El economista Julen Bollain, profesor e investigador de la Universidad de Mondragón, ha decidido poner fin a un tópico que resuente con insistencia en el debate público español: la idea de que los pensionistas disfrutan de una situación económica holgada. Sus palabras llegan como respuesta a las declaraciones de la escritora y periodista Analía Plaza, quien en una entrevista reciente sugirió que los jubilados actuales "se pegan la vida cañón".
Bollain no niega que existan casos de mayores con una situación cómoda, pero insiste en que los datos ofrecen una perspectiva muy diferente a la que predomina en la opinión pública. La afirmación de Plaza, quien justificaba su punto aludiendo a que muchos jubilados tienen la vivienda pagada, hijos emancipados y buena salud, ha servido de punto de partida para un análisis más profundo sobre la realidad del sistema de pensiones en España.
La dura realidad de las cifras
El economista ha puesto el foco en una verdad incómoda: la mitad de los jubilados percibe una pensión inferior al Salario Mínimo Interprofesional, que en 2025 se sitúa en 1.184 euros brutos mensuales. Esta cifra contrasta bruscamente con la media oficial de pensiones de jubilación, que ronda los 1.511 euros al mes.
"Esa media convive con una masa enorme de pensiones bajas y trayectorias laborales durísimas", ha señalado Bollain en su análisis difundido en redes sociales, donde ha cosechado más de un millar de interacciones positivas. La distancia entre la media y la mediana revela una desigualdad estructural que muchos prefieren ignorar.
Mientras algunos pensionistas pueden permitirse ciertos lujos, miles de personas mayores sobreviven con ingresos de apenas 900 euros mensuales, una cantidad con la que "a duras penas llegan a fin de mes". Esta brecha económica demuestra que hablar de los jubilados como un bloque homogéneo es un error conceptual grave.
Más allá de la economía: el papel invisible de los abuelos
Bollain profundiza en un aspecto que rara vez aparece en los debates sobre pensiones: la contribución familiar no remunerada que realizan los mayores. Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), aunque la insuficiencia económica constituye el principal problema para muchas personas mayores, una proporción significativa de abuelos y abuelas apoya económicamente a sus familias.
Pero el apoyo no se limita al ámbito monetario. El economista destaca que el 47% de los jubilados participa activamente en el cuidado diario de nietos y nietas. Esta labor, invisible para las estadísticas oficiales, representa un pilar fundamental del sistema de bienestar familiar español.
"Menos chiste y más realidad: para muchísimos jubilados, vivir significa estirar la pensión, cuidar nietos y, a veces, ayudar a hijos o hijas atrapados en nuestra propia mierda", sentencia Bollain con contundencia. La frase refleja la crudeza de una situación donde los mayores no solo no son una carga, sino que constituyen un soporte vital para las generaciones más jóvenes.
El verdadero problema: un sistema en crisis
La reflexión final de Bollain apunta a la raíz del conflicto: "¿De verdad esto va de jóvenes contra mayores o va de salarios y vivienda que no dan, pensiones desiguales y un modelo que carga con los cuidados sobre las familias?". La pregunta desmonta la narrativa intergeneracional para reconducirla hacia donde realmente reside el problema.
El economista argumenta que la diana no debe ser una generación concreta, sino el sistema económico y social que genera estas tensiones. Los salarios precarios, el acceso prohibitivo a la vivienda y la desigualdad en las pensiones son síntomas de un modelo que falla en su conjunto.
La carga de los cuidados, que recae principalmente sobre las familias y, dentro de ellas, sobre los hombros de las mujeres, representa otra debilidad estructural. En este contexto, los abuelos no son privilegiados, sino amortiguadores de una crisis que afecta a toda la sociedad.
Un debate necesario
La intervención de Bollain ha conseguido visibilizar una realidad que muchos preferían obviar. Los datos sobre pensiones bajas, la ayuda familiar y los cuidados a nietos dibujan un panorama complejo donde las simplificaciones no sirven.
La jubilación para muchos no es una etapa de descanso y disfrute, sino una prolongación de las responsabilidades vitales con recursos muchas veces insuficientes. Los estereotipos sobre mayores "viviendo de lujo" no solo son injustos, sino que desvían la atención de los verdaderos problemas que necesitan solución urgente.
El sistema de pensiones español requiere un análisis profundo que vaya más allá de las medias engañosas y los titulares sensacionalistas. Necesita políticas que aborden la desigualdad, que garanticen dignidad a todos los pensionistas y que reconozcan el valor social de las contribuciones familiares.
Mientras tanto, la sociedad seguirá debatiendo sobre generaciones y responsabilidades. Pero como ha demostrado Bollain, los datos hablan más claro que los prejuicios. Y los datos dicen que el problema no es de mayores contra jóvenes, sino de un modelo que no funciona para ninguna de las dos partes.
La reflexión final debe ser colectiva: si los abuelos están ayudando a sus hijos y cuidando a sus nietos con pensiones de 900 euros, ¿quién está realmente sosteniendo a quién? La respuesta es evidente: estamos todos en el mismo barco, y ese barco necesita reparaciones estructurales, no culpables ficticios.