Israel ataca a Hezbollah en Líbano pese a la tregua vigente

El ejército israelí eliminó a un presunto terrorista en Yater y acusa al grupo proiraní de violar el alto el fuego en 1.900 ocasiones

El conflicto en la frontera entre Israel y Líbano vuelve a intensificarse tras un nuevo operativo militar israelí en territorio libanés. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron el pasado domingo un ataque dirigido contra presuntos miembros de Hezbollah en la localidad de Yater, situada en la zona sur del Líbano. El saldo oficial del incidente, según fuentes sanitarias libanesas, ascendió a al menos una persona fallecida y otra herida.

El Centro de Operaciones del Ministerio de Salud Pública del Líbano emitió un comunicado en el que detallaba que los ataques afectaron tanto a un vehículo como a una motocicleta que circulaban por la zona. La información oficial libanesa calificó los hechos como "dos ataques enemigos israelíes" sin especificar la naturaleza exacta de los objetivos, aunque confirmó que los incidentes ocurrieron en el distrito de Bint Jbeil, una zona históricamente controlada por Hezbollah.

Por su parte, el ejército israelí ofreció una versión diferente de los eventos. En un comunicado oficial, las FDI aseguraron haber eliminado a un terrorista que trabajaba activamente en la reconstrucción de infraestructuras militares para la organización chií Hezbollah. Según el portavoz militar, estas actividades representaban una clara violación de los acuerdos de alto el fuego establecidos entre ambas naciones. El comunicado especificó que el objetivo neutralizado estaba directamente involucrado en proyectos para restaurar las capacidades de combate del grupo proiraní.

El incidente se produce en un momento particularmente delicado, ya que las delegaciones de ambos países mantienen conversaciones para consolidar la paz fronteriza. Además, se cumple más de un año desde la entrada en vigor del alto el fuego de noviembre de 2023, que puso fin a una escalada bélica que causó miles de víctimas y desplazados en ambos lados de la frontera. Este acuerdo, mediatizado por la comunidad internacional, establecía límites claros a las actividades militares en la zona fronteriza y la retirada progresiva de fuerzas.

A pesar de la tregua formalmente vigente, los ataques israelíes en suelo libanés han sido una constante prácticamente diaria. El pasado jueves, las FDI bombardearon instalaciones militares que identificaron como pertenecientes a Hezbollah en la zona sur del país, causando dos muertos y cinco heridos. La semana anterior, la División 91 del ejército israelí eliminó a cuatro presuntos combatientes en la misma región, utilizando drones y artillería de precisión.

Las autoridades militares israelíes han mantenido una postura firme respecto a estas operaciones, justificándolas como medidas preventivas necesarias para garantizar la seguridad nacional. En un informe divulgado la semana pasada, las FDI afirmaron haber neutralizado a 380 presuntos miembros de Hezbollah desde el inicio de la tregua. Además, el gobierno de Tel Aviv acusó al grupo terrorista de haber violado el acuerdo de cese al fuego en 1.900 ocasiones diferentes, incluyendo el almacenamiento de armas en zonas prohibidas y la reconstrucción de túneles de ataque.

Estas cifras contrastan marcadamente con los informes de organismos internacionales. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha denunciado que al menos 127 civiles han perdido la vida en los ataques israelíes durante el año de vigencia del alto el fuego. Esta discrepancia en los números refleja la complejidad de la situación y las diferentes perspectivas sobre lo que constituye un objetivo legítimo. Los observadores internacionales han expresado preocupación por la proporcionalidad de las respuestas israelíes.

En un intento por desescalar las tensiones, representantes de ambas naciones se reunieron el viernes en Naqoura, localidad situada en el sur del Líbano y sede tradicional de las negociaciones. Según la oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el diálogo se centró en cuestiones de seguridad fronteriza y en el desarme de Hezbollah, responsabilidad que recae oficialmente sobre el Ejército libanés. No obstante, no se anunciaron avances concretos tras el encuentro, y las partes solo se comprometieron a mantener el canal de comunicación abierto.

El grupo Hezbollah, respaldado financiera y militarmente por Irán, mantiene una presencia significativa en el sur del Líbano. Esta región ha sido históricamente escenario de enfrentamientos recurrentes con las fuerzas israelíes, y la organización chií continúa siendo considerada una amenaza estratégica por el gobierno de Tel Aviv. Expertos en seguridad regional señalan que Hezbollah ha aprovechado el período de tregua para reorganizar sus estructuras y rearmarse, a pesar de las restricciones del acuerdo.

Las tensiones entre ambas partes permanecen en niveles elevados más de doce meses después de la firma del acuerdo de cese al fuego. La comunidad internacional observa con preocupación la evolución de los acontecimientos, temiendo una nueva escalada que pueda desestabilizar aún más la región. Los países occidentales han instado al cumplimiento estricto del acuerdo, mientras que otros actores regionales mantienen posiciones más ambiguas.

El futuro de la frontera norte de Israel y el sur del Líbano depende de la capacidad de ambas partes para cumplir con los compromisos adquiridos y de la voluntad política para encontrar una solución duradera. Mientras tanto, la población civil de ambos lados continúa pagando el precio de una confrontación que parece lejos de llegar a su fin definitivo. Los desplazados del conflicto anterior aún no han podido regresar a sus hogares, y la incertidumbre sobre la seguridad persiste en las comunidades fronterizas.

Analistas políticos consideran que la situación actual representa un punto de inflexión crítico para la estabilidad de Oriente Medio. La capacidad de Hezbollah para reorganizarse, combinada con la determinación israelí de impedirlo, crea un ciclo de violencia difícil de romper. La presencia de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano (UNIFIL) se ha visto limitada en su capacidad para monitorear efectivamente todas las actividades en la zona.

La respuesta del gobierno libanés ha sido tibia, reflejando su debilidad institucional y la influencia de Hezbollah dentro del sistema político del país. Mientras Beirut oficialmente condena los ataques israelíes como violaciones de su soberanía, su capacidad para controlar las actividades del grupo armado en el sur es limitada. Esta dinámica interna complica aún más las negociaciones y la implementación de cualquier acuerdo de seguridad.

Desde la perspectiva israelí, cada operativo se justifica como una medida defensiva preventiva. El ministro de Defensa israelí ha reiterado en múltiples ocasiones que su país no permitirá que Hezbollah restablezca las capacidades que tenía antes del conflicto de 2023. Esta postura unilateral ha generado críticas de organizaciones de derechos humanos, que cuestionan la legalidad de los ataques preventivos en territorio soberano.

La situación humanitaria en el sur del Líbano se deteriora progresivamente. Las comunidades locales, ya afectadas por la crisis económica que atraviesa el país, enfrentan ahora la constante amenaza de nuevos ataques. Los servicios de emergencia trabajan en condiciones difíciles, y el acceso a zonas afectadas es a menudo restringido por las hostilidades.

En conclusión, el reciente ataque en Yater no es un incidente aislado, sino parte de una estrategia sostenida de Israel para contrarrestar lo que percibe como una amenaza creciente. La comunidad internacional debe aumentar sus esfuerzos diplomáticos para evitar una nueva escalada, mientras que las partes involucradas deben reconocer que la solución militar no sustituye a una resolución política negociada. La paz duradera en la frontera israelí-libanesa requiere compromisos genuinos, mecanismos de verificación efectivos y, sobre todo, la protección de la población civil.

Referencias

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