España brilla en subastas de vino con 300 botellas de Vega Sicilia

Una colección histórica de Vega Sicilia se vende por más de 170.000 euros en Suiza, marcando un hito para el vino español en el mercado global.

La semana pasada, coleccionistas de Malasia, Nueva York, Singapur y Reino Unido se conectaron desde sus hogares para participar en una subasta que puso a España en el centro del escenario mundial del vino. La casa suiza Baghera Wines, reconocida como líder europea en subastas de grandes vinos, logró adjudicar una colección de 300 botellas de Vega Sicilia por un total de 172.754 euros. Las añadas abarcaban desde 1921 hasta 2014, convirtiendo la venta en un evento histórico para el vino español.

Este logro tuvo lugar durante la "Spanish Week" de Baghera Wines, un evento que reunió a más de 220 inversores y amantes del vino de todo el mundo. Por primera vez, la casa de subastas dedicó tres días completos exclusivamente al vino español, una señal clara de que el interés internacional por nuestras bodegas está en auge.

Pablo Álvarez, director de Baghera Wines y hijo del propietario de Tempos Vega Sicilia, resumió el éxito con una sola frase: "Vendimos todo". La puja fue intensa, y los resultados superaron las expectativas. "El vino español interesa cada vez más fuera", afirmó Álvarez, destacando que el interés no se limita a Vega Sicilia, sino que abarca a una amplia gama de productores españoles.

La subasta se estructuró en tres bloques principales: Vega Sicilia, López de Heredia (Viña Tondonia) y Comando G. En el caso de Vega Sicilia, todos los lotes se vendieron, con un incremento promedio del 35% sobre el precio de salida. Entre las piezas más codiciadas, una botella de Único 1921 alcanzó los 2.629 euros, mientras que un magnum de Único 1960 se adjudicó por 3.168 euros. Un lote especial de Reserva Especial 1991, acompañado de botellas de 1968, 1970 y 1972, se vendió por 4.470 euros.

Álvarez describió estos vinos como "historia líquida", subrayando que cada botella representa una etapa en la evolución del vino español, desde su consumo casi exclusivo en el mercado nacional hasta su reconocimiento global como uno de los grandes del mundo.

Los vinos de López de Heredia también tuvieron un desempeño notable. Un Viña Tondonia 1934 se vendió por 1.249 euros, y un Bosconia 1920 alcanzó los 1.051 euros. Tres botellas de rosado de antes de los años 60 se adjudicaron por 854 euros. Aunque Álvarez reconoció que Tondonia aún necesita un impulso internacional, destacó que son vinos maravillosos, apreciados principalmente por conocedores.

El cierre de la jornada estuvo a cargo de Comando G, una bodega madrileña que representa la nueva generación del vino español. Vendieron el 90% de sus lotes, con resultados que sorprendieron incluso a la organización. Una botella de 3 litros de Rumbo al Norte 2015, de la que solo existen cinco en el mundo, alcanzó los 4.209 euros. Un lote de seis botellas de la añada 2022 se vendió por 2.717 euros, y un magnum de Tamboril P.R. alcanzó los 1.315 euros. "Es un productor moderno. Y eso conecta con los coleccionistas jóvenes", señaló Álvarez.

Baghera Wines, fundada en Ginebra en 2015 por Michael Ganne y Julie Carpentier, antiguos responsables del departamento de vinos de Christie’s, se ha convertido en menos de una década en la líder europea del sector. Su modelo combina la tradición de las grandes casas de subastas con una estrategia ágil e innovadora: subastas mensuales en línea, dos eventos presenciales al año y una red de más de 6.000 miembros activos.

Álvarez, que se unió a la empresa hace poco más de cinco años, ha sido testigo directo de su crecimiento. "Nuestra fuerza está en la especialización. No tenemos relojes, ni arte. Solo vino. Y eso nos permite adaptarnos al ritmo del mercado y de los productores", explicó. A diferencia de gigantes como Sotheby’s o Christie’s, Baghera opera con una estructura flexible, capaz de montar una subasta en cuestión de semanas.

En los últimos años, la casa ha protagonizado algunas de las ventas más espectaculares del sector, incluyendo botellas del Domaine de la Romanée-Conti y magnums de Armand Rousseau. "Hicimos una subasta en 2021 con vinos de Domaine Ponsot y de la Romanée que superó los diez millones de francos suizos. Fue una locura", recordó Álvarez.

En un mercado donde la autenticidad es fundamental, Baghera ha desarrollado un sistema de verificación riguroso que combina inspección directa, análisis visual y trazabilidad documental. "Cuando recibimos colecciones grandes, visitamos las bodegas para comprobar las condiciones de conservación y pedimos facturas o certificados de compra", detalló Álvarez. Las botellas con signos de calor, manipulación o etiquetado dudoso quedan fuera del catálogo. "Preferimos no subastar si no estamos cien por cien seguros. Hemos rechazado incluso botellas de Mouton Rothschild 1945 por pequeñas sospechas. Y hace poco detectamos doce Romanée-Conti 2015 falsas. No podíamos permitir que circularan".

La garantía, además de proteger al comprador, actúa como escudo cultural. "Cada botella cuenta una historia. Si se ha conservado setenta años y llega intacta, merece ser tratada con respeto", dijo. Ese respeto, explica, es también una forma de preservar la memoria líquida de Europa.

El fenómeno de las subastas de vino ha evolucionado drásticamente en dos décadas. Si en los años ochenta era un territorio reservado a profesionales y grandes coleccionistas, hoy el acceso es digital y global. "Las plataformas online lo han democratizado", afirmó Álvarez. "Tenemos clientes que compran desde Singapur o Los Ángeles sin moverse de casa". La digitalización también ha cambiado el perfil del comprador: menos especulador y más apasionado. "Antes se veía como inversión pura. Ahora muchos compran para beber. Uno de nuestros clientes americanos se llevó veinte botellas de un vino de 1865 y se las ha bebido todas".

El interés no se limita a los grandes clásicos. Los vinos de Alta Saboya, productores como Nicolas Jacob o Dominique Lucas, y nombres emergentes del Loira o el Jura están ganando peso. "Son vinos más ligeros, más bebibles, más alineados con el gusto actual", comenta Álvarez. "Y eso también se nota en España: las nuevas garnachas, más elegantes y menos potentes, han cambiado la percepción del vino español".

España elabora vinos de talla mundial, "pero el mundo aún no lo sabe", sentencia Álvarez. Una realidad que pesa desde hace décadas, donde la calidad media ha crecido de forma extraordinaria, pero la visibilidad sigue siendo limitada. "Hay restaurantes de alto nivel en Europa donde apenas hay vinos españoles. Ni siquiera hablo de Vega Sicilia o Ermita, sino de productores excelentes que deberían estar en las cartas", lamenta.

El avance, sin embargo, es evidente. En los últimos veinte años, bodegas como Cerrón, Comando G, Envínate o Barranco Oscuro han marcado el camino a seguir: vinos precisos, con identidad, elaborados en origen y con una sensibilidad contemporánea. "El futuro está ahí, en esos pequeños productores que entienden la sostenibilidad no como una moda, sino como parte de su cultura", apunta. El reconocimiento internacional también requiere constancia institucional. "Francia lleva doscientos años construyendo su reputación. España empezó mucho más tarde. La Denominación de Origen Ribera del Duero no se creó hasta 1986. Tenemos que darle tiempo, pero la dirección es buena", concluye.

Referencias