Euskadi y Palestina: un partido con alma

Más allá del fútbol, un encuentro simbólico entre Euskal Selekzioa y Palestina para reivindicar la paz y apoyar la ayuda humanitaria en Gaza.

En un gesto que trasciende el deporte, la selección vasca se prepara para recibir a Palestina en San Mamés en un partido que no solo busca entretener, sino conmover y movilizar. Este encuentro, que se celebra en un contexto de profunda crisis humanitaria en Gaza, se convierte en un acto de solidaridad global y en un recordatorio de que el fútbol puede ser un puente entre pueblos.

Iker Goñi, presidente de la Federación Vasca de Fútbol, recordó ayer en San Mamés que este partido no es un evento cualquiera. "Organizar un partido de la Euskal Selekzioa nunca es fácil, y cuando se suma una federación como la de Palestina, que vive una situación dramática, se vuelve aún más complejo. Pero el esfuerzo vale la pena", afirmó. Para Goñi, este encuentro es un "partido de vuelta" en sentido histórico: una devolución de la solidaridad que el pueblo vasco recibió en los años 36 y 37, cuando el lehendakari Aguirre lideró una gira por América y Europa para recaudar fondos y apoyo internacional.

La recaudación del partido, una vez cerradas las cuentas, será destinada íntegramente a Médicos Sin Fronteras. Nagore Eskisabel, delegada de MSF en el norte de España, subrayó la urgencia de la situación en Gaza: "Allí no queda nada en pie tras dos años de genocidio. Necesitamos que la ayuda humanitaria entre de forma masiva". Para Eskisabel, este partido no es solo un evento deportivo, sino un acto de generosidad colectiva que busca transformar el dinero en asistencia médico-sanitaria para quienes más lo necesitan.

La presencia institucional también ha sido significativa. El lehendakari Imanol Pradales visitó a los jugadores en Lezama, mientras que la vicelehendakari Ibone Bengoetxea destacó en San Mamés que el partido sirve para "mostrar nuestra solidaridad con el pueblo palestino y reivindicar la oficialidad de nuestra selección". Para el Gobierno Vasco, este encuentro es también una oportunidad para proyectar los valores de Euskadi: respeto, unidad y compromiso con la justicia social.

El simbolismo del partido no pasa desapercibido. En un mundo donde el fútbol a menudo se reduce a resultados y estadísticas, este encuentro recupera su dimensión humana. Es un recordatorio de que los estadios pueden ser espacios de encuentro, de empatía y de acción concreta. La afición vasca, conocida por su pasión y su sentido de comunidad, tiene ahora la oportunidad de demostrar que su apoyo va más allá de las líneas blancas del campo.

La Federación Vasca de Fútbol ha trabajado arduamente para hacer posible este partido, superando obstáculos logísticos y diplomáticos. La colaboración con la Federación Palestina, que opera en condiciones extremas, ha sido un acto de confianza mutua y de compromiso compartido. "Este no es un partido amistoso en el sentido tradicional", señaló Goñi. "Es un partido con un propósito: ayudar, reivindicar y recordar que el deporte puede ser un instrumento de paz".

Para los aficionados, asistir al partido será una experiencia única. No solo verán fútbol, sino que participarán en un acto colectivo de solidaridad. Las entradas, los productos oficiales y las donaciones adicionales se convertirán en recursos vitales para quienes sufren en Gaza. Y en el fondo, el mensaje es claro: Euskadi no mira hacia otro lado. Cuando otros pueblos sufren, extiende la mano.

Este partido, por tanto, no es solo un encuentro deportivo. Es un acto de memoria, de justicia y de esperanza. Un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el fútbol puede iluminar caminos y unir corazones.

Referencias