Egipto supera a Zimbabue con gol decisivo de Mohamed Salah

La estrella del Liverpool anotó el 2-1 definitivo en un encuentro vibrante con cinco minutos de descuento

La selección de Egipto consiguió una trabajada victoria por 2-1 ante Zimbabue en un partido que mantuvo la tensión hasta el último minuto. Mohamed Salah, la gran figura del conjunto egipcio, fue el autor del gol decisivo que dio los tres puntos a su equipo en un duelo marcado por las interrupciones, las faltas tácticas y las ocasiones falladas por ambos bandos.

El encuentro, disputado en un contexto de preparación para futuros compromisos internacionales, mostró las diferencias tácticas entre ambas selecciones. Egipto, con su estrella del Liverpool como referente ofensivo, dominó la posesión pero encontró en la defensa zimbabuense una resistencia mucho más férrea de lo esperado. Los africanos meridionales, por su parte, basaron su estrategia en un juego físico y en la búsqueda de contrataques rápidos que pusieron en apuros a la zaga egipcia en varias ocasiones.

Desde el inicio del partido, se percibió un ritmo intenso. La primera mitad transcurrió con alternativas para ambos equipos, aunque sin claridad en los metros finales. Las imprecisiones en el último pase y la buena organización defensiva evitaron que el marcador se moviera antes del descanso. Sin embargo, la dinámica cambió radicalmente en la segunda parte, cuando las acciones se sucedieron con mayor velocidad y el árbitro tuvo que intervenir en múltiples ocasiones.

El segundo tiempo comenzó con Egipto asumiendo el control del balón. Los cambios realizados por el cuerpo técnico local buscaban refrescar el ataque y encontrar espacios en una línea defensiva zimbabuense que se mostraba bien estructurada. Mostafa Mohamed se convirtió en pieza clave para desequilibrar esta situación, participando activamente en la creación de jugadas y movilizando a los defensores rivales.

A medida que avanzaban los minutos, el partido se volvió más físico. Las faltas se sucedieron con frecuencia, interrumpiendo el fluir del juego y generando una serie de intercambios de tarjetas y advertencias. Macauley Bonne, delantero de Zimbabue, protagonizó varias de estas acciones, recibiendo sanciones por infracciones en zona defensiva que frenaron las acometidas egipcias. Por su parte, Marvelous Nakamba, centrocampista del conjunto visitante, también vio interrumpido su juego por faltas recibidas, especialmente en la banda derecha, donde intentaba generar peligro.

La primera ocasión clara del segundo tiempo llegó mediante un remate de Ibrahim Adel, quien probó suerte desde fuera del área con un disparo potente que fue rechazado por la defensa. Este intento desató una reacción de Zimbabue, que respondió con un contragolpe letal. Tawanda Chirewa, uno de los jugadores más activos del equipo visitante, recibió un pase en profundidad de Nakamba y ejecutó un disparo que rozó la escuadra derecha de la portería egipcia, generando el susto más grande del encuentro hasta ese momento.

El partido continuó con idas y venidas. Zizo, extremo egipcio, tuvo dos ocasiones consecutivas que pudieron cambiar el signo del encuentro. Primero, un remate de cabeza a quemarropa que salió rozando el larguero, tras un centro preciso de Mohamed Hamdy. Acto seguido, otro disparo desde fuera del área que se marchó por encima del travesaño, a pesar de la asistencia de Salah, quien comenzaba a mostrar su influencia creciente en el juego.

Los cambios se sucedieron. Zimbabue movió ficha introduciendo a Tawanda Chirewa y Prosper Padera para refrescar su ataque, mientras que Egipto tuvo que realizar una sustitución forzada por lesión. Mohamed Hamdy tuvo que abandonar el terreno de juego, siendo reemplazado por Ahmed Abou El Fotouh, quien inmediatamente se vio involucrado en una falta que detuvo una peligrosa transición de los visitantes.

El momento decisivo llegó cuando el cronómetro marcaba los últimos compases del encuentro. Mostafa Mohamed recibió un balón en la frontal del área y, con visión de juego, cabeceó hacia el espacio entre líneas. Mohamed Salah, con su característica velocidad y olfato goleador, se infiltró entre los centrales y recibió el esférico en el corazón del área. Con un remate preciso con la izquierda, colocó el balón junto al poste derecho de la portería, superando al guardameta y estableciendo el 2-1 definitivo.

La celebración fue contenida pero intensa. Salah, consciente de la importancia del tanto, se fundió en un abrazo con sus compañeros mientras el banquillo egipcio estallaba de júbilo. El gol llegó en un momento crítico, cuando el empate parecía inminente y Zimbabue había equilibrado las fuerzas en el campo.

Los últimos minutos fueron una sucesión de faltas tácticas e interrupciones. El árbitro, que ya había anunciado cinco minutos de descuento, vio cómo el juego se detenía constantemente. Hamdi Fathy, centrocampista egipcio, recibió una falta que permitió a su equipo ganar tiempo. Por su parte, Omar Marmoush también fue víctima de una infracción que cortó una posible transición peligrosa de Zimbabue.

En el epílogo del encuentro, Zimbabue intentó reaccionar con desesperación. Tawanda Maswanhise, que había entrado por Emmanuel Jalai, intentó generar peligro por la banda, pero la defensa egipcia, bien organizada por Yasser Ibrahim, neutralizó los intentos visitantes. Ibrahim, por cierto, también recibió varias faltas durante el desarrollo del partido, evidenciando la dureza del juego zimbabuense.

El pitido final confirmó la victoria egipcia. El 2-1 reflejó la superioridad local, pero también la competitividad de un Zimbabue que plantó cara durante gran parte del encuentro. La diferencia estuvo en la calidad individual de Mohamed Salah, capaz de resolver un partido igualado con una acción de élite.

Este resultado consolida a Egipto en su objetivo de mantener el ritmo competitivo de cara a futuros desafíos continentales. La actuación de Salah, una vez más, demuestra por qué es considerado uno de los mejores futbolistas africanos de la historia. Su capacidad para aparecer en los momentos decisivos y su eficacia en el último metro son cualidades que diferencian a los buenos jugadores de los verdaderamente extraordinarios.

Por su parte, Zimbabue deja una sensación agridulce. La derrota es dura, pero la actitud y la organización mostradas durante buena parte del encuentro son aspectos positivos sobre los que construir. La experiencia de enfrentarse a una selección de la talla de Egipto y mantener el tipo hasta el final es invaluable para un equipo en proceso de reconstrucción.

El partido también dejó varias enseñanzas tácticas. La necesidad de Egipto de encontrar alternativas ofensivas más allá de la dependencia de Salah es evidente, aunque la efectividad del sistema justifica el modelo. Por su parte, Zimbabue debe trabajar en la definición, ya que las ocasiones claras generadas, especialmente la de Chirewa, podrían haber cambiado el signo del encuentro.

En definitiva, un choque vibrante que cumplió con las expectativas. El fútbol africano sigue mostrando su competitividad y la capacidad de sus estrellas para brillar en el escenario internacional. Mohamed Salah, una vez más, selló su nombre en un nuevo capítulo de la historia de la selección egipcia.

Referencias

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