Nicolas Sarkozy ha pasado su primera noche fuera de la cárcel de La Santé tras 20 días de detención, gracias a una decisión del Tribunal de Apelación de París que le concede la libertad bajo estrictas condiciones. El exmandatario francés, condenado a cinco años de prisión por su implicación en el caso de financiación ilegal de su campaña presidencial de 2007, ahora espera su juicio en marzo bajo control judicial.
Durante la audiencia celebrada en el Palacio de Justicia de la Isla de la Cité, Sarkozy intervino por videoconferencia desde la prisión. En su declaración, expresó su sorpresa y dolor por haber experimentado la cárcel a los 70 años: «Jamás imaginé que tendría que esperar a tener 70 años para experimentar la cárcel», dijo. Añadió que, aunque la experiencia ha sido «muy dura», la ha sobrevivido con dignidad, reconociendo que «es duro para todos los presos».
La decisión judicial se basa en que no existe riesgo de destrucción de pruebas, pero sí persiste la preocupación de que Sarkozy pueda ejercer presión sobre testigos clave, especialmente antiguos funcionarios libios. Por ello, se le impone una serie de restricciones: no podrá abandonar Francia, ni contactar con el ministro de Justicia, Gérard Darmanin, ni con miembros de su gabinete o funcionarios del Ministerio de Justicia. Esta medida responde a las críticas generadas tras la visita de Darmanin a la cárcel, considerada inapropiada por muchos sectores políticos y judiciales.
Sarkozy, desde su cuenta en X, agradeció públicamente el apoyo recibido: «Miles de testimonios me han conmovido profundamente y me han dado la fuerza para sobrellevar esta dura prueba». Reafirmó su inocencia y su compromiso de demostrarla: «Estoy convencido de que la verdad prevalecerá».
La noticia de su liberación ha sido recibida con alivio en los círculos de la derecha francesa. Laurent Wauquiez, presidente del grupo parlamentario de Los Republicanos, calificó la decisión como «justa y digna», destacando el legado de Sarkozy en la política francesa. En contraste, la izquierda ha sido más reservada. François Ruffin, diputado de La Francia Insumisa, bromeó en redes sociales sugiriendo que Sarkozy debería aprovechar su libertad para aprender a cocinar.
Este caso sigue siendo uno de los más mediáticos en la política francesa reciente. La Fiscalía había solicitado su puesta en libertad bajo vigilancia, argumentando que la detención preventiva ya no era necesaria. Sin embargo, el tribunal consideró que el riesgo de interferencia en el proceso judicial aún existe, especialmente por la posible influencia sobre testigos internacionales.
Sarkozy, que fue presidente de Francia entre 2007 y 2012, enfrenta cargos por «asociación de malhechores» en relación con la financiación de su campaña, que según los jueces tenía como objetivo «preparar una corrupción al más alto nivel posible». Aunque su libertad condicional es un alivio, el proceso judicial aún está en marcha, y su futuro político y legal sigue en el aire.
Mientras tanto, el expresidente se prepara para enfrentar el juicio en marzo, con la esperanza de limpiar su nombre y demostrar que, como él mismo afirma, «hubo una manipulación» contra él. Su caso sigue siendo un espejo de las tensiones entre justicia, política y poder en Francia.