Ser hijo de Zinedine Zidane no es solo un privilegio, sino también una carga. El exjugador y entrenador del Real Madrid, ícono mundial del fútbol, dejó una huella imborrable en el deporte. Sus cuatro hijos —Enzo, Luca, Théo y Elyaz— han intentado seguir sus pasos, pero cada uno ha tomado un rumbo distinto, marcado por la presión de un apellido que pesa más que cualquier camiseta.
El mayor, Enzo Zidane, ya ha colgado las botas. Aunque comenzó en las categorías inferiores del Real Madrid y la Juventus, su paso por el primer equipo fue breve: un gol en Copa del Rey ilusionó, pero no bastó. Tras pasar por el Alavés, Suiza, Rayo Majadahonda, Portugal, Francia y Fuenlabrada, se retiró antes de cumplir 30 años, tras una temporada sin jugar. Su historia es un recordatorio de que, en el fútbol, el talento no siempre basta cuando el apellido es demasiado grande.
Luca Zidane, portero, ha encontrado cierta estabilidad en el Granada. Con siete partidos esta temporada y 13 goles encajados, su rendimiento es irregular, pero su trayectoria muestra constancia. Formado en La Fábrica, pasó por Racing de Santander, Rayo Vallecano y Eibar antes de asentarse en Andalucía. Ahora, con la selección de Argelia —con la que debutó en octubre—, sueña con el Mundial 2026 en Estados Unidos, México y Canadá. Su camino refleja la resiliencia de quienes buscan identidad más allá del nombre de su padre.
Théo Zidane también se formó en el Madrid, pero en 2024 dio el salto al Córdoba. Con 43 partidos y 6 participaciones en goles (5 tantos y 1 asistencia), se ha consolidado como opción de rotación. Aunque no es titular indiscutible, su progresión es constante. Su perfil es el de un futbolista que se gana su lugar, sin atajos ni expectativas automáticas.
Y luego está Elyaz Zidane, el más joven y el que más expectación genera. Defensa central en la selección francesa sub-20, se ha convertido en pieza clave en el Mundial de octubre. A diferencia de sus hermanos, no busca emular a su padre en el centro del campo, sino forjar su propio estilo desde la zaga. Como dijo Diomède a L’Équipe: “Es muy difícil ser hijo de Zidane”. Elyaz lo sabe, pero su actitud y rendimiento sugieren que podría ser el primero en romper el molde.
La historia de los Zidane es un reflejo de la presión que conlleva nacer en una familia de leyenda. No todos pueden brillar bajo la misma luz, pero cada uno, a su manera, está escribiendo su propia historia. Y en el fútbol, eso, a veces, es más valioso que cualquier trofeo.