Javier Clemente, figura icónica en la historia del fútbol español, volvió a ocupar el centro del debate deportivo tras una entrevista en la Cadena SER junto a José Mari Bakero. En una conversación cargada de nostalgia y análisis, Clemente no solo repasó episodios clave de su carrera, sino que también lanzó un mensaje de advertencia a la joven promesa Lamine Yamal: su vida fuera del campo puede marcar la diferencia entre una carrera brillante o una trayectoria truncada.
La charla, con un aire ‘vintage’, transportó a los oyentes a la final de Copa del Rey de mayo de 1984 en el Santiago Bernabéu. Aquel partido, que coronó al Athletic Club con un histórico doblete, se convirtió en un caos en el campo. Las entradas duras, las provocaciones y la tensión entre catalanes y vascos desembocaron en una batalla campal, con Maradona y Migueli como protagonistas. Clemente, entonces en el banquillo del Athletic, recordó que, en la actualidad, con el VAR, ambos equipos habrían terminado con varios jugadores expulsados.
Pero lo más sorprendente no fue el partido en sí, sino lo que ocurrió después. A pesar de las lesiones graves de Schuster en San Mamés y de Maradona tras el choque con Goikoetxea en el Camp Nou, apenas una semana después, el Athletic viajó a Barcelona para un partido amistoso en homenaje a Artola y Olmo. Un gesto que, en retrospectiva, parece casi inverosímil.
En realidad, el encuentro no se celebró tan pronto. Fue el 11 de septiembre, cuatro meses después, y solo tras intensas gestiones diplomáticas que involucraron al presidente Pujol y al lehendakari Garaikoetxea. El horno, como se dice, no estaba para bollos. Y aunque se jugó, el partido no logró sanar las heridas entre ambos clubes. Al contrario, el mal rollo institucional persistió durante décadas.
Hoy, ese enfrentamiento vuelve a estar en el centro de la actualidad, pero no por el fútbol en sí, sino por cuestiones institucionales. El caso de Nico Williams ha reavivado las tensiones, y el próximo partido entre Barça y Athletic, que se jugará en Montjuïc, promete ser un nuevo capítulo en esta larga historia.
Clemente, con su habitual franqueza, aprovechó la ocasión para reflexionar sobre cómo ha cambiado el fútbol. En los 80, el juego era más físico, más emocional, y las rivalidades se vivían con una intensidad que hoy parece casi inimaginable. Pero también reconoció que, en aquel entonces, los jugadores tenían menos presión mediática y menos distracciones fuera del campo. Esa es precisamente la advertencia que dirige a Yamal: el entorno actual, con las redes sociales y la exposición constante, puede ser tan peligroso como una entrada a dos pies.
El entrenador no solo habló de fútbol, sino también de valores. Para Clemente, el éxito no se mide solo por goles o títulos, sino por la capacidad de mantener la cabeza fría y la disciplina en momentos de presión. Y en ese sentido, Yamal tiene todo para triunfar, pero también todo para fracasar si no aprende a gestionar su vida fuera del campo.
En resumen, la entrevista con Clemente fue mucho más que un repaso a la historia. Fue una lección de vida, un recordatorio de que el fútbol no es solo un juego, sino una pasión que exige sacrificio, inteligencia y, sobre todo, madurez. Y en ese contexto, el homenaje a Artola y Olmo, más allá de ser un partido amistoso, se convierte en un símbolo de lo que el fútbol puede ser: un puente entre rivales, aunque a veces, como en 1984, ese puente se construya sobre cenizas.