Graham Cundy, coronel británico en la reserva y exmiembro de los Royal Marines, ofrece una perspectiva estratégica y realista sobre la situación geopolítica actual. Con experiencia en operaciones de contrainsurgencia en Irak y Afganistán, Cundy ahora asesora a gobiernos y empresas desde Earendel Associates, una consultora especializada en riesgo geopolítico. En una conversación reciente en Madrid, organizada por la Fundación ESY, el coronel desmontó mitos y ofreció análisis contundentes sobre la capacidad militar rusa y las nuevas formas de conflicto en Europa.
Cundy es claro: Rusia no representa una amenaza militar directa para la OTAN. Aunque el Kremlin ha mostrado agresividad en Ucrania, su capacidad de proyección y sostenimiento de operaciones a gran escala sigue siendo limitada. La incorporación de Suecia y Finlandia a la Alianza Atlántica ha reforzado aún más esta ventaja estratégica. “No se trata de subestimar a Rusia, sino de entender sus verdaderas capacidades”, afirma Cundy, quien insiste en que el conflicto actual no puede etiquetarse como una ‘guerra híbrida’.
En su lugar, propone hablar de un conflicto en la ‘zona gris’: un espacio donde las acciones no son abiertamente militares, pero sí profundamente subversivas. Aquí, Rusia utiliza herramientas como el crimen organizado, la desinformación, el ciberataque y la llamada ‘flota gris’ —buques civiles con funciones encubiertas— para ejercer presión sin cruzar la línea de un enfrentamiento directo. “Esto no es guerra en el sentido tradicional, pero sí una amenaza real que requiere respuestas inteligentes, no solo militares”, explica.
Una de las claves que Cundy destaca es la necesidad de colaboración entre el sector público y el privado. Las empresas tecnológicas, las infraestructuras críticas y los servicios financieros son blancos frecuentes de estas tácticas. Por eso, la ciberseguridad, la transparencia ante incidentes y la coordinación entre gobiernos y corporaciones se vuelven esenciales. “No podemos esperar que los ejércitos solucionen lo que ocurre en redes sociales, en mercados o en puertos”, subraya.
La guerra en Ucrania también ha cambiado la percepción de la seguridad en Europa. “Antes, la guerra era algo lejano, casi histórico. Hoy, es una realidad presente”, señala Cundy. Esta nueva conciencia ha generado una Europa más unida en algunos aspectos, pero también más vulnerable a los discursos nacionalistas y populistas que aprovechan el miedo. “La presión social y política está aumentando, y eso puede ser tanto una oportunidad como un riesgo”, añade.
Además, Cundy critica la estrategia de Donald Trump en el Caribe, que supuestamente buscaba combatir el narcotráfico. Para él, esa política carecía de coherencia y no abordaba las raíces del problema. “Las soluciones militares no funcionan si no van acompañadas de una comprensión profunda de los contextos sociales y económicos”, argumenta.
En resumen, Cundy invita a mirar más allá de los titulares y a entender que el conflicto actual no se gana solo con tanques o aviones, sino con inteligencia, cooperación y una visión estratégica a largo plazo. La OTAN sigue siendo superior en capacidad militar, pero la verdadera batalla se libra en la sombra: en las redes, en los mercados, en las instituciones. Y para ganarla, Europa debe aprender a defenderse en todos los frentes, no solo en el campo de batalla.