Cosmita: el niño sordo que cambió el Paleolítico con signos y valentía

Un cuento inclusivo revive la Prehistoria para celebrar la diversidad, la inteligencia y la humanidad en un mundo brutal.

En las montañas de Palencia, hace más de 35.000 años, un niño llamado Cosmita desafió las normas de su tribu y las adversidades de su tiempo. Sordo desde pequeño, este pequeño sapiens no fue visto como un igual por su comunidad, pero su inteligencia aguda y su coraje inquebrantable lo convirtieron en un símbolo de esperanza. Su historia, creada por los palentinos Francisco Javier Gómez y Félix Velasco, ha evolucionado desde un cómic en 2014 hasta un cuento ilustrado accesible en la Biblioteca Pública de Palencia, que celebra la inclusión y la diversidad en un mundo prehistórico que, a primera vista, parece implacable.

Este proyecto no es solo una aventura narrativa; es un alegato por la inclusión. Inspirado en obras como el tebeo 'Def', que retrataba la vida de personas sordas en un medio visual, Cosmita representa a quienes, en cualquier época, luchan contra la adversidad. Su mundo, que los autores llaman "cosmósico", refleja una percepción única del entorno, donde los sonidos no existen, pero la observación, la creatividad y la empatía se vuelven herramientas fundamentales para sobrevivir y conectar.

Francisco Javier Gómez, guionista y exprofesor del instituto Mariano Timón de Palencia, es el cerebro detrás del argumento. Su pasión por la Prehistoria y su compromiso con la educación lo llevaron a imaginar un personaje que rompiera los estereotipos. "La Prehistoria es una época oscura, pero en ella florecen ejemplos de humanidad ética", explica Gómez. Su colaboración con Félix Velasco, dibujante y apasionado de la arqueología, ha dado vida a un universo visual realista, donde cada viñeta y cada gesto cuentan una historia más allá de las palabras.

Velasco, cuyo trabajo ha sido influenciado por sus visitas a Atapuerca y su colaboración con arqueólogos, buscaba un argumento original para un cómic. "No quería más héroes tradicionales: cazadores, guerreros, líderes... necesitaba algo diferente", confiesa. La propuesta de Gómez —un niño sordo en el Paleolítico— fue la chispa que encendió el proyecto. "Al principio no me convencía, pero cuanto más lo pensaba, más sentido tenía. Cosmita no es un superhéroe; es un niño que, con sus limitaciones, encuentra formas de superarlas y ayudar a los demás. Eso es lo que lo hace extraordinario", añade.

La evolución del proyecto ha sido notable. Lo que comenzó como un cómic en 2014 se ha convertido en un cuento ilustrado que fusiona didáctica y aventura, accesible para lectores de todas las edades y capacidades. Además, ha trascendido las páginas: se han realizado donaciones a comunidades sordas, exposiciones en museos, colaboraciones con el Museo de la Evolución Humana de Burgos y hasta un reportaje en el programa ‘Lengua de Signos’ de La 2 de TVE.

Cosmita no solo es un personaje; es un mensaje. Su historia invita a reflexionar sobre cómo la diversidad, lejos de ser una debilidad, puede ser una fuente de fortaleza y creatividad. En un mundo que a menudo marginaliza a quienes son diferentes, Cosmita demuestra que la humanidad se mide por la empatía, no por la normalidad. Su mundo "cosmósico" nos recuerda que, aunque no todos escuchamos de la misma manera, todos podemos entender, conectar y contribuir.

El proyecto también tiene un impacto educativo significativo. En las aulas, Cosmita se convierte en una herramienta para hablar de inclusión, diversidad y prehistoria de una manera accesible y emocionalmente resonante. Los niños aprenden que la discapacidad no define a una persona, y que la inteligencia y el coraje pueden superar cualquier obstáculo. Además, el uso de signos y viñetas en el cuento permite que los lectores sordos se sientan representados y valorados, algo que rara vez ocurre en la literatura infantil.

En 2025, once años después de su gestación, Cosmita regresa con una nueva edición que combina el pasado y el presente, la aventura y la reflexión. Es un homenaje a la Prehistoria, pero también a la humanidad en su sentido más amplio: la capacidad de adaptarse, de ayudar, de entender y de crecer juntos. Gómez y Velasco han logrado algo extraordinario: han dado voz a los silenciados, no con palabras, sino con imágenes, signos y emociones.

Cosmita es más que un cuento; es un recordatorio de que, en cualquier época, la verdadera fuerza reside en la diversidad, la creatividad y la empatía. Su historia nos invita a mirar más allá de las apariencias, a escuchar con los ojos y a valorar las diferencias como oportunidades para aprender y crecer. En un mundo que a menudo se centra en lo que falta, Cosmita nos enseña a celebrar lo que tenemos: inteligencia, coraje y la capacidad de conectar con los demás, sin importar las barreras.

Referencias