La borrasca Emilia ha dejado un reguero de precipitaciones intensas y vientos huracanados a su paso por el archipiélago canario, generando un escenario meteorológico de excepcional magnitud que ha afectado desde las cumbres más altas hasta las zonas costeras. Este fenómeno atmosférico, que ha atravesado las islas de este a oeste, ha dejado cantidades de agua significativas en prácticamente todo el territorio, aunque con una distribución desigual que ha concentrado los mayores volúmenes en puntos muy específicos.
El centro de coordinación meteorológica ha confirmado que el sábado fue el día de mayor intensidad, con registros que superaron con creces las expectativas iniciales. Los efectos se dejaron sentir en múltiples municipios, donde la población tuvo que adaptarse rápidamente a las condiciones adversas que alteraron la normalidad diaria. Las carreteras de montaña registraron cortes temporales, mientras que en las zonas bajas la acumulación de agua generó situaciones de riesgo que fueron gestionadas por los servicios de emergencia.
En Gran Canaria, la situación fue especialmente notable. La Vega de San Mateo se convirtió en el epicentro de las precipitaciones más intensas de todo el archipiélago, alcanzando la cifra extraordinaria de 150 litros por metro cuadrado en un solo día. Este volumen representa prácticamente el triple de lo que suele registrarse en un mes entero en esa zona, marcando un hito en las estadísticas climatológicas recientes. La configuración orográfica de la isla, con sus barreras montañosas, favoreció el ascenso forzado de las masas de aire húmedo, provocando este desbordamiento pluviométrico concentrado.
Los agricultores de la comarca han recibido esta lluvia como un auténtico regalo después de meses de preocupación por la sequía. Los embalses y pozos de la zona han visto incrementado su caudal de forma considerable, lo que permitirá afrontar los próximos meses con mayor garantía hídrica. Los técnicos del sector primario ya evalúan el impacto positivo que este episodio tendrá en los cultivos de cereal y en la ganadería, fundamentales para la economía local.
En cuanto a Tenerife, la distribución de las precipitaciones ha seguido un patrón ligeramente diferente pero igualmente significativo. El municipio de Candelaria, tradicionalmente ajeno a las quinielas de máximas pluviométricas, ha sorprendido a propios y extraños al encabezar los registros de la isla con 92 litros por metro cuadrado en apenas 24 horas. Esta cifra resulta especialmente relevante si consideramos que se trata de una zona costera donde las precipitaciones suelen ser menos intensas que en las áreas montañosas.
El fenómeno se explica por la combinación de vientos de componente este que, al chocar con la dorsal montañosa, generaron un efecto de convergencia que desembocó en precipitaciones persistentes y de moderada intensidad pero de larga duración. Los vecinos de Candelaria han observado con sorpresa cómo las calles se transformaban en pequeños ríos y cómo los sistemas de drenaje llegaban a su límite, algo inusual en una localidad acostumbrada a un clima mucho más seco.
No obstante, Candelaria no fue el único punto destacado en Tenerife. La estación meteorológica de Izaña, situada a más de 2.300 metros de altitud, registró 69 litros por metro cuadrado, mientras que las Las Cañadas del Teide, corazón geográfico de la isla, acumularon 66 litros. Estos valores, aunque inferiores a los de la costa, resultan igualmente notables dada la altitud y las condiciones típicas de esas zonas, donde las precipitaciones suelen ser menos frecuentes pero más intensas cuando se producen.
La macizo de Anaga, por su parte, aportó 52 litros por metro cuadrado, consolidándose como una de las áreas más húmedas del norte de Tenerife. Su condición de parque rural y su vegetación de laurisilva, dependiente de la humedad constante, se ha visto beneficiada por este aporte hídrico que refuerza los acuíferos subterráneos y mantiene los bosques en óptimas condiciones ecológicas.
El Roque de los Muchachos, en La Palma, cerró el círculo de registros significativos con 51 litros por metro cuadrado. Aunque geográficamente pertenece a otra isla, su inclusión en el informe meteorológico responde a la extensión del fenómeno Emilia más allá de las islas centrales, alcanzando también el occidente del archipiélago. Este observatorio astronómico, situado en uno de los puntos más altos de Canarias, experimentó condiciones de visibilidad prácticamente nulas durante las horas de mayor intensidad del temporal.
El contexto de sequía prolongada que atraviesa el archipiélago hace que estas precipitaciones sean consideradas prácticamente como agua bendita. Los últimos años han sido especialmente duros en términos hídricos, con embalses en mínimos históricos y restricciones en el uso del agua en múltiples municipios. Los expertos en climatología advierten que, aunque este episodio no resuelve el déficit acumulado, sí representa un respiro importante que permite reactivar la recarga de acuíferos y mejorar la situación de los sectores agrícolas.
Las previsiones para los próximos días indican un gradual retorno a la estabilidad atmosférica, con cielos despejados y temperaturas que se normalizarán progresivamente. Los servicios de limpieza y mantenimiento ya trabajan en la retirada de pequeños desprendimientos y en la limpieza de redes de drenaje que quedaron saturadas durante el paso de Emilia. La población, por su parte, vuelve a la rutina con la sensación de haber vivido un episodio meteorológico memorable que, lejos de ser un inconveniente, ha sido recibido como una noticia esperada y necesaria para el equilibrio ambiental de las islas.
Los datos recabados servirán para mejorar los modelos predictivos locales y para entender mejor cómo interactúan los fenómenos de gran escala con la orografía particular de cada isla. La investigación climática en Canarias se enriquece con cada evento de estas características, permitiendo desarrollar sistemas de alerta más eficaces y protocolos de actuación más ajustados a la realidad territorial. Mientras tanto, los ciudadanos disfrutan de un paisaje renovado, con montañas que recuperan su manto verde y un aire limpio que invita a recorrer los senderos una vez más.