La temporada 2025 de Fórmula 1 ha dejado imágenes para el recuerdo, pero también ha dibujado una realidad implacable en el box de Red Bull. Max Verstappen ha firmado una exhibición de superioridad sin precedentes sobre su compañero de equipo, Yuki Tsunoda, que difícilmente podrá superar en un futuro próximo. Los números hablan por sí solos y reflejan una distancia abismal entre ambos pilotos, algo que ha llevado al vigente campeón a reflexionar en voz alta sobre qué atributos debería reunir el piloto que ocupe el asiento contiguo al suyo.
El balance de la temporada ha sido demoledor en todos los sentidos. En la lucha particular por la clasificación, el marcador final registró un contundente 22-0 a favor del neerlandés. Ni una sola vez Tsunoda logró superar al piloto de Red Bull en la cronometrada del sábado. Esta estadística no solo pone de manifiesto el nivel extraordinario de Verstappen, sino también las dificultades que arrastró el japonés para adaptarse al monoplaza de Milton Keynes. La distancia en tiempo, en ocasiones superaba el medio segundo, una eternidad en el mundo de la máxima categoría del automovilismo.
El domingo, cuando los focos se encendían para la carrera, la historia no cambiaba. El duelo interno se saldó con un rotundo 21-1 en favor de Verstappen. La única vez que Tsunoda pudo terminar por delante de su compañero fue en un Gran Premio en el que el neerlandés sufrió problemas mecánicos desde la vuelta inicial. Más allá de ese incidente aislado, la jerarquía fue inamovible. Verstappen acumuló un total de 421 puntos, lo que le valió el subcampeonato del mundo, mientras que Tsunoda se quedó en una discreta decimoséptima posición con apenas 33 puntos.
Este desequilibrio ha tenido consecuencias directas en la clasificación de constructores. Red Bull, que durante años ha sido la referencia absoluta, ha visto cómo McLaren y Mercedes le superaban en la tabla final. La escuadra austriaca tuvo que conformarse con un tercer puesto que sabe a poco, y la falta de puntos del segundo piloto ha sido uno de los principales motivos de este declive. Mientras Verstappen peleaba cada fin de semana por las victorias, la ausencia de un segundo piloto que pudiera sumar de forma constante condenó a Red Bull a perder posiciones valiosas.
El historial reciente de compañeros del neerlandés no deja lugar a dudas: ser el segundo piloto de Red Bull es una de las tareas más complicadas del paddock. Desde que Verstappen se consolidó como líder indiscutible, han pasado por el equipo nombres como Pierre Gasly, Alex Albon, Sergio Pérez, Liam Lawson y el mencionado Tsunoda. Todos ellos, con perfiles y trayectorias diferentes, han topado con el mismo muro: la dificultad de medirse con uno de los pilotos más dominantes de la historia reciente.
Entre todos ellos, quien más cerca estuvo de plantar cara fue Sergio Pérez. El piloto mexicano logró cinco victorias durante las cuatro temporadas que compartió garaje con Verstappen. Fue un rendimiento que, aunque lejano al nivel de su compañero, al menos le permitía ser un actor relevante en la lucha por el campeonato de constructores. Pérez demostró una capacidad de adaptación notable y, en momentos clave, supo jugar un papel de escudero eficaz. La defensa que protagonizó ante Lewis Hamilton en el controvertido Gran Premio de Abu Dhabi de 2021 pasará a los anales de la historia como una de las claves para que Verstappen conquistara su primer título mundial.
Sin embargo, incluso esa contribución no fue suficiente para prolongar su estancia en el equipo. A medida que su rendimiento decayó, Red Bull tomó la decisión de rescindir su contrato. La escudería energética, conocida por su implacabilidad a la hora de tomar decisiones, no dudó en buscar alternativas cuando consideró que el mexicano no estaba a la altura de las expectativas. La lealtad y los buenos servicios prestados en el pasado no pesaron más que los resultados presentes.
Ante este panorama, y con la confirmación de que Tsunoda será degradado a un rol de piloto reserva para la temporada 2026, Verstappen ha aprovechado para desgranar qué cualidades debería tener el piloto que le acompañe en el futuro. Sus declaraciones, lejos de ser un mero deseo, parecen una hoja de ruta para la dirección del equipo.
"Lo que busco en un compañero es alguien que sea capaz de desarrollar el coche", afirma tajante. Esta primera premisa pone el foco en la capacidad técnica y de feedback. No basta con ser rápido sobre el asfalto; es imprescindible tener la sensibilidad para detectar los comportamientos del monoplaza y transmitir esa información al equipo de ingenieros. En una era en la que el simulador y el trabajo en fábrica son fundamentales, la aportación técnica del piloto se ha convertido en un pilar básico.
La segunda condición que establece Verstappen tiene que ver con la química dentro del equipo. "Que tenga predisposición a un buen entendimiento conmigo", añade. Esta frase, aparentemente simple, esconde una realidad compleja. La relación entre compañeros de equipo en Fórmula 1 es un equilibrio delicado entre la cooperación y la rivalidad. Verstappen no busca un amigo, pero sí un profesional con el que pueda trabajar de forma sincronizada. La comunicación fluida, el respeto mutuo y la claridad a la hora de compartir datos son aspectos que valor por encima de la simpatía personal.
El neerlandés continúa su enumeración con cualidades que, en principio, podrían parecer secundarias, pero que para él tienen su importancia. "Que sea amable, divertido, de mente abierta y que no oculte cosas durante el fin de semana", prosigue. La transparencia es, sin duda, uno de los puntos más críticos. La historia de la Fórmula 1 está llena de ejemplos de pilotos que retenían información para beneficiarse en la lucha interna. Verstappen quiere evitar ese escenario a toda costa. La mente abierta, por su parte, sugiere un perfil flexible, capaz de adaptarse a las estrategias del equipo sin imponer su propia agenda.
La conclusión de su reflexión resume la esencia de su filosofía: "En definitiva, que intente impulsar al equipo para dar saltos cualitativos. Eso es lo más importante". Aquí queda claro que, para Verstappen, el objetivo último es el rendimiento colectivo. No busca un compañero que le sirva de escudero, sino uno que contribuya al desarrollo global del proyecto. La suma de talentos, en su visión, debe traducirse en un coche más competitivo y en un equipo más fuerte.
Cuando se le pregunta sobre la importancia de la relación personal fuera de la pista, su respuesta es pragmática: "Crear un vínculo de amistad fuera de la pista es un buen extra, pero no es algo estrictamente necesario". Con esta afirmación, Verstappen dibuja una línea clara entre lo profesional y lo personal. La amistad puede ser una consecuencia, pero nunca un requisito. Lo que realmente importa es la profesionalidad, la responsabilidad y el compromiso con los objetivos del equipo.
Estas palabras no solo definen el perfil que busca Verstappen, sino que también reflejan la cultura de Red Bull. La escudería austriaca ha construido su éxito sobre la base de la exigencia máxima y la capacidad de tomar decisiones difíciles. No hay lugar para los sentimentalismos ni para las concesiones. El rendimiento es el único idioma que se habla en Milton Keynes.
La degradación de Tsunoda a piloto reserva para 2026 es la última muestra de esta filosofía. A pesar de su juventud y su potencial, el japonés no ha cumplido con las expectativas. Su falta de regularidad y su incapacidad para acercarse al rendimiento de Verstappen han sido factores determinantes. El equipo necesita un piloto que pueda sumar puntos de forma constante, no solo en carreras aisladas.
El futuro de Red Bull pasa por encontrar a alguien que encaje en este perfil. Las opciones son limitadas. Necesitan un piloto con experiencia, con velocidad pura, pero también con la capacidad de trabajar en equipo. La Fórmula 1 actual no premia los egos desmedidos ni los pilotos que solo piensan en su propio rendimiento. La complejidad técnica de los monoplazas exige una colaboración total.
Verstappen, con estas declaraciones, no solo está marcando las pautas para su próximo compañero, sino que también está enviando un mensaje a la dirección del equipo. Quiere tener voz en la decisión y quiere que se tengan en cuenta sus necesidades. No se trata de un capricho, sino de una necesidad para seguir siendo competitivo. Un compañero fuerte le obliga a crecer, pero también le proporciona la tranquilidad de que el equipo estará bien representado en ambos lados del box.
La búsqueda del compañero ideal es, en última instancia, la búsqueda del equilibrio perfecto. Un piloto que sea lo suficientemente rápido para presionar, pero lo suficientemente profesional para colaborar. Alguien que aporte datos valiosos sin generar conflictos internos. Un profesional que entienda que, en Red Bull, el objetivo es ganar campeonatos, no solo carreras individuales.
La temporada 2026 será un nuevo capítulo en la historia de la escudería. Con cambios reglamentarios importantes en el horizonte, la elección del segundo piloto será más crucial que nunca. Verstappen ya ha puesto las cartas sobre la mesa. Ahora le toca a Red Bull encontrar a alguien que pueda cumplir con estas exigencias. El futuro del equipo depende de ello.