El Real Madrid logró este martes su clasificación para los octavos de final de la Copa del Rey, pero no sin antes pasar por momentos de verdadero aprieto ante el Talavera, conjunto de Tercera Federación que planteó un duelo vibrante y lleno de emoción hasta el último suspiro. El marcador final de 3-2 refleja una contienda mucho más igualada de lo que el nombre de los rivales podría sugerir.
Desde el pitido inicial, el conjunto madrileño se vio sorprendido por la entrega y organización de los locales. El Estadio El Prado se convirtió en un fortín donde los hombres de Talavera de la Reina soñaron con la gesta. Los minutos iniciales transcurrieron con un dominio territorial del Real Madrid, pero sin la profundidad necesaria para desestabilizar a una defensa bien plantada.
Fue en la primera mitad cuando los blancos abrieron el marcador mediante una jugada de estrategia que desniveló las fuerzas. Sin embargo, la alegría visitante duró poco. El Talavera, lejos de amilanarse, reaccionó con coraje y encontró el empate antes del descanso, aprovechando un error defensivo que dejó helado al guardameta rival.
La segunda parte arrancó con un guion similar. El Real Madrid volvió a adelantarse en el electrónico, esta vez mediante una acción individual de Kylian Mbappé, quien demostró una vez más su instinto goleador en el momento preciso. El francés, con un disparo cruzado imposible de detener, parecía haber sentenciado el encuentro.
Pero el Talavera tenía otra historia que contar. Los locales, con el apoyo incondicional de su afición, volvieron a recortar distancias y colocaron el 2-3 en el marcador a falta de quince minutos para el final. El estadio entero creyó en el milagro. Los minutos finales se convirtieron en un asedio constante al área madridista, con los jugadores locales lanzando todo tipo de centros y disparos en busca del empate.
Fue entonces cuando Andriy Lunin se convirtió en el héroe inesperado. El portero ucraniano, que había tenido una actuación discreta hasta ese momento, sacó una mano espectacular en el último minuto que evitó el tanto del empate. Esa intervención, según confesó después el guardameta rival, fue decisiva: "Lunin saca una mano espectacular al final, sino estábamos jugando ahora mismo...", reconoció entre risas nerviosas.
El portero del Talavera, por su parte, mostró una mezcla de frustración y orgullo tras el pitido final. "Un poco de rabia... Los hemos tenido ahí. Difícil decirlo ante todo un Real Madrid. Una pena ese gol y mi error por el bote. El equipo lo ha dado todo. El Real Madrid ha pedido la hora en El Prado", declaró con la voz quebrada por la emoción.
Sobre su error en el tercer gol, el cancerbero local fue honesto: "Una pena ese gol y mi error por el bote". Sin embargo, su actitud fue encomiable al hablar de Mbappé: "Ha sido muy simpático, me dijo que lo sentía en ese último gol. ¿Su récord? Sí, yo creo que va a superar a Cristiano Ronaldo". Las palabras del guardameta reflejaban tanto el respeto al rival como la certeza de haber estado cerca de la hazaña.
El partido también sirvió para el debut de David Jiménez, lateral derecho del Castilla que se ganó la confianza de Arbeloa y que superó en la convocatoria a Jesús Fortea. El joven futbolista mostró una personalidad admirable, conectando con el ataque y participando en jugadas de peligro. Registró dos remates, uno de ellos a portería que pudo haberse convertido en su primer gol con el primer equipo, y ganó dos de tres duelos individuales.
La valentía de Jiménez no pasó desapercibida para el capitán del Real Madrid, que alabó su actuación: "Enhorabuena por debutar. Han estado muy bien. Tranquilos, seguros. Han jugado porque lo llevan haciendo muy bien durante mucho tiempo. En el Castilla, entrenando con el primer equipo... Enhorabuena". Estas palabras subrayan la filosofía del club de dar oportunidades a los canteranos cuando demuestran merecerlas.
El capitán, que lució el brazalete siete años después de su llegada al club, mostró su satisfacción mezclada con cierta preocupación: "Muchas gracias. Gracias a la media plantilla que no estaba. El brazalete es siempre un orgullo. Por detrás hay mucho trabajo y estoy muy agradecido a todos". Sobre la clasificación, fue claro: "Bien, porque había que pasar. La Copa es diferente. Siempre son partidos distintos y muy difíciles. Me gustaría haber pasado sin encajar, pero estamos en octavos y hay que seguir".
La afición del Talavera fue otro de los protagonistas de la noche. El estadio presentó una entrada espectacular y el ambiente fue de fiesta desde horas antes del encuentro. El capitán madridista reconoció su papel: "Por eso digo que es diferente la Copa. Porque vemos a la gente, la alegría. Es un día festivo, bonito. Mola mucho estar presente". Este tipo de encuentros demuestra que la Copa del Rey mantiene vivo su espíritu, donde los equipos modestos pueden soñar con dar la campanada.
El análisis del encuentro revela que el Real Madrid, pese a la victoria, mostró vulnerabilidades defensivas que preocuparán a su cuerpo técnico. La falta de contundencia en defensa permitió que un equipo de categoría inferior generara ocasiones claras y marcase dos goles. La gestión del partido en los momentos de presión también dejó dudas, ya que el equipo no supo cerrar el duelo cuando tuvo ocasión.
Por su parte, el Talavera puede marcharse con la cabeza bien alta. Su entrenador diseñó un plan de juego perfecto que casi da frutos. La ejecución de los jugadores fue casi perfecta, y solo la calidad individual de las estrellas rivales y un error puntual impidieron la proeza. Este tipo de actuaciones sirven para engrandecer el torneo y para que los equipos modestos crezcan en confianza.
El partido también dejó reflexiones sobre el estado de forma de algunos jugadores del Real Madrid que no son titulares habituales. La rotación es necesaria en esta competición, pero la falta de ritmo competitivo se notó en varios futbolistas que no tuvieron su mejor versión. Esto plantea un dilema para el cuerpo técnico: cómo mantener activos a los suplentes sin comprometer los resultados.
La figura de Mbappé volvió a ser decisiva. El francés, pese a no estar en su mejor momento de forma física, demostró que su instinto goleador está intacto. Su gol, aunque polémico por la posición del portero, fue un ejemplo de su capacidad para resolver situaciones complejas. La comparación con Cristiano Ronaldo, hecha por el guardameta rival, no hace sino aumentar la presión sobre sus hombros, pero también reconoce su potencial ilimitado.
En definitiva, el Talavera 2-3 Real Madrid fue mucho más que un simple partido de Copa. Fue una lección de humildad para el conjunto blanco, una demostración de coraje para el equipo local y una noche mágica para el fútbol modesto español. Los octavos de final ya esperan al Real Madrid, que deberá mejorar si quiere levantar este trofeo. Mientras, el Talavera puede sentirse orgulloso de haber estado a un paso de la gesta.