Jake Paul y Anthony Joshua suspendidos tras combate en Miami

Ambos púgiles reciben una suspensión preventiva obligatoria por los protocolos médicos de la Comisión Atlética de Florida

La contienda entre Jake Paul y Anthony Joshua en el Kaseya Center de Miami no solo dejó un claro vencedor en el ring, sino que también desencadenó las consecuencias automáticas que rigen el boxeo profesional. Tras la finalización del combate, ambos peleadores fueron objeto de una suspensión preventiva que les impide regresar a la actividad competitiva de inmediato.

El enfrentamiento, pactado a ocho asaltos, reunió a una de las parejas más heterogéneas del panorama pugilístico actual. Por un lado, el estadounidense Paul, quien ha construido su carrera entre el mundo de los influencers digitales y el deporte de los guantes. Por el otro, Joshua, excampeón mundial de los pesos pesados con una trayectoria consolidada en el élite del boxeo. La expectativa mediática superó con creces lo habitual para un evento de estas características, convirtiéndolo en uno de los combates más seguidos del año.

El desarrollo del duelo siguió un guion que pocos anticiparon con exactitud. Paul, conocido por su labia provocadora previa a los combates, había asegurado en múltiples declaraciones que su rival no conseguiría noquearle. Incluso llegó a vaticinar un triunfo propio por la vía del nocaut en el quinto o sexto episodio. La realidad, sin embargo, fue bien distinta. Fue Joshua quien impuso su experiencia y potencia, culminando la velada con un nocaut técnico en el sexto asalto, precisamente en el periodo que Paul había señalado para su propio éxito.

Más allá del resultado deportivo, la atención ahora se centra en las implicaciones regulatorias. La Comisión Atlética de Florida, entidad responsable de sancionar y supervisar los combates profesionales en el estado, activó de forma automática los protocolos médicos establecidos por la Asociación de Comisiones de Boxeo y Deportes de Combate. Esta medida, lejos de ser una sanción disciplinaria, constituye un estándar de seguridad disejado para proteger la integridad física de los deportistas.

Los términos de la suspensión son claros y aplicables a ambos contendientes. Paul y Joshua deberán observar un periodo obligatorio de descanso mínimo de siete días, contabilizados a partir del día siguiente al combate. Durante este intervalo, cualquier tipo de entrenamiento de contacto o actividad competitiva queda estrictamente prohibida. Además, la normativa exige la realización de exámenes médicos exhaustivos para descartar secuelas que pudieran comprometer su salud a largo plazo.

La suspensión de Paul resulta particularmente significativa dado su inmediata retadora al Canelo Álvarez tras concluir el combate. Esta declaración, más propia de su estilo espectacular, choca frontalmente con la realidad médica que ahora enfrenta. El influencer tendrá que posponer cualquier negociación o planificación de futuros enfrentamientos hasta que la comisión levante la restricción y certifique su aptitud física.

Para Joshua, la medida representa un paréntesis obligado en su trayectoria de recuperación. El británico busca reconstruir su posición en el ranking de los pesos pesados, y esta suspensión, aunque temporal, interrumpe el ritmo de preparación que necesita para enfrentarse a los principales contendientes de la división. La experiencia le avala, pero los protocolos son implacables para todos por igual.

El contexto reciente de la comisión muestra que las suspensiones pueden extenderse considerablemente dependiendo de la gravedad de los golpes recibidos. En 2024, el expeleador de MMA Mike Perry recibió una inhabilitación de 60 días tras sufrir un nocaut contundente. Los especialistas en medicina deportiva explican que un nocaut técnico, como el experimentado por Paul, suele conllevar una suspensión de 30 días sin actividad boxística, aunque la normativa base establece un mínimo de una semana.

La aplicación de estas medidas refleja la evolución del boxeo hacia una mayor conciencia de la salud cerebral de los deportistas. Las comisiones atléticas cada vez son más estrictas en la evaluación postcombate, conscientes de los riesgos asociados a los traumatismos craneoencefálicos repetidos. Esta tendencia, originada en estudios neurológicos avanzados, busca prevenir el deterioro cognitivo a largo plazo que ha afectado a numerosos púgiles históricos.

La industria del boxeo observa ahora cómo ambos peleadores gestionan este paréntesis forzoso. Para Paul, supone un test de madurez profesional: demostrar que puede cumplir con la normativa sin generar polémica adicional. Para Joshua, una oportunidad para planificar su siguiente movimiento con la tranquilidad que otorga el descanso médico obligatorio. El tiempo dirá si este combate fue un mero episodio mediático o el punto de inflexión en las carreras de ambos atletas.

Mientras tanto, los aficionados al boxeo deben entender que estas suspensiones no implican culpa ni incapacidad. Son simplemente la expresión de un sistema que, con todas sus imperfecciones, intenta proteger a quienes arriesgan su salud por el espectáculo. La seguridad, en este deporte de contacto, debe primar siempre por encima de los intereses comerciales o las ambiciones personales.

Referencias

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