El Recoletas Salud San Pablo Burgos continúa sumergido en una crisis sin aparente final. La octava derrota consecutiva llegó de la mano del UCAM Murcia, que desplegó un juego ofensivo demoledor en el Coliseum Burgos para imponerse por un contundente 88-110. El conjunto murciano no solo se llevó el triunfo, sino que además superó los 107 puntos que había anotado ante el Lleida hace quince días, consolidando así su mejor registro como visitante en toda su historia en la competición.
El encuentro, correspondiente a la jornada 9 de la Liga Endesa, dejó una sensación de déjà vu para la afición burgalés. Los locales, lejos de mostrar señales de mejoría en su sistema defensivo, vieron como su rival anotaba con una facilidad preocupante. La derrota, aunque previsible ante un rival de mayor potencial, agrava la situación del equipo en la tabla y lo hunde aún más en los puestos de descenso.
El único aspecto positivo para los de casa fue la presentación de Ethan Happ, el nuevo pívot estadounidense que ocupó la plaza de Silvio de Sousa. El debutante mostró destellos de calidad en sus primeros minutos sobre la pista, pero como el resto de sus compañeros, no pudo mantener el nivel competitivo durante los cuarenta minutos de juego. Su contribución se quedó en seis puntos, reflejando la dificultad del equipo para mantener la regularidad.
El verdadero referente ofensivo del Burgos fue Gonzalo Corbalán, que firmó una actuación destacada con 25 puntos. El base se convirtió en el único jugador local capaz de generar peligro constante ante la defensa murciana, aunque sus esfuerzos resultaron insuficientes para evitar la debacle colectiva. El resto del plantel mostró una producción muy discreta, con Jhivvan Jackson aportando 15 puntos y Luke Fisher 12, pero sin la continuidad necesaria para competir de tú a tú con el rival.
Por su parte, el UCAM Murcia exhibió un balance ofensivo impecable. Devontae Cacok lideró el ataque con 19 puntos, bien secundado por Dylan Ennis y Michael Forrest, ambos con 17 tantos. La rotación completa del equipo visitante aportó soluciones desde el banquillo, demostrando una superioridad evidente en todas las facetas del juego. El dominio en el rebote, la efectividad en el tiro exterior y la capacidad para correr la contrataque marcaron las diferencias.
El partido comenzó con un intercambio de canastas que hizo presagiar un encuentro más igualado de lo que finalmente fue. Sin embargo, a medida que avanzaban los minutos, el UCAM Murcia fue abriendo brecha. Los triples consecutivos y las transiciones rápidas desbordaron a una defensa burgalés que mostró lagunas en la comunicación y en la ayuda defensiva. Al descanso, la ventaja ya era considerable, y la segunda mitad sirvió para confirmar la superioridad visitante.
El tercer cuarto fue especialmente doloroso para los intereses locales. A pesar de los intentos del técnico por frenar el sangría con tiempos muertos, el UCAM seguía anotando con una facilidad preocupante. Corbalán intentó mantener vivas las opciones con varios triples, pero cada canasta suya era respondida con un arreón colectivo del rival. La falta de intensidad defensiva y los errores en el pase facilitaron el juego del conjunto murciano.
El último periodo se convirtió en un mero trámite. Con el resultado sentenciado, ambos entrenadores dieron minutos a los jugadores menos habituales. El público del Coliseum, que había acudido con ilusión tras la incorporación de Happ, abandonó el pabellón con una sensación de frustración. Los 9.085 espectadores presentes vieron como su equipo encajaba la octava derrota consecutiva, una racha que pone en serio riesgo la permanencia en la máxima categoría del baloncesto español.
La situación clasificatoria es cada vez más alarmante. El San Pablo Burgos ocupa posiciones de descenso directo y la dinámica negativa parece no tener fin. La falta de solidez defensiva, sumada a una producción ofensiva irregular, configura un escenario complejo para las próximas jornadas. El cuerpo técnico deberá encontrar soluciones urgentes si quiere revertir la tendencia antes de que el agujero sea insalvable.
El calendario no ayuda. En las próximas fechas, el Burgos se enfrentará a rivales directos en la lucha por la salvación, lo que convierte cada partido en una final anticipada. La necesidad de sumar victorias es imperiosa, pero el nivel mostrado ante el UCAM Murcia genera dudas sobre la capacidad del equipo para competir en esos duelos clave.
La directiva tendrá que valorar si las medidas adoptadas hasta ahora son suficientes. La llegada de Ethan Happ es un primer paso, pero los resultados no se están materializando. La cohesión del grupo, la efectividad de los esquemas y la mentalidad competitiva son aspectos que deben mejorar de forma inmediata si el club quiere evitar el descenso a la LEB Oro.
El UCAM Murcia, por su parte, suma su tercera victoria consecutiva y se afianza en la zona media alta de la tabla. El equipo de Sito Alonso demuestra una regularidad envidiable y se convierte en uno de los conjuntos más en forma de la competición. Su capacidad para anotar con facilidad y la profundidad de su banquillo les convierten en un rival temible para cualquier adversario.
El análisis de los datos refleja la crudeza del desequilibrio. El UCAM Murcia anotó con un porcentaje de tiro superior al 55%, mientras que el Burgos se quedó en el 42%. La diferencia en el rebote ofensivo también fue significativa, permitiendo al rival segundas opciones que castigaron sin piedad. Las pérdidas de balón de los locales se convirtieron en canastas fáciles para los murcianos, que sumaron 20 puntos en transición.
La presión aumenta para el cuerpo técnico y los jugadores. La afición, fiel hasta ahora, comienza a mostrar signos de desesperación. Los gritos de ánimo se mezclan con las críticas en las redes sociales, donde la exigencia de resultados es cada vez mayor. El club vive sus horas más bajas en los últimos años, y la necesidad de un cambio de rumbo es evidente para todos.
El baloncesto, como deporte de equipo, requiere de una implicación total. Las individualidades no sirven si no hay un funcionamiento colectivo. El San Pablo Burgos debe encontrar urgentemente su identidad, esa que le llevó a conquistar títulos europeos hace apenas tres temporadas. La memoria de aquel éxito contrasta brutalmente con la actual realidad, generando una nostalgia que no ayuda a resolver los problemas presentes.
La próxima jornada será clave. Recibir a un rival directo en la lucha por la permanencia puede ser la oportunidad perfecta para romper la mala racha. Sin embargo, si el equipo no mejora en defensa y no encuentra soluciones ofensivas más allá de Corbalán, el futuro se presenta muy complicado. La confianza es el primer paso para la victoria, y actualmente parece haberse evaporado por completo.
El UCAM Murcia demostró que con un buen trabajo en pretemporada y una plantilla equilibrada se pueden obtener resultados positivos. Su ejemplo debería servir de lección para un Burgos que necesita reconstruir su proyecto desde las bases. La paciencia escasea en el mundo del deporte profesional, pero las prisas tampoco suelen ser buenas consejeras. El equilibrio entre ambas será fundamental para el resto de la temporada.
El tiempo corre en contra del San Pablo Burgos. Cada derrota no solo resta puntos en la clasificación, sino que también mina la moral del grupo. La confianza es frágil en estos momentos, y solo una victoria puede comenzar a revertir la situación. El problema es que cada vez cuesta más imaginar cómo puede llegar esa victoria con el nivel mostrado en las últimas jornadas.
La afición merece un esfuerzo extra. Los 9.000 seguidores que acuden al Coliseum cada semana son el principal activo del club. Su apoyo incondicional debe ser recompensado con una actitud diferente en la pista. El orgullo de la camiseta parece haberse diluido entre tantas derrotas, y es hora de recuperarlo antes de que sea demasiado tarde.
El UCAM Murcia se lleva un triunfo histórico y el San Pablo Burgos una derrota que duele el doble. La octava consecutiva es un número que pesa como una losa. La Liga Endesa no perdona, y cada jornada que pasa sin sumar complica más la permanencia. El reto es mayúsculo, pero no imposible. Queda mucha temporada por delante, pero el margen de error ya es cero.