El estadio vibró con un fútbol intenso y emocionante hasta el último minuto. El Milan y el Sassuolo protagonizaron uno de los encuentros más vibrantes de la jornada en Serie A, un duelo que terminó empatado a dos goles y que dejó a ambas aficiones con un sabor agridulce. La igualdad reflejó fielmente lo ocurrido sobre el césped, donde los detalles marcaron la diferencia y donde ninguno de los dos conjuntos logró imponerse por completo sobre el rival.
Desde el inicio, el ritmo fue vertiginoso. El Milan salió con la intención de dominar el balón y crear ocasiones desde las bandas, mientras que el Sassuolo se mostró compacto en defensa y letal en el contrataque. La primera mitad dejó entrever las intenciones de ambos equipos, pero fue en la segunda parte donde el partido explotó en emociones y goles.
El desarrollo del encuentro estuvo marcado por una serie de ocasiones claras que no se materializaron. Los jugadores rossoneri tuvieron varias oportunidades para adelantarse en el marcador, pero la falta de puntería y la inspiración del guardameta rival evitaron el gol. Por su parte, el Sassuolo también dispuso de sus chances, especialmente a través de Armand Laurienté, quien se convirtió en la gran figura del partido.
Los cambios tácticos jugaron un papel fundamental en el devenir del choque. El entrenador del Milan movió el banquillo en busca de frescura y creatividad, introduciendo a Samuele Ricci en lugar de Christian Pulisic para darle más control al centro del campo. Sin embargo, la sorpresa llegó con la entrada de Zachary Athekame, quien sustituyó a Alexis Saelemaekers en un movimiento que buscaba profundidad por la banda derecha. Por su parte, el Sassuolo respondió con la entrada de Walid Cheddira y Luca Moro, dos delanteros que aportaron movilidad y desmarques constantes a la delantera visitante.
El partido alcanzó su punto álgido en los minutos finales. Con el marcador abierto y ambos equipos necesitando los puntos, el ritmo se volvió frenético. El árbitro decretó seis minutos de tiempo añadido, un período que se convirtió en una montaña rusa de emociones. Fue entonces cuando Laurienté, el francés más incisivo del encuentro, apareció para marcar un golazo que parecía dar la victoria a su equipo. Su remate cruzado desde la izquierda batió la portería rival y desató la euforia en el banquillo visitante.
Pero el fútbol tiene estas cosas. Cuando el Sassuolo creía tener los tres puntos en el bolsillo, el Milan reaccionó con coraje. Los locales presionaron con todo, creando una serie de córners consecutivos que pusieron en jaque la defensa neroverde. La pelota comenzó a volar sobre el área visitante, y en una de esas jugadas, tras un rechace incompleto, el balón llegó a los pies de un jugador rossoneri que no perdonó desde el centro del área.
El gol del empate llegó en el último suspiro, cuando el reloj ya marcaba el 95'. Un centro preciso desde la derecha encontró a Strahinja Pavlovic, quien cabeceó con potencia pero el balón fue rechazado. En el segundo palo, apareció Christopher Nkunku para empujar el esférico al fondo de la red y provocar el delirio de la parcialidad local. La celebración fue efusiva, casi como si de una victoria se tratara, tal era la importancia del gol en el contexto de la temporada.
No obstante, el partido no estuvo exento de polémica. El árbitro tuvo que intervenir en varias ocasiones para señalar faltas duras y amonestar a jugadores de ambos equipos. Kristian Thorstvedt vio la tarjeta amarilla por una entrada peligrosa sobre Christian Pulisic, una acción que pudo haber sido más castigada. También hubo jugadas de fuera de juego muy ajustadas, como la de Josh Doig que anuló una clara ocasión de gol para el Sassuolo, o la de Adrien Rabiot que frustró un contragolpe milanista.
Las estadísticas del encuentro reflejaron la igualdad en el terreno de juego. Ambos equipos completaron un número similar de pases, con un porcentaje de efectividad cercano al 85%. En cuanto a remates, el Milan finalizó con 14 intentos, de los cuales 5 fueron a puerta, mientras que el Sassuolo disparó 11 veces, con 4 entre los tres palos. La posesión se repartió de forma equitativa, con un ligero dominio del conjunto local que no se tradujo en superioridad en el marcador.
El rendimiento individual también dejó titulares destacados. Por parte del Milan, Ruben Loftus-Cheek fue un motor incansable en el centro del campo, combinando con sus compañeros y creando espacios. Su trabajo defensivo fue igualmente importante, recuperando balones en zona peligrosa. En la defensa, Fikayo Tomori mostró su velocidad y anticipación, aunque también cometió algunos errores que casi costaron caros.
Del lado del Sassuolo, además de Laurienté, brilló Sebastian Walukiewicz en la zaga central. El polaco fue seguro en los desplazamientos y contundente en los despejes, especialmente en las jugadas a balón parado. Su colaboración con Tarik Muharemovic formó un muro difícil de superar para los atacantes locales.
El empate deja a ambos equipos en situaciones diferentes en la tabla. El Milan ve cómo se le escapan dos puntos valiosos en su lucha por las posiciones altas, mientras que el Sassuolo suma un punto importante que le aleja de los puestos de descenso. La moral, sin embargo, es distinta en cada vestuario. Los locales se quedan con la sensación de haber salvado un punto en el último minuto, pero también de haber perdido dos en casa. Los visitantes, por su parte, saben que estuvieron a segundos de una victoria histórica en San Siro.
El entrenador del Milan en la rueda de prensa posterior reconoció que su equipo no estuvo fino en la definición. "Creamos suficientes ocasiones para ganar el partido, pero la puntería no acompañó. Hay días así, lo importante es no perder y seguir sumando", comentó. Por su parte, el técnico del Sassuolo mostró su orgullo por el rendimiento de sus jugadores. "Vinimos a un estadio complicado y demostramos que podemos competirle a cualquiera. El punto es justo, aunque la victoria estuvo muy cerca".
El encuentro también dejó lecciones tácticas. El Milan necesita mejorar su efectividad de cara a gol, especialmente en los momentos clave del partido. La falta de tranquilidad en el área rival está costando puntos valiosos en la liga. Por otro lado, el Sassuolo demostró que tiene un bloque sólido y un contrataque letal, armas que le servirán para afrontar los próximos compromisos con optimismo.
La afición, como siempre, fue otro protagonista. Los seguidores rossoneri animaron sin descanso durante los 90 minutos, y su apoyo fue fundamental para el gol del empate. La presión sobre el rival y el aliento constante crearon una atmósfera propicia para la remontada. Los aficionados del Sassuolo, aunque en menor número, también hicieron sentir su voz y celebraron el punto con alegría.
En definitiva, el Milan y Sassuolo ofrecieron un espectáculo digno de la mejor Serie A. Un partido vibrante, con goles, ocasiones, polémica y emoción hasta el último segundo. El 2-2 final reflejó la igualdad sobre el terreno de juego y dejó satisfechos a los neutrales, aunque con cierta frustración en ambos bandos. Queda mucha temporada por delante y este empate puede ser un punto de inflexión para ambos conjuntos en sus respectivos objetivos.