido en una pesadilla que necesita despertar ya.

Referencias

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