En un gesto que refleja su compromiso con el medio ambiente, Familia Torres ha logrado reducir hasta un 40% las emisiones contaminantes en sus exportaciones a Alemania y los Países Bajos gracias al uso del transporte ferroviario. Esta iniciativa forma parte de una estrategia más amplia que la bodega catalana ha venido desarrollando desde hace más de dos décadas, con el objetivo de convertirse en un referente de sostenibilidad en el mundo del vino.
Todo comenzó en 1999, cuando la familia Torres decidió plantar viñedos en el Pirineo, a 950 metros de altitud. En aquel entonces, ya percibían los primeros signos del cambio climático: sequías más prolongadas, temperaturas extremas y patrones climáticos impredecibles. Hoy, esa intuición se ha convertido en una acción concreta y ambiciosa. "La urgencia por actuar es mayor que nunca", afirmó Miquel A. Torres, presidente de la compañía, durante la entrega de los premios Torres & Earth, que reconocen a personas y entidades que impulsan la sostenibilidad.
Entre los galardonados de esta edición destacan viticultores, fabricantes de etiquetas ecológicas, asociaciones forestales y distribuidores internacionales. En especial, Walraven Sax (Países Bajos) y Wein Wolf (Alemania) han sido pioneros en adoptar el tren como medio de transporte para los vinos de Torres, lo que ha permitido reducir significativamente la huella de carbono asociada al transporte.
Pero la apuesta por la sostenibilidad no se queda ahí. En los Países Bajos, la empresa está implementando un sistema de botellas retornables, que tras ser lavadas y reutilizadas, ayudan a disminuir la generación de residuos. Este proyecto, que también utiliza el ferrocarril, se integra en la hoja de ruta de la compañía para alcanzar cero emisiones en 2040. Según Josep Ribas, responsable de Sostenibilidad de Familia Torres, desde 2008 hasta 2020 ya se logró una reducción del 30% en emisiones, y ahora se apunta a un 60% para 2030.
Además, la bodega está transformando sus prácticas agrícolas. Actualmente, la mitad de sus viñedos en Cataluña ya aplican agricultura regenerativa, un enfoque que prioriza la salud del suelo, la biodiversidad y la captura de carbono. También se están realizando ensayos con agrovoltaica: la instalación de paneles solares sobre las viñas, que permiten generar energía limpia sin interferir en el cultivo.
Otro avance clave es la captura del CO2 emitido durante la fermentación del mosto, mediante un sistema que convierte ese gas en un recurso útil. Este tipo de innovaciones demuestran que la industria vinícola puede ser parte de la solución al cambio climático, no solo un sector afectado por él.
Para Miquel A. Torres, el vino es un símbolo de resiliencia y responsabilidad. "No hay vuelta atrás", ha insistido, subrayando que la colaboración entre productores, distribuidores y consumidores es esencial para lograr un futuro más sostenible. La empresa no solo busca reducir su impacto ambiental, sino también inspirar a otros actores del sector a seguir su ejemplo.
Con estas acciones, Familia Torres no solo está protegiendo el medio ambiente, sino también asegurando la viabilidad de su negocio a largo plazo. En un mundo donde los consumidores exigen mayor transparencia y compromiso ecológico, la bodega catalana está marcando la diferencia, demostrando que la tradición y la innovación pueden ir de la mano para construir un futuro más verde.