Garay destapa la crisis del Valencia bajo Peter Lim

El exdefensa argentino critica con dureza la gestión del accionista mayoritario y lamenta su salida tras la destitución de Marcelino.

Ezequiel Garay no se ha mordido la lengua. En una entrevista cargada de emoción y sinceridad en el programa ‘El Cafelito’ de Josep Pedrerol, el excentral del Valencia ha desgranado con crudeza su visión sobre la etapa que vivió en el club y, sobre todo, sobre la gestión de Peter Lim. Su testimonio no solo es un repaso a su paso por Mestalla, sino también una denuncia velada —y en muchos casos directa— sobre las decisiones que, según él, han llevado al Valencia a una espiral de declive deportivo y institucional.

Garay, que formó parte de una plantilla que logró dos clasificaciones consecutivas para la Liga de Campeones y levantó la Copa del Rey en 2019 —venciendo al Barcelona de Messi y Suárez—, no duda en señalar que el problema del club es estructural. “Hay un problema muy grande”, afirmó, y añadió que “hasta que no se vaya el de arriba no va a cambiar”. Con estas palabras, el argentino dejó claro que su deseo es la salida de Peter Lim, no por capricho, sino “por el bien del club”.

Su salida del Valencia en 2020, tras no renovar y estando lesionado del ligamento cruzado, no fue casualidad. Garay asegura que su desacuerdo con la destitución de Marcelino García Toral fue el detonante. “Me perjudicó no estar de acuerdo con el despido de Marcelino”, confesó. Y añadió: “Luego me lesioné y fue una grandísima excusa para terminar de echarme”. Para él, fue un desenlace injusto, especialmente tras haber dado todo por el escudo y haber formado parte de un proyecto que, en su opinión, tenía potencial para competir en lo más alto.

Lo que más le duele, sin embargo, no es la salida en sí, sino la falta de apoyo humano y médico en un momento de vulnerabilidad. “No pido que me renueven, que me den dinero, no quería nada de eso, simplemente que me ayudasen a recuperarme de mi lesión y yo me iba”, explicó. Para Garay, fue una oportunidad perdida de mostrar lealtad hacia un jugador que había entregado todo. “El orgullo de esta gente pudo más que ayudar a alguien que dio todo por el escudo”, lamentó.

Sobre la gestión de Peter Lim, Garay fue contundente: “Parecía que no quería ganar”. Su crítica se centra en la paradoja de haber logrado grandes éxitos —como la Copa del Rey y dos Champions— y, al año siguiente, desmantelar el equipo. “Consigues dos años seguidos de Champions, ganas una Copa del Rey al Barcelona de Messi, Suárez, y al siguiente año, echas a gente que no te gusta”, dijo. Para él, el equipo tenía una base sólida, con un entrenador como Marcelino, un director deportivo como Pablo Longoria y un director general como Mateu Alemany. “Si hacías algún fichaje estarías luchando, no por ser campeón de liga, pero sí peleando arriba con los grandes”, aseguró.

A pesar de su amarga despedida, Garay guarda un recuerdo entrañable de la afición y del personal del club. “A las pruebas me remito, no levanta”, dijo, refiriéndose a la gestión de Lim. Y añadió: “No me imagino al Valencia en Segunda porque quiero mucho a su gente”. La afición, según él, siempre le trató con cariño, y muchas personas dentro del club también lo apoyaron. “Me sentía muy querido por mi fútbol y mi personalidad, siempre he querido lo mejor para el club y he dado la cara por el equipo”, reconoció.

Marcelino, por su parte, sigue siendo para Garay un referente. “Es un grandísimo amigo, ha sabido sacar todo lo mejor de mí”, dijo con admiración. Su relación va más allá del campo: es una amistad construida sobre el respeto mutuo y la confianza. Para Garay, Marcelino no solo fue un entrenador, sino un mentor que supo sacar lo mejor de su juego y de su carácter.

En resumen, la entrevista de Garay no es solo una reflexión personal, sino un espejo de lo que muchos aficionados y exjugadores han sentido durante años: una sensación de desamparo, de decisiones que no responden a la ambición deportiva, y de un proyecto que se ha visto truncado por intereses que no siempre coinciden con los del club. Su mensaje es claro: el Valencia necesita un cambio profundo, y ese cambio empieza por la cúpula. Mientras tanto, Garay sigue siendo un símbolo de lo que pudo ser —y aún puede ser— si se recupera la esencia del club: la pasión, el compromiso y la ambición de competir.

Para los aficionados, su testimonio es un recordatorio de que el fútbol no es solo resultados, sino también humanidad. Y en ese sentido, Garay sigue siendo uno de los jugadores que más se entregó al Valencia, incluso cuando el club no le devolvió el mismo cariño.

Referencias