En una conversación tan fresca como reveladora, Pol Estrada, redactor del 'Diari de Girona' y recién estrenado autor con su libro Els arbres no s’ho mereixen, desgrana con humor y crudeza su visión del mundo actual. Su obra, una colección de cuentos que ya ha cosechado elogios y comparaciones con los grandes de la literatura catalana, no solo es un ejercicio literario, sino también una denuncia social encubierta.
Estrada no se anda con rodeos. En su opinión, la generación que mejor ha vivido en la historia es la de los boomers. No lo dice con rencor, sino con una mezcla de admiración y resignación. "Si lo tienen todo pagado", afirma, refiriéndose a las pensiones, la estabilidad laboral y el acceso a servicios públicos que esta generación disfrutó sin tener que luchar por ellos como las actuales. Para él, es un logro humano que otra generación pueda vivir tan bien —aunque, por ahora, parece improbable.
Su libro, cuyo título alude a la injusticia de los desastres naturales y sociales, es una metáfora de lo que siente su generación: la sensación de haber entrado en un mundo ya agotado, donde las oportunidades se desvanecen antes de que puedan siquiera intentar construir algo. "Estamos perdiendo perspectivas de futuro sin ni siquiera haber aportado nuestro granito de arena", reconoce. Y aunque su tono es irónico, el mensaje es serio: la responsabilidad de lo que hoy vivimos recae, en gran medida, en quienes gozaron de las mejores condiciones históricas.
En la entrevista, Estrada también aborda temas más personales y absurdos, como la necesidad fisiológica en situaciones incómodas. "Si tienes ganas de cagar, estírate", bromea, sugiriendo que la gravedad puede ser aliada en momentos de emergencia. Aunque suena a chiste, es una muestra de su estilo: mezclar lo cotidiano con lo filosófico, lo absurdo con lo profundo.
Sobre su paso por la universidad, Estrada es igual de directo. Reconoce que, más allá de algunas asignaturas, su formación académica fue más un trámite que un aprendizaje. "Mis padres me pagaron los cursos y yo dejé que pasara el tiempo", confiesa. Pero no se arrepiente: "Ya venía bastante curtido del pueblo". Para él, la universidad no fue un lugar de descubrimiento, sino de transición —y en algunos casos, de autodestrucción para quienes se dejaron llevar por la vida nocturna.
Y sí, en su libro hay un cuento sobre erecciones descomunales. ¿Es real? "Es un farol total", admite con una sonrisa. Y aprovecha para señalar una tendencia social: "Hoy en día se folla menos que nunca". No lo dice con tristeza, sino con una especie de constatación irónica, como si fuera parte de ese mundo que su generación heredó y que ahora intenta entender.
Pol Estrada no busca ser un profeta ni un revolucionario. Solo un observador atento, con sentido del humor y una pluma afilada. Su libro no es una queja, sino un espejo: refleja lo que vemos, lo que sentimos y lo que no nos atrevemos a decir. Y si los árboles no se merecen ser talados para hacer libros malos, Estrada asegura que su obra, al menos, no los traiciona. Porque, aunque el mundo esté desordenado, hay quien aún sabe contar historias que valen la pena —y que, quizás, ayuden a entender por qué estamos donde estamos.