De taller a iluminar España: 60 años de luces y pasión

Carmelo Plaza fundó una empresa en Salamanca que hoy transforma ciudades con magia lumínica. Su legado sigue vivo en cada bombilla.

Hace más de seis décadas, en un pequeño taller de electricidad en el corazón de Salamanca, nació una historia que hoy ilumina ciudades enteras. Iluminaciones C. Plaza comenzó como un proyecto artesanal, impulsado por la visión y el esfuerzo de su fundador, Carmelo Plaza. Lo que empezó como un servicio puntual para montar luces navideñas se convirtió, con el tiempo, en una empresa líder en el sector de la iluminación urbana y festiva en España.

Carmelo, electricista de formación, no se conformó con hacer lo que otros ya hacían. Vio una necesidad real: los ayuntamientos necesitaban no solo instaladores, sino creadores de experiencias. Así que, con sus propias manos, comenzó a diseñar arcos, figuras y estructuras usando bombillas tradicionales, cables de cobre y marcos metálicos. Su hija, Nuria Plaza, hoy gerente de la empresa, recuerda que aquel trabajo era casi artesanal, muy distinto del proceso tecnológico y profesional que hoy caracteriza a la compañía.

Lo que más destaca de Carmelo no fue solo su habilidad técnica, sino su capacidad de innovar. Fabricó un secadero de bombillas y diseñó un portalámparas propio que la empresa utilizó durante años. Su curiosidad y su obsesión por mejorar cada detalle lo llevaron a reinventarse constantemente durante seis décadas. "Se reinventó durante 60 años", asegura Nuria, y esa filosofía sigue siendo el alma de la empresa.

Un punto de inflexión en la historia de C. Plaza llegó con la llegada de Manuel Martín, quien entró a trabajar con Carmelo hace 18 años. Lo que comenzó como una relación profesional se convirtió en una alianza estratégica y afectiva. Hoy, Manuel es socio de la empresa y presidente de la Asociación de Iluminadores de España. Para Nuria, Manuel es la continuación del espíritu de su padre: "Lo da todo por la empresa y nunca para". Su compromiso, su resistencia ante los desafíos y su pasión por el oficio lo han convertido en una figura clave, y en la familia de la empresa.

La empresa sigue arraigada en Salamanca, pero su influencia se extiende por toda España. Cada año, sus equipos trabajan en ciudades como Segovia, Burgos, zonas de Madrid y numerosas localidades de Castilla y León. Su catálogo supera las 500 referencias, y han completado más de 280 proyectos en todo el país, con más de 155 clientes satisfechos. Su trabajo no solo ilumina, sino que transforma: convierte calles en escenarios mágicos, plazas en espacios de celebración y ciudades en destinos festivos.

Entre sus proyectos más emblemáticos destacan la Caja Mágica y la Campana Navideña de Salamanca, símbolos de la temporada navideña en la ciudad. También han dejado su huella en Valencia, con la iluminación de varias portadas de la Falla Malvarrosa, una de las más importantes de las fiestas de la ciudad. Además, han sido los responsables de la iluminación de ferias y eventos en múltiples localidades, aportando luz, color y alegría a las celebraciones más importantes del año.

Sin embargo, a pesar de su crecimiento y éxito, la empresa enfrenta un desafío recurrente: la falta de mano de obra especializada. "No encontramos gente para cubrir la demanda", reconoce Nuria. Es un problema que se repite año tras año, y que limita su capacidad de expansión. Aún así, la empresa sigue adelante, impulsada por el legado de Carmelo y el compromiso de su equipo.

La historia de Iluminaciones C. Plaza es un ejemplo de cómo la pasión, la innovación y el trabajo constante pueden transformar un pequeño taller en una empresa de referencia nacional. Su filosofía es clara: las luces generan dinero, pero también generan emociones, recuerdos y comunidad. Cada instalación no es solo una obra técnica, sino una experiencia humana que conecta a las personas con la magia de la temporada festiva.

Hoy, con Nuria al frente y Manuel como socio estratégico, la empresa sigue escribiendo su historia. Su objetivo no es solo iluminar ciudades, sino inspirarlas. Y aunque el mundo cambie, y la tecnología avance, el corazón de C. Plaza sigue latiendo con el mismo espíritu con el que Carmelo comenzó: con las manos en la obra, la mente en la innovación y el alma en la luz.

Referencias