Modesto Vázquez, nacido en Galicia y forjado en el tenis argentino, es una figura única en el mundo del deporte. Con una trayectoria que abarca desde sus duelos contra leyendas como Rod Laver y Björn Borg hasta su papel como capitán de la selección argentina en la Copa Davis, Vázquez ha visto evolucionar el tenis desde múltiples ángulos. Hoy, desde su perspectiva de mentor, escritor y observador crítico, ofrece una mirada profunda sobre el estado actual del deporte.
En una conversación reciente en Pontevedra, Vázquez no duda en destacar a Carlos Alcaraz como una de las figuras más fascinantes del panorama actual. Lo compara con Camarón de la Isla, no por su estilo musical, sino por su capacidad de improvisar, de crear en el momento, de romper las reglas establecidas. "Alcaraz tiene el don de improvisar", afirma, y lo ve como un contrapunto vital frente a la tendencia moderna de convertir a los tenistas en máquinas perfectamente programadas.
Para Vázquez, el tenis actual está dominado por dos figuras: Alcaraz y Jannik Sinner. Ambos, según él, están tan por encima del resto que los demás parecen quedarse en un segundo plano. "Tsitsipas, Rune, Zverev... prometieron mucho, pero no lograron alcanzar ese nivel de consistencia y dominio", explica. Sinner, en particular, ha demostrado una capacidad asombrosa para mantenerse en la cima: desde el US Open hasta Wimbledon, pasando por la Davis y el Australian Open, su rendimiento es casi ininterrumpido.
Pero no todo es halago. Vázquez critica la homogeneización del juego moderno. "Hoy todos alcanzan el 10 a nivel físico, pero tenísticamente son muy parecidos", señala. La tecnología ha ayudado a aumentar la potencia y la velocidad, pero también ha reducido la diversidad de estilos. Las raquetas modernas permiten golpes imposibles en la era de madera, pero también han llevado a una especie de estandarización del juego. "Antes, los jugadores tenían más libertad, más personalidad. Hoy, muchos parecen robots", lamenta.
La enseñanza del tenis también ha cambiado. Con la globalización y el acceso a la información, se han popularizado métodos y ejercicios que, según Vázquez, a veces son superfluos. "Harry Hopman decía que se pueden hacer muchos ejercicios físicos con raqueta. Hoy, en cambio, se prioriza la fuerza y la velocidad sobre la creatividad y la inteligencia táctica", añade.
Vázquez, que sigue activo en el mundo del tenis ayudando a jóvenes talentos como Matilda Werle, también escribe. Su segunda novela está en proceso, tras su autobiografía "El ombligo del pulpo". Además, ha compuesto canciones, como "2 de enero", dedicada a Luis Alberto Spinetta, una muestra de su versatilidad y su conexión con la cultura.
Su visión del tenis va más allá de los resultados. Para él, el deporte debe ser una expresión de libertad, de creatividad, de improvisación. "No podemos permitir que los jugadores se conviertan en robots, ni dentro ni fuera de la pista", insiste. En un mundo donde la tecnología y la industria dictan las reglas, Vázquez defiende la importancia de mantener el alma del juego, de dejar espacio para la sorpresa, para el genio, para la improvisación.
En resumen, Modesto Vázquez no solo es un testigo del tenis, sino también un defensor de su esencia. Su mensaje es claro: en un deporte cada vez más técnico y predecible, la creatividad y la libertad son más necesarias que nunca.