Laia Sanz regresa al Dakar con un T1+ y ganas de reivindicación

La piloto catalana afronta su quinta edición en coche tras el abandono del año pasado, con un nuevo prototipo español y la lección de que el esfuerzo tiene recompensa

Laia Sanz vuelve a la línea de salida del Rally Dakar con una determinación renovada y un proyecto ambicioso bajo el brazo. Tras la frustrante experiencia de la edición anterior, donde vio truncada su participación en la primera etapa por un accidente y una minúscula irregularidad técnica, la piloto de Corbera de Llobregat afronta su decimoquinta participación en la prueba reina del rally raid con la mirada puesta en la redención. Lo hará esta vez a los mandos de un EBRO s800-XRR T1+, un vehículo prototipo 4x4 que representa la máxima expresión tecnológica de la categoría. Con once ediciones en moto y cuatro previas en automóvil en su haber, Sanz acumula un palmarés envidiable: catorce títulos mundiales de trial y seis de enduro. Sin embargo, el año pasado sufrió su primer abandono en quince intentos, una experiencia que describe como una pesadilla pero que ha sabido convertir en combustible para esta nueva aventura. «Muy feliz de volver al Dakar y con más ganas que nunca», afirma la catalana, quien recupera la confianza junto a su copiloto Maurizio Gerini. La pareja ya compartió volante en ediciones anteriores con vehículos de tracción reducida, una experiencia que, lejos de desanimarla, les sirvió para forjar una química indispensable y acumular conocimientos valiosos sobre la exigente carrera. El incidente de 2023 quedó marcado por un golpe en la primera etapa que dañó estructuralmente su coche. Posteriormente, en la inspección técnica, los comisarios detectaron una desviación de apenas dos milímetros en la barra antivuelco, un margen tan ínfimo como decisivo. Esa combinación de factores le obligó a despedirse prematuramente de una edición en la que partía con ilusión renovada. «Al final, siempre, las cosas malas pasan por alguna razón», reflexiona Sanz con la perspectiva que da el tiempo. La piloto reconoce que la tristeza inicial se transformó paulatinamente en motivación, un proceso que le permitió encarar los meses siguientes con renovada energía. «No lo hubiese dicho el año pasado tal como acabó el Dakar», admite, evidenciando la evolución emocional que ha experimentado desde entonces. La llegada del proyecto Ebro en septiembre supuso un punto de inflexión. Para una deportista acostumbrada a luchar hasta el último minuto por concretar sus objetivos, la confirmación de una plaza con un vehículo competitivo llegó como un premio a la constancia. «Perseverar, luchar y hacer bien las cosas acaba dando los frutos», resume con la sabiduría de quien ha tenido que demostrar su valía una y otra vez en un terreno dominado históricamente por hombres. Sanz no oculta que el camino ha sido más arduo de lo esperado. «Me ha costado muchísimo llegar aquí, más de lo esperado quizá», reconoce. Sin embargo, considera que el momento de la oportunidad coincide con su mejor versión como piloto. La experiencia acumulada en ediciones previas, aunque con medios más modestos, le ha dotado de una madurez técnica y estratégica que ahora podrá explotar con un equipo al completo y un coche de última generación. La piloto pone en valor el trabajo realizado junto a Gerini en vehículos de dos ruedas motrices, donde aprendieron a gestionar la mecánica con mínimos márgenes de error. «Hemos hecho un poco la mili», dice con una sonrisa, reconociendo que esas dificultades les forjaron como binomio. Ahora, con un T1+ bajo sus pies, esperan traducir esa experiencia en un rendimiento competitivo. Sobre la dificultad de acceder a oportunidades en el deporte de élite, Sanz muestra una lucidez contundente. «A veces el deporte es así y tienes más dificultad para tener una oportunidad», señala, contrastando su trayectoria con pilotos que «quizás se encuentran más en el momento y lugar adecuado». En su caso, cada paso ha requerido un esfuerzo sobrehumano, pero precisamente eso le da un valor añadido a la consecución. «Cuando las cosas te cuestan las valoras más», asegura. Esta filosofía de vida le ha llevado a preparar cada detalle con meticulosidad, consciente de que el trabajo bien hecho es la mejor garantía de éxito. Laia Sanz no cree en las casualidades; su carrera es un monumento a la planificación, el sacrificio y la resiliencia. El proyecto Ebro representa más que una simple participación. Es la materialización de un sueño y, simultáneamente, un desafío de altísimo nivel. El equipo es joven y nuevo, lo que añade una capa de presión adicional. Sin embargo, la piloto catalana ha demostrado a lo largo de su carrera que la presión la engrasa, no la paraliza. «Me he ganado el respeto del campamento, saben que estoy ahí por méritos propios». Esta frase resume décadas de lucha contra prejuicios y barreras implícitas. En un mundo donde las mujeres siguen siendo minoría, Sanz ha construido su reputación a base de resultados, superando cada obstáculo con una combinación de talento natural y una ética de trabajo inquebrantable. La preparación para esta edición ha sido exhaustiva. Cada kilómetro de reconocimiento, cada sesión de entrenamiento físico, cada simulación con el equipo ha sido planificado para optimizar el rendimiento. La experiencia en la categoría Xtreme, donde la navegación y la fiabilidad son clave, le ha proporcionado herramientas adicionales para afrontar los tramos más técnicos del recorrido saudí. El Dakar 2024 se presenta como una oportunidad de oro para demostrar que el sacrificio tiene su recompensa. Con un vehículo competitivo, un copiloto experimentado y una mentalidad imbatible, Laia Sanz parte con la intención de no solo terminar, sino de hacerlo en una posición que refleje su verdadero potencial. La carrera, que discurre íntegramente en Arabia Saudí, presenta un desafío extremo de navegación y resistencia. Las dunas, los pedregales y las etapas maratón pondrán a prueba tanto a la maquinaria como a los humanos que la pilotan. Para Sanz, cada kilómetro será una reivindicación de su trayectoria y una demostración de que el mérito, al final, siempre acaba imponiéndose. En el campamento, donde los competidores comparten espacio y tensiones, el respeto no se regala. Se gana. Y Laia Sanz lo sabe mejor que nadie. Su presencia en la línea de salida no es fruto de la casualidad ni de concesiones, sino del trabajo silencioso y constante que ha mantenido durante años. Con el Ebro T1+ como herramienta y la experiencia como guía, la piloto catalana afronta esta nueva edición con los ojos abiertos y el corazón firme. El desierto la espera, y ella está más preparada que nunca para dejar su huella en la arena.

Referencias

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