El Real Madrid logró el pase a los octavos de final de la Copa del Rey, pero no sin antes pasar por un verdadero calvario. La victoria por 3-2 ante el Talavera, conjunto de tercera división, dejó más dudas que certezas en un equipo que mostró dos caras completamente distintas. La polémica llegó de la mano de Xabi Alonso, quien no ocultó su enfado por la actitud mostrada en la segunda mitad.
El encuentro comenzó con el guión esperado. Los merengues dominaron el balón y las ocasiones desde el pitido inicial. La calidad de sus estrellas parecía suficiente para resolver el choque sin complicaciones. Sin embargo, el fútbol tiene estas cosas: un rival que no se rinde y un equipo que baja la guardia pueden crear una tormenta perfecta.
El primer tiempo transcurrió con relativa tranquilidad para los visitantes. Las ocasiones llegaban con cierta facilidad y el marcador reflejaba la diferencia de categoría entre ambos conjuntos. Pero el fútbol nunca se rinde antes de tiempo, y menos en un torneo del carácter de la Copa del Rey, donde los equipos modestos sueñan con hacer historia.
Lo que nadie esperaba fue el completo desplome madridista tras el descanso. El equipo salió a la segunda mitad con una intensidad que rayó en la pasividad. Los pases fallados, las pérdidas de balón en zonas comprometidas y la falta de concentración se convirtieron en una constante preocupante.
El Talavera, lejos de amilanarse, aprovechó cada regalo. Los locales se crecieron ante la pasividad blanca y comenzaron a creer en la remontada. El primer golpe llegó cuando Nahuel recortó distancias, haciendo que el estadio entero soñara con la gesta. La afición local, que había vivido la primera parte con resignación, empezó a vibrar con la posibilidad de un resultado histórico.
La imagen del entrenador fue una de las notas más destacadas de la noche. Xabi Alonso, conocido por su templanza habitual, perdió la compostura en la banda. Sus gestos eran de pura frustración. A apenas tres metros de los periodistas, sus gritos pidiendo intensidad se hacían audibles para todos.
El exfutbolista no entendía cómo su equipo podía desconectar de esa manera en un partido oficial. La segunda parte fue, en sus propios términos, lamentable. La preocupación no era solo el resultado, sino la imagen proyectada y el riesgo innecesario al que se había sometido al equipo.
En medio del caos, Kylian Mbappé demostró por qué es una de las grandes estrellas del mundo. El delantero francés anotó dos goles cruciales que, en última instancia, sellaron el pase madridista. Su primer tanto llegó en un momento de tranquilidad relativa, pero el segundo fue un verdadero golpe de efecto que parecía sentenciar la eliminatoria.
Sin embargo, incluso con su actuación destacada, las decisiones de Alonso respecto a su gestión generaron debate. El hecho de mantenerle en el campo cuando el partido estaba resuelto fue cuestionado por algunos observadores, que vieron un riesgo innecesario en mantener a su estrella en un terreno de juego que se estaba poniendo cada vez más bronco.
El conjunto local se fue de la competición con la cabeza bien alta. Marcar dos goles al Real Madrid no es algo que cualquier equipo pueda presumir. Di Renzo, autor del segundo tanto, y Nahuel se convirtieron en héroes locales. Su actitud, intensidad y fe en las opciones de remontada fueron un ejemplo de lo que representa la Copa del Rey: ilusión, coraje y la posibilidad de soñar aunque todo parezca en contra.
Cuando el partido agonizaba y el Talavera apretaba con todas sus fuerzas, apareció Andriy Lunin. La parada magistral en el tiempo añadido evitó el empate y, posiblemente, la prórroga. El portero ucraniano, que ha tenido menos oportunidades de las que merece, demostró su valía en el momento más crítico. Su intervención fue la guinda a un pastel que, por momentos, parecía que se iba a desmoronar.
Más allá del resultado, este partido deja enseñanzas importantes. El Real Madrid debe reflexionar sobre su actitud cuando el partido parece controlado. La relajación en competiciones como la Copa puede ser letal. Equipos más poderosos que el Talavera no perdonarían estos errores.
La polémica con Xabi Alonso también abre un debate sobre la gestión del equipo. Su enfado público, aunque comprensible, muestra una tensión que no es habitual en su figura. Esto puede ser positivo si sirve para enviar un mensaje claro al vestuario, pero también puede generar inquietud si se convierte en una tendencia.
El Real Madrid consiguió el objetivo de pasar a octavos, pero el camino fue tortuoso. La victoria por 3-2 ante el Talavera dejó más interrogantes que respuestas. La actitud en la segunda parte, el enfado de Xabi Alonso y la necesidad de un gran Lunin para evitar la catástrofe son aspectos que deben analizarse en profundidad.
La Copa del Rey sigue viva para los blancos, pero la advertencia está clara: en el fútbol no hay rivales pequeños cuando la concentración brilla por su ausencia. El Talavera se fue con honor; el Madrid, con el pase pero con deberes pendientes.