Luis Rubiales, ex presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), ha publicado un libro que no deja lugar a dudas: para él, es un hombre íntegro, valiente y maltratado por fuerzas externas. En 'Matar a Rubiales', obra de más de 500 páginas, el abogado granadino construye un relato en primera persona donde se retrata como un líder con buenas intenciones, capaz y honrado, pero también como un idealista que se enfrentó a los verdaderos corruptos del fútbol español.
Rubiales no se arrepiente. No se disculpa. No reconoce errores. En su visión, todo lo que le ha ocurrido —desde el escándalo del beso a Jenni Hermoso hasta su salida forzada de la RFEF— es producto de una conspiración orquestada por el feminismo radical, el 'wokismo', el Gobierno de Pedro Sánchez y, sobre todo, por Javier Tebas, presidente de LaLiga. Para él, estos actores combinaron fuerzas para derribarlo, utilizando tácticas que, según afirma, recuerdan los métodos de propaganda del régimen nazi, específicamente los de Joseph Goebbels.
El libro, editado por Última Línea, es una defensa personal sin fisuras. Rubiales se presenta como un prohombre injustamente perseguido, víctima de una de las campañas más crueles de la democracia española moderna. Su tono es contundente, casi desafiante: no teme acusar a sus detractores de usar estrategias de manipulación y desinformación. Aunque dos sentencias judiciales ya han calificado su gesto hacia Hermoso como agresión sexual —y una tercera, en el Supremo, aún está pendiente—, él insiste en que no hubo intención maliciosa, y que el problema fue su falta de protocolo, no el acto en sí.
Lo más llamativo del libro es su omisión selectiva. De las más de 500 páginas, apenas tres se dedican a la investigación sobre presuntas comisiones irregulares vinculadas al caso Supercopa. La Guardia Civil sospecha que Rubiales y algunos colaboradores crearon una red para enriquecerse ilícitamente. Pero él lo niega con rotundidad: "Jamás tuve ingreso en mi vida de manera ilegal". No profundiza, no explica, no aporta pruebas. Solo afirma su inocencia, como si la mera declaración bastara para disipar las sombras.
Tampoco falta el toque de drama político. Rubiales revela un supuesto pacto con Víctor Francos, ex presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD). Según su versión, se le ofreció una lista de 26 trabajadores "intocables" en la RFEF si dimitía. El primer nombre en esa lista era el de Andreu, aunque no aclara quién es ni por qué merecía tal protección. Este detalle, aunque escueto, sugiere que el mundo del fútbol institucional es más complejo —y más oscuro— de lo que parece.
El libro prometía desvelar secretos de Estado relacionados con su gestión. Pero, en realidad, lo único que aporta es una versión personal, sesgada y defensiva. No hay revelaciones explosivas, no hay documentos filtrados, no hay nombres nuevos. Solo una narrativa que busca reivindicar su figura ante la opinión pública, convirtiéndolo en víctima de una cacería mediática y política.
¿Es Rubiales un hombre noble o un iluso? ¿Un valiente o un despiadado? La respuesta depende de con qué lente se le mire. Para sus defensores, es un líder que intentó reformar un sistema corrupto y fue castigado por ello. Para sus críticos, es un hombre que se niega a asumir responsabilidad, que manipula la narrativa y que utiliza el victimismo como escudo.
Lo cierto es que, con este libro, Rubiales no busca reconciliarse con su pasado. Busca reescribirlo. Y lo hace con una convicción que, aunque no convence a todos, al menos no deja indiferente a nadie. En un mundo donde la verdad es cada vez más subjetiva, su historia es un ejemplo de cómo la narrativa personal puede convertirse en arma, en escudo, en legado.
Mientras la justicia sigue su curso —tanto en lo penal como en lo deportivo—, el libro de Rubiales se convierte en un documento histórico: no por lo que revela, sino por lo que oculta, por cómo se presenta, por quién lo lee. Porque, al final, no importa tanto si es inocente o culpable. Lo que importa es que, en su propia historia, él es el héroe. Y eso, en el mundo del fútbol y la política, puede ser suficiente para algunos.