Santi Aldama sigue consolidándose como una pieza fundamental en los Memphis Grizzlies, un equipo que aspira a pelear por el anillo con Ja Morant a la cabeza. Pero ahora, además de su talento técnico, el ala-pívot canario está aprendiendo una nueva faceta: la del jugador con carácter, ese que sabe defender su espacio y no se deja intimidar. En otras palabras, está empezando a entender el arte de ser un 'chico malo' en la NBA —una habilidad que Draymond Green ha perfeccionado durante años.
No es que Aldama quiera convertirse en un provocador profesional, pero en la NBA, especialmente en partidos intensos, saber manejar la tensión y responder con actitud es clave. Y eso es exactamente lo que hizo en el último partido contra los Phoenix Suns, cuando se cruzó con Grayson Allen, otro conocido por su juego físico y provocador.
El incidente ocurrió durante un momento de alta tensión: Allen, con su habitual estilo desafiante, intentó arrebatarle el balón a Aldama mientras otros jugadores, como Williams y O’Neale, también se enfrascaban en una disputa paralela. Aldama no se amilanó. En lugar de retroceder, levantó la mano para proteger el balón y mantuvo la calma. La disputa terminó con una técnica para ambos, pero el mensaje quedó claro: Aldama no se deja pisotear.
Y lo mejor de todo es que, a pesar de la tensión, el canario no dejó que eso afectara su rendimiento. De hecho, firmó su primer doble-doble de la temporada: 14 puntos, 10 rebotes, 5 asistencias y 3 robos, con un 6/12 en tiros de campo y 2/5 en triples, en 31 minutos de juego. Su contribución fue vital para la victoria de los Grizzlies por 113-114, gracias a un tiro ganador de Ja Morant en los últimos segundos.
Este partido no solo fue una prueba de carácter para Aldama, sino también una señal de que está evolucionando como jugador. Ya no es solo el talentoso ala-pívot que aporta desde el banquillo; ahora también es un jugador que puede enfrentarse a los más duros, mantener la concentración bajo presión y, si es necesario, responder con actitud sin perder el control.
En la NBA, el talento no basta. Hace falta mentalidad, resistencia y, a veces, un poco de fuego en la mirada. Aldama está aprendiendo esa lección, y lo está haciendo bien. No se trata de convertirse en un villano, sino de entender que en esta liga, el respeto se gana con acciones, no solo con estadísticas.
Con su rendimiento y su actitud, Santi Aldama está demostrando que puede ser más que un buen jugador: puede ser un líder en el campo, alguien que inspira a sus compañeros y que sabe cómo manejar los momentos más calientes del partido. Y eso, en una liga tan competitiva como la NBA, es un valor incalculable.
Así que sí, Aldama está aprendiendo de Draymond Green. Pero no copiando su estilo, sino adaptando lo que necesita para ser efectivo en su propio juego. Y eso, al final, es lo que hace a un jugador verdaderamente completo.