Xabi Alonso se juega el puesto en la Supercopa ante el Atlético

El Real Madrid llega a la cita decisiva con tres victorias consecutivas pero una imagen preocupante que podría costarle el cargo al técnico tolosarra

El Real Madrid cerró su año 2024 con una victoria por 2-0 ante el Sevilla que dejó más dudas que certezas. El triunfo, lejos de aplacar los ánimos de la afición, desató una nueva oleada de críticas y pitos en el Santiago Bernabéu, con Vinicius como principal blanco de las quejas. El brasileño, foco de las iras del público, simboliza el descontento generalizado con el juego exhibido por el conjunto blanco, que acumula tres victorias consecutivas pero ofrece una imagen muy discreta. En este contexto de resultados positivos y sensaciones negativas, la figura de Xabi Alonso se encuentra en el centro de la tormenta, con la Supercopa de España marcada en rojo como el auténtico examen que determinará su futuro en el banquillo merengue.

El calendario no da tregua. Tras el último compromiso liguero del año, los jugadores han iniciado un breve periodo de descanso que concluirá el próximo lunes 29 de diciembre, cuando regresen a los entrenamientos en Valdebebas. La reanudación de la competición será inmediata y exigente: el 4 de enero recibirán al Betis en el Bernabéu a las 16:15 horas, pero la verdadera cita con el destino llegará apenas cuatro días después, en la semifinal de la Supercopa de España contra el Atlético de Madrid. Este duelo madrileño, más allá de su trascendencia como trofeo, se ha convertido en una especie de final anticipada para las aspiraciones del entrenador vasco.

La situación deportiva del club es paradójica. Por un lado, la victoria ante el Sevilla permite alcanzar tres triunfos seguidos en todas las competiciones (Alavés, Talavera y Sevilla), una racha que en circunstancias normales generaría optimismo. Por otro, la crisis de juego es evidente y preocupa a observadores y aficionados por igual. El equipo muestra una apatía inquietante en muchos tramos de los partidos, carece de la intensidad característica de los grandes Madrid y solo la calidad individual de sus estrellas evita males mayores. Precisamente, uno de los pocos aspectos positivos del duelo ante los andaluces fue el gol de Mbappé, que le permitió igualar el récord de Cristiano Ronaldo de 59 goles en un año natural con la camiseta blanca, un hito individual que contrasta con la falta de brillantez colectiva.

El técnico tolosarra lleva varias semanas en una posición muy delicada. Las críticas no cesan y, aunque la directiva ha mostrado públicamente su apoyo, en el mundo del fútbol moderno la paciencia es escasa cuando los resultados no acompañan a la percepción general. Alonso se escuda en las numerosas bajas que azotan la plantilla, especialmente en el sector defensivo, argumentando que el equipo mostrará su verdadera cara cuando la enfermería se vacíe. Sin embargo, esta excusa empieza a desgastarse cuando el paso de las jornadas no mejora las prestaciones del conjunto blanco.

El director del programa Tiempo de Juego, Paco González, reflexionaba sobre esta situación con una frase demoledora: "He conocido muchos Real Madrid que empezando bien acabaron mal, por ejemplo el de Queiroz, pero nunca he conocido un Real Madrid que empezando mal acabara bien". Esta afirmación resume a la perfección el pesimismo que rodea al proyecto actual. La historia del club blanco está llena de equipos que decepcionaron tras prometedores inicios, pero la inversa es mucho más complicada de encontrar. La excepción, como apuntaba González, son aquellos conjuntos que, pese a ir mal en Liga, lograban levantar la Champions League, un patrón que no parece aplicable a la actual situación.

El analista deportivo reconocía su incapacidad para ofrecer una explicación coherente a lo que está sucediendo: "No soy capaz de unir lo que sé de una manera lógica. Hay bajas y las de defensa son importantes; hay estados de forma malos; hay pequeños brotes verdes; hay días que se juega bien; hay días horribles... no sé unir todos esos puntos para conseguir una explicación lógica y creo que dentro les pasa lo mismo". Esta fragmentación de sensaciones y resultados es precisamente lo que genera tanta incertidumbre. El equipo muestra destellos de calidad intermitentes, pero carece de la solidez y regularidad necesarias para competir a los máximos niveles.

Uno de los debates centrales en torno a esta crisis es el papel del vestuario. ¿Existen problemas internos? ¿Hay algún tipo de rebelión contra el cuerpo técnico? Paco González descarta rotundamente esta posibilidad: "Un jugador del Real Madrid quiere ganar 3-0, más que ellos no querrá ganar nadie. No me creo que estén cargándose a Xabi Alonso". La profesionalidad de la plantilla no está en entredicho, pero sí su capacidad para responder a las exigencias del momento. El problema, según el experto, no radica en el vestuario sino en la falta de carácter en el césped.

Aquí es donde cobra especial relevancia la ausencia de referentes. Dani Carvajal, capitán y líder indiscutible, ha pasado la mayor parte de la temporada lesionado. Su presencia en el campo va más allá de lo táctico; representa la garra, la experiencia y la personalidad que necesita un equipo en momentos de dificultad. Por su parte, Federico Valverde, otro de los futbolistas con carácter para liderar, ha comenzado la campaña con un rendimiento irregular, lejos de su mejor versión. La combinación de estas circunstancias deja al equipo huérfano de referentes en los momentos clave.

Miguel Ángel Díaz, colaborador del programa, apuntaba una reflexión preocupante: quizás faltan referentes en el vestuario y la etapa actual le empezaba a recordar a la época de los Galácticos. Aquel proyecto, plagado de estrellas individuales, carecía de la cohesión necesaria para triunfar de forma consistente. La comparación, aunque dura, no carece de fundamento. El actual Madrid cuenta con talento descomunal (Mbappé, Vinicius, Bellingham, Rodrygo), pero no consigue convertir esa individualidad en un bloque sólido y competitivo.

La Supercopa de España se presenta, por tanto, como el escenario perfecto para romper con esta dinámica negativa o como la sentencia definitiva para un proyecto que no despega. El Atlético de Madrid de Simeone es el rival ideal para medir la temperatura real del equipo. Los rojiblancos representan el carácter, la intensidad y la organización que tanto extraña el Madrid actual. Un triunfo en ese duelo daría oxígeno a Alonso y validaría la teoría de que el equipo necesitaba solo un empujón anímico. Una derrota, especialmente si es contundente, activaría todas las alarmas y podría precipitar una decisión drástica por parte de la directiva.

El futuro inmediato de Xabi Alonso pasa por ganar no solo el partido, sino también la confianza de la afición y la credibilidad perdida. Los entrenadores en el Real Madrid no tienen margen de error cuando el juego no convence. La historia del club está repleta de técnicos despedidos pese a obtener resultados, simplemente porque la imagen no era la esperada. Alonso conoce esta realidad y sabe que la excusa de las bajas tendrá fecha de caducidad muy pronto.

El análisis de Paco González sobre la imposibilidad de encontrar una explicación lógica al estado del equipo refleja la perplejidad generalizada. Los síntomas son múltiples y no parecen tener una cura única. Las bajas son un factor real, pero no justifican por completo la falta de intensidad. La calidad individual existe, pero no se traduce en un juego colectivo fluido. Hay pequeños destellos de buen fútbol, pero son seguidos de actuaciones horribles que desconciertan a propios y extraños.

En este sentido, la preparación de la semifinal de la Supercopa será clave. Los días de entrenamiento previos permitirán a Alonso trabajar aspectos tácticos y, sobre todo, psicológicos. La recuperación de jugadores clave como Carvajal podría ser el impulso anímico que necesita el grupo. Sin embargo, el tiempo es corto y las expectativas son máximas. El Madrid no puede permitirse otro tropiezo en un torneo que, aunque secundario, se ha convertido en una final para su entrenador.

La reflexión final apunta a una verdad incómoda: el Real Madrid actual es un equipo sin alma. Carece de la identidad que caracterizó a los grandes conjuntos blancos. La falta de carácter en el campo, la ausencia de líderes naturales y la inconsistencia en el juego son problemas que no se resuelven con simples ajustes tácticos. Requieren una reconstrucción anímica y colectiva que, de no producirse pronto, llevará a la directiva a tomar decisiones drásticas.

La cita del 8 de enero en la Supercopa no es solo un partido de fútbol. Es el termómetro que medirá si este Real Madrid tiene capacidad de reacción o si, por el contrario, necesita un cambio de rumbo radical. Xabi Alonso se juega su credibilidad, su proyecto y, muy probablemente, su continuidad en el banquillo más exigente del mundo. La frase que encabeza este análisis, "nunca he conocido un Real Madrid que empezando mal acabara bien", pesa como una losa sobre el futuro inmediato del técnico vasco. Solo el tiempo, y el resultado ante el Atlético, dirá si puede romper con esa maldición histórica.

Referencias

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