Santiago Abascal, presidente de Vox, ha emprendido una intensa gira por los municipios de Extremadura, presentándose como el defensor de la central nuclear de Almaraz y como la única alternativa viable frente al bipartidismo que, según él, ha gobernado la región durante décadas. Esta es su tercera visita a la comunidad desde que la presidenta del PP, María Guardiola, convocara elecciones autonómicas para el 21 de diciembre. En esta precampaña, Abascal ha recorrido localidades como Coria, Casas del Castañar, Jaraíz de la Vera, Talayuela y Navalmoral de la Mata, todas con poblaciones entre los 6.000 y 18.000 habitantes —salvo el pequeño enclave de Casares del Jerte, con apenas 578 vecinos—, convencido de que el voto rural es la clave de estas elecciones.
La central nuclear de Almaraz ha sido uno de los ejes centrales de su discurso. Vox ha instalado carteles en forma de lápida como símbolo de protesta contra su posible cierre, una medida que genera inquietud entre los habitantes de la zona, muchos de los cuales dependen directa o indirectamente de la planta. Abascal ha advertido que su partido no apoyará ningún gobierno autonómico del PP si este no rompe con las políticas que considera socialistas, acusando a ambos partidos tradicionales de mantener un sistema corrupto y desfasado. Para Vox, el bipartidismo es una estafa que ha dejado de lado las necesidades reales de los ciudadanos.
Durante su paso por Coria, Abascal fue abordado por una vecina que le preguntó directamente por las políticas hacia los autónomos, la vivienda, el campo y los jóvenes. "Los tengo en casa, es de donde vengo. Si no los cuido, no me dejan entrar", respondió con naturalidad, mostrando una cercanía que busca conectar con el electorado local. La mujer, con una energía contagiosa, insistió en que "hay que cuidar a los jóvenes", a lo que Abascal bromeó: "Veo que usted se sabe el programa del partido...".
La asistencia a sus actos ha sido mayoritariamente de personas de entre 40 y 50 años, vestidas con camisas y chaquetas de estilo rural, lo que refleja el perfil del electorado al que se dirige. Sin embargo, también ha habido presencia juvenil: algunos estudiantes de instituto se han escapado de clase para verlo, gritando con entusiasmo: "¡Abascal, me he escapado de clase para verte!". El líder de Vox aprovechó para destacar que, en su opinión, ha estado con más jóvenes extremeños que Pedro Sánchez en toda su carrera política.
A pesar de la atención mediática que recibe Abascal, su candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura, Óscar Fernández, pasa casi desapercibido entre la multitud. Esto refleja la estrategia de Vox de centrar la campaña en la figura de su líder nacional, una táctica que busca capitalizar su reconocimiento y carisma para movilizar votos en una región donde el partido aún no tiene una presencia institucional consolidada.
Abascal ha asegurado que su pérdida de seis kilos desde el anuncio de las elecciones no se debe a disgustos, sino a una agenda agotadora —20 días de precampaña sin parar— y a una dieta estricta. Su ritmo de trabajo es intenso, y su mensaje, claro: Vox no es un partido de élites, sino de la gente común, de los pueblos, de los que no aparecen en los titulares pero cuyas preocupaciones son reales y urgentes.
En su discurso, Abascal ha insistido en que los problemas que realmente importan a los españoles no son los que se debaten en los platós de televisión, sino los que afectan a su día a día: el empleo, la vivienda, la seguridad, la energía y el futuro de sus hijos. Para él, la política debe volver a ser un servicio a la ciudadanía, no un negocio para las élites.
La estrategia de Vox en Extremadura es clara: conquistar el voto rural, donde la presencia de los partidos tradicionales ha sido históricamente débil, y presentarse como la única alternativa real frente a un sistema que, según ellos, ha fallado a los ciudadanos. Con carteles, mitines y una presencia constante en los pueblos, Abascal busca convertir la precampaña en una campaña de proximidad, donde cada encuentro con un vecino es una oportunidad para ganar un voto.
En un contexto político marcado por la polarización y la desconfianza en las instituciones, Vox apuesta por un discurso directo, sin medias tintas, que busca conectar con los ciudadanos que se sienten olvidados por los partidos tradicionales. La pregunta ahora es si esta estrategia dará sus frutos en las urnas del 21 de diciembre, y si Extremadura se convertirá en un nuevo escenario de crecimiento para el partido de la derecha radical en España.