La Copa África sigue dejando emociones intensas en su fase de grupos, y el duelo entre Guinea Ecuatorial y Sudán no fue una excepción. En una tarde cargada de tensión y expectación, la selección sudanesa logró imponerse por el mínimo (0-1) en un resultado que refleja más la eficiencia que el dominio territorial, dejando a los guineanos con un sabor amargo tras numerosas ocasiones claras que no supieron materializar.
El encuentro, correspondiente a la jornada 2 del torneo continental, se desarrolló con un guion que muchos no anticipaban. Guinea Ecuatorial, teóricamente favorita por su experiencia previa en competiciones africanas, salió al terreno de juego con la intención de controlar el balón y generar peligro desde las bandas. Sin embargo, pronto se vio frenada por una defensa sudanesa bien estructurada y un juego directo que generó constante incomodidad en la zaga nacional.
Desde el pitido inicial, los guineanos intentaron imponer su ritmo. La presencia de Emilio Nsue en ataque resultó fundamental para crear espacios, aunque la falta de puntería acabó condenando a su equipo. En el minuto 23, una jugada ensayada por la banda izquierda terminó con un centro preciso de José Nabil Ondo que Nsue cabeceó con peligro, obligando al guardameta rival a intervenir con seguridad. Fue el primer aviso serio, pero lejos del último.
La primera mitad transcurrió con dominio alterno. Sudán, lejos de encerrarse atrás, buscó sorprender con contragolpes vertiginosos liderados por Mohamed Eisa y Walieldin Khdir. En una de estas transiciones rápidas, Yasir Mozamil recibió una falta en la frontal que casi acaba en golpe de efecto, pero el disparo se marchó desviado por la escuadra derecha.
La tensión se palpaba en cada disputa. Josete Miranda, lateral derecho guineano, vio la primera tarjeta amarilla del encuentro por una dura entrada sobre su rival, decisión que limitó su agresividad defensiva durante el resto del partido. Poco después, Carlos Akapo cometió otra falta táctica que el árbitro sancionó con amonestación, dejando a Guinea Ecuatorial con dos jugadores amonestados antes del descanso.
La segunda parte comenzó con un cambio estratégico. El técnico de Guinea Ecuatorial introdujo a Emilio Nsue sustituyendo a Loren Zúñiga, buscando mayor profundidad ofensiva. El movimiento dio resultado en cuanto a ocasiones, pero no en efectividad. En el minuto 58, Nsue recibió un pase filtrado de Josete Miranda y, desde el interior del área, ejecutó un disparo cruzado que rozó el palo izquierdo, generando los lamentos de la afición presente.
El gol sudanés llegó de forma inesperada. Tras una pérdida de balón en el centro del campo, Mohamed Eisa inició una contra letal que desbordó a la defensa guineana. El pase final encontró a un atacante sudanés solo ante el portero, que definió con frialdad para establecer el 0-1 en el marcador. El tanto cayó como un jarro de agua fría para los nacionales, que hasta ese momento habían generado mayor peligro.
La reacción fue inmediata pero desordenada. Guinea Ecuatorial se volcó al ataque, pero la ansiedad jugó en su contra. José Nabil Ondo tuvo una clara oportunidad en el minuto 67 tras un centro de Saúl Coco, pero su remate desde el lado izquierdo del área se perdió por la línea de fondo. Las imprecisiones se acumulaban, y la frustración era evidente en los gestos de los jugadores.
El técnico realizó cambios ofensivos. La entrada de Luís Asué por el centro del campo buscó dar más mordida al ataque, pero Sudán ya había cambiado su chip al modo conservador. Los sudaneses administraban el resultado con experiencia, haciendo faltas tácticas que rompían el ritmo y que el árbitro sancionaba sin contemplaciones.
En el minuto 75, otra ocasión clamorosa para los guineanos. Un centro desde la derecha encontró a Nsue en el corazón del área, pero su cabezazo se marchó alto por encima del larguero. El delantero se agarraba la cabeza, consciente de que estaba desaprovechando las oportunidades más claras de su equipo.
Sudán, por su parte, no se conformaba con defender. En una contra del minuto 82, Ammar Taifour disparó desde la frontal buscando sorprender al portero, pero el balón se perdió por la izquierda del guardameta. Los cambios defensivos de los sudaneses, con la entrada de Awad Zayed por Sheddy Barglan, reforzaron el bloque atrás.
Los últimos minutos fueron un asedio constante. Guinea Ecuatorial llegaba una y otra vez, pero la falta de acierto y la seguridad defensiva sudanesa evitaban el empate. En el 89, otra cabalgada de Nsue terminó con un disparo rechazado por la defensa, y en el descuento, un centro al área no encontró rematador.
El árbitro anunció cinco minutos de tiempo añadido, pero ni siquiera esa prórroga sirvió para que los guineanos encontraran el gol del empate. La defensa sudanesa aguantó con uñas y dientes, y cuando el pitido final sonó, la celebración fue visitante.
El análisis postpartido evidencia las carencias ofensivas de Guinea Ecuatorial. A pesar de generar múltiples ocasiones claras, la falta de definición fue su peor enemiga. Emilio Nsue, pese a sus intentos, no tuvo su día de inspiración, y el equipo careció de un referente que transformara el dominio en goles. Las tarjetas amarillas a Josete Miranda y Carlos Akapo también condicionaron el planteamiento defensivo.
Por el contrario, Sudán demostró una madurez táctica notable. Supo sufrir cuando tuvo que hacerlo, aprovechó su única ocasión clara con eficiencia y gestionó el resultado con veteranía. Los cambios del entrenador resultaron acertados, especialmente los defensivos que cerraron el partido.
Este resultado deja a Guinea Ecuatorial en una posición complicada en su grupo, obligada a ganar en la última jornada si quiere seguir con opciones de clasificación. Sudán, por su parte, da un paso de gigante hacia los octavos de final, demostrando que en el fútbol africano no hay rivales pequeños cuando la efectividad premia al que mejor sabe jugar sus cartas.
La Copa África sigue demostrando que es una competición impredecible donde la capacidad de definir las pocas ocasiones que se generan marca la diferencia entre la victoria y la derrota. Para Guinea Ecuatorial, la lección es clara: crear juego no basta si no hay acierto de cara a puerta. Para Sudán, este triunfo es un bálsamo que les acerca a su objetivo de meterse entre los mejores del continente.