Jorge Valdano recuerda a Manolo Villanova: un hombre de fútbol auténtico

El exdelantero del Real Zaragoza rinde homenaje a su primer entrenador, fallecido este sábado, y critica la pérdida de valores en el fútbol moderno

El fútbol español ha perdido a una de sus figuras más queridas y respetadas. Manolo Villanova, histórico entrenador del Real Zaragoza y hombre ligado durante décadas al club maño, falleció el pasado sábado, dejando un vacío imposible de llenar en la entidad aragonesa y en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerle. Entre ellos, Jorge Valdano, quien no dudó en despedirse de su primer técnico en la entidad con palabras cargadas de emotividad, reconocimiento y una profunda reflexión sobre el estado actual del deporte rey.

El exdelantero argentino, campeón del mundo en México 86 y una de las mentes más lúcidas del fútbol contemporáneo, se enteró de la triste noticia durante el minuto de silencio previo al encuentro entre el Betis y el Barcelona. "Me apenó muchísimo", confesó Valdano, quien considera a Villanova "una de esas buenas personas, de esa buena gente, que uno tiene la oportunidad y la fortuna de cruzarse en el camino". Una declaración que resume la huella imborrable que dejó el técnico aragonés en quien fuera uno de los mejores delanteros de su generación.

La relación profesional entre ambos nació en el verano de 1979, cuando Valdano aterrizó en Zaragoza procedente del Alavés. Durante casi dos temporadas, Villanova ejerció como su mentor, guiando los primeros pasos del argentino en un club que entonces apostaba por una revolución física sin precedentes en el panorama nacional. Bajo su tutela, Valdano compartió vestuario con auténticas leyendas del balompié mundial como Mario Kempes, Frank Rijkaard o Radomir Antic, formando parte de una plantilla que el propio Villanova calificó en su día como irrepetible.

Un estilo directo y auténtico

Lo que más destacó Valdano de Villanova fue su autenticidad innegable. "Tenía ese tono futbolero de toda la vida, ese estilo claro y directo que caracteriza a los verdaderos hombres de fútbol", describió el exjugador. Una forma de ser que, según Valdano, se está perdiendo en el deporte actual, "ahora lleno de tantos intrusos que no entienden la esencia del juego".

El argentino no dudó en calificar a Villanova como un técnico "cercano y sencillo, como todo aragonés", alguien con "convicciones muy arraigadas y un sentimiento profundo por el Real Zaragoza". Un perfil humano que contrasta con la imagen de distanciamiento que a menudo proyectan los técnicos modernos, más preocupados por la gestión mediática que por la conexión genuina con los jugadores.

La crítica al fútbol actual

Las palabras de Valdano sobre los "intrusos" en el fútbol moderno no pasaron desapercibidas. El exdirector del Real Madrid lanzó una crítica velada a la profesionalización excesiva del deporte, que ha marginado a figuras como Villanova, representantes de un "amor antiguo" al balompié. "Somos casi una secta los que tenemos esa visión más clásica", reflexionó, evidenciando la nostalgia por una época donde la pasión y el conocimiento del juego primaban sobre los intereses comerciales y las dinámicas corporativas.

Esta reflexión cobra especial relevancia en un momento donde el fútbol parece haberse deshumanizado, priorizando los resultados inmediatos y las operaciones de marketing por encima de la formación de personas y la construcción de proyectos sólidos a largo plazo. Villanova representaba justo lo contrario: una apuesta por el trabajo diario, la cercanía y la transmisión de valores.

La revolución física del Zaragoza

Valdano recordó con especial cariño la etapa de transformación que vivió el Zaragoza a su llegada. "El club estaba centrado en una revolución física con el Brujo Torrado", recordó, en referencia al mítico fisioterapeuta y recuperador de la entidad. Una apuesta innovadora para la época que dotó a la plantilla de una condición física excepcional, proporcionando a Villanova "una gran materia prima para trabajar".

La llegada de extranjeros como Valdano mismo se sumó a un grupo de jugadores locales con talento indiscutible, creando una mezcla explosiva que prometía grandes éxitos. Sin embargo, la etapa de Villanova en el banquillo concluyó a finales de la campaña 80-81, cuando fue sustituido por Leo Beenhakker, marcando el final de una era y el comienzo de otra.

El legado de Beenhakker y el contraste de estilos

Aunque su paso fue breve, Valdano no olvida el impacto que tuvo el técnico holandés en el club. "Leo le dio un vuelco al fútbol del Zaragoza y hasta a todo el fútbol español", reconoció. Un cambio de paradigma que, sin embargo, no empaña el recuerdo de Villanova, cuya influencia en los cimientos del equipo fue fundamental.

Este contraste entre ambos técnicos refleja la evolución del fútbol español: de la autenticidad y cercanía de Villanova a la modernidad y sofisticación táctica de Beenhakker. Dos filosofías diferentes, pero complementarias, que hicieron del Zaragoza un club pionero en su momento.

Los homenajes del club

El Real Zaragoza no ha querido dejar pasar la despedida de Villanova sin los honores que merece. Este domingo, plantilla, cuerpo técnico y médico guardaron un minuto de silencio en la Ciudad Deportiva antes del entrenamiento. Un gesto que se repitió antes del encuentro del Deportivo Aragón, filial del club, donde Villanova dejó una huella indeleble como técnico durante años, formando a generaciones de jóvenes talentos.

Los homenajes continuarán en los próximos partidos. El equipo saltará al campo con brazaletes negros en el duelo ante el Málaga, mientras que en el Ibercaja Estadio se guardará un minuto de silencio previo al choque contra el Cádiz. Gestos que reflejan el cariño y respeto que despertó Villanova en toda la familia zaragocista, desde la primera plantilla hasta las categorías inferiores.

Una despedida emotiva y un legado perdurable

El funeral de Manolo Villanova se oficiará este lunes en el cementerio de Torrero, donde familiares, amigos y excompañeros podrán darle el último adiós. Una ceremonia que cerrará el capítulo de una vida dedicada al fútbol, pero que no borrará el recuerdo de quien fue un hombre "de trato fácil y convicciones arraigadas".

Para Valdano, Villanova representa una forma de entender el fútbol que se está perdiendo. "Era de esa buena gente que deja huella", concluyó, definiendo a la perfección el legado de un técnico que supo combinar profesionalidad, humildad y pasión por los colores de su tierra. Una lección que el argentino, ahora comentarista y analista de prestigio internacional, no ha olvidado y que ha querido compartir con el mundo del fútbol en un momento de despedida.

En total, el argentino marcó 71 goles con la camiseta del Zaragoza, muchos de ellos bajo las órdenes de Villanova. Un bagaje goleador que, sin embargo, queda en segundo plano ante la huella humana que dejó su primer entrenador en España. Una relación que demuestra que, en el fútbol, los números importan, pero las personas y los valores son lo que realmente perdura en el tiempo.

Referencias

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