Leire Martínez: El final con La Oreja de Van Gogh fue doloroso

La exvocalista de La Oreja de Van Gogh conversa con James Rhodes en Palma sobre su trayectoria, la maternidad y su nuevo proyecto musical

Leire Martínez, la voz que durante casi dos décadas lideró La Oreja de Van Gogh, se sienta frente a James Rhodes en el Teatre Principal de Palma para desgranar las etapas que han configurado su vida artística y personal. En esta conversación íntima, la cantante donostiarra, nacida en 1979, desgrana un recorrido marcado por transformaciones profundas, decisiones valientes y una constante búsqueda de autenticidad en un sector donde la presión mediática puede resultar aplastante.

"Mi trayectoria ha estado llena de experiencias intensas", confiesa Martínez. Este reconocimiento sirve como hilo conductor de un diálogo donde la artista reivindica la conexión plena con el presente: "Procuro vivir anclada en el momento actual, para que cuando todo esto concluya, pueda sentir que he extraído lo más valioso de cada instante". Esta filosofía de vida, que parece simple en su formulación, ha sido el resultado de años de superar retos profesionales y personales que han puesto a prueba su fortaleza emocional.

El salto a la fama televisiva

Antes de convertirse en la voz de una de las bandas más populares del pop español, Leire dio sus primeros pasos en el ámbito público a través del programa Factor X en 2007. Esta experiencia televisiva supuso su primera incursión individual en el mundo del espectáculo. "Fue mi debut en solitario ante las cámaras y el gran público. Aprendí lecciones fundamentales sobre el funcionamiento de la televisión y la relevancia de las audiencias", explica con la perspectiva que da el tiempo transcurrido.

La artista muestra especial gratitud por el calendario en el que se desarrolló esta etapa: "Me siento afortunada de haber vivido este proceso antes de la explosión de las redes sociales. Me libré de un escrutinio brutal que hoy en día es inevitable para cualquier persona que se expone públicamente". Esta reflexión cobra particular relevancia en un contexto actual donde el juicio instantáneo y la presión constante del entorno digital han transformado radicalmente la experiencia de la fama.

El vértigo de sustituir a una estrella

La llamada que transformaría radicalmente su vida no tardó en llegar. Convertirse en la nueva vocalista de La Oreja de Van Gogh supuso un salto del anonimato a los escenarios más grandes del país. "El cambio fue vertiginoso. De repente, me encontraba ante miles de personas sin un proceso de adaptación gradual", recuerda con claridad. La transición fue tan abrupta que generó un desequilibrio emocional inicial que tuvo que aprender a gestionar sobre la marcha.

El reto se intensificó por las inevitables comparaciones con su predecesora, Amaia Montero. "Nuestra cultura tiene una tendencia natural a la confrontación y la toma de posiciones. Constantemente me enfrentaba a juicios que comparaban mi trabajo con el pasado", relata con cierta resignación. Frente a esta presión, Martínez desarrolló un mecanismo de defensa radical: "Decidí blindarme. No leía críticas, no buscaba opiniones. Creé una burbuja protectora para preservar mi salud mental". Esta estrategia, aunque efectiva, requirió una disciplina constante y una fuerza de voluntad considerable.

Afortunadamente, la cantante llegó a esta prueba con una base sólida. Con 27 años, ya había realizado un importante trabajo personal. "Había aprendido a aceptarme completamente, con mis fortalezas y mis debilidades. Esa seguridad interior fue mi mejor escudo", afirma. Esta preparación psicológica resultó crucial para sobrevivir a la presión de ocupar el lugar de una vocalista tan querida por el público.

La despedida dolorosa y su digestión emocional

El cierre de su etapa con La Oreja de Van Gogh representó uno de los momentos más complejos de su carrera. "La separación fue dolorosa, ya lo he manifestado en otras ocasiones. Aún hoy, a nivel emocional, existen aspectos que me resultan difíciles de procesar", admite con una honestidad que desarma. Esta declaración revela que, a pesar del tiempo transcurrido, las heridas no han cicatrizado completamente.

Sin embargo, Martínez afrontó la transición con una claridad de propósito inquebrantable. "Tenía muy claro que mi vocación continuaba. El deseo de seguir creando y trabajando era más fuerte que cualquier obstáculo", explica. Su filosofía de vida le proporcionó las herramientas necesarias: "Existen circunstancias que escapan a nuestro control y que generan un coste emocional. Pero invertir energía en sufrir por lo que no puedo cambiar no es una opción para mí". Esta actitud pragmática le permitió canalizar su dolor hacia la creación artística en lugar de quedarse anclada en la amargura.

Reconexión con la niña interior

En la actualidad, Leire Martínez vive una nueva etapa creativa con su proyecto en solitario, "Historias de aquella niña". Este trabajo representa un ejercicio de retorno a sus orígenes artísticos. "El disco ha sido un puente hacia esa niña que se imaginaba con gafas de exploradora, dispuesta a descubrir mundos. Es un regreso al juego creativo sin ataduras", describe con entusiasmo. Este enfoque simbólico le ha permitido desconectar de las expectativas comerciales y reconectar con la pureza de su vocación inicial.

El álbum surge de una necesidad imperiosa de reconectar con la esencia de la música. "Este último año ha sido un proceso de reencuentro con mi identidad como artista, lejos de las grandes estructuras y más cerca de mi voz individual", añade. Esta transición hacia la carrera en solitario no ha sido sencilla, pero le ha otorgado una libertad creativa que valoriza profundamente.

La maternidad y el encuentro con la mortalidad

La vida personal de Martínez también ha atravesado momentos de profunda transformación. La maternidad, que llegó a sus 36 años, desencadenó su mayor temor. "Al convertirme en madre, me conecté directamente con la idea de la muerte. No solo la mía, sino la de mi hijo. Fue una experiencia terrible que me obligó a confrontar mis peores angustias", revela con vulnerabilidad. Esta reflexión expone el lado menos visible de la maternidad, lejos de los discursos idealizados.

Frente a estos desafíos existenciales, la cantante ha mantenido una herramienta constante: la terapia. "Acudo a terapia desde que tenía 20 años. Para mi bienestar emocional, es un pilar fundamental", comparte abiertamente. Esta declaración rompe tabúes sobre la salud mental en el mundo del espectáculo y normaliza la búsqueda de ayuda profesional.

La reivindicación del presente

A lo largo de toda la conversación, un mensaje recurre constantemente: la importancia de la presencia consciente. "Mi objetivo es vivir cada fase conectada con lo que está sucediendo ahora, sin perderme en el pasado ni la ansiedad por el futuro", concluye. Esta práctica de mindfulness aplicada a la vida artística le ha permitido mantener la cordura en medio de la tormenta mediática.

Esta filosofía se traduce en una actitud proactiva ante la vida: "Quiero asegurarme de que, cuando llegue el final de cualquier etapa, pueda sentir que he extraído chispas de cada experiencia, que he estado realmente presente". Para Leire Martínez, cada momento, por difícil que sea, contiene una oportunidad de crecimiento si se aborda con la actitud correcta.

Referencias

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