El Real Madrid femenino visitaba los Países Bajos en la última jornada de la fase de grupos de la Champions League femenina con la intención de asegurar su plaza directa entre los cuatro mejores. Sin embargo, el conjunto blanco no pudo superar al Twente, que ya tenía la eliminación sellada, y un empate a uno en el tiempo de descuento le obligará a disputar la próxima ronda a doble partido. El gol de Däbritz en el último minuto evitó una derrota que hubiera complicado aún más la situación, pero no fue suficiente para evitar el playoff contra Paris Saint-Germain o Wolfsburgo.
El encuentro comenzó con un ritmo trepidante, donde ambos equipos buscaban imponer su juego desde el primer minuto. El Real Madrid, consciente de lo que se jugaba, intentó dominar la posesión y crear peligro por las bandas, pero se encontró con un rival bien organizado defensivamente que no regalaba espacios. Las ocasiones claras brillaron por su ausencia en los primeros cuarenta y cinco minutos, con un dominio territorial blanco que no se tradujo en llegadas con garantías.
La segunda mitad comenzó de la peor manera posible para las intereses del conjunto español. En los primeros compases del periodo, un desajuste defensivo permitió que Ravensbergen se adelantara en el marcador, colocando el 1-0 en el luminoso. El gol desnudó las carencias del Madrid en la retaguardia y obligó a Alberto Toril a modificar su planteamiento. El tanto caía como un jarro de agua fría en un momento clave de la temporada.
A partir de ese momento, el Real Madrid dio un paso adelante y se volcó sobre el área rival. Las jugadoras blancas ejercieron una presión constante que ahogó al Twente en su propio campo, pero la falta de acierto en los metros finales se convirtió en el principal obstáculo. Los centros laterales no encontraban rematadora, y los disparos desde la frontal se topaban con una defensa neerlandesa bien plantada. La portera rival, Lemey, se convirtió en figura con varias intervenciones de mérito, especialmente en un mano a mano con Weir que pudo cambiar el signo del partido.
Las rotaciones no tardaron en llegar. Toril movió el banquillo introduciendo a Pau y Andersson por Yasmim y Weir, buscando mayor profundidad y frescura en ataque. Por su parte, el Twente reforzó su línea defensiva con la entrada de Ivens, consciente de que el empate le daba la séptima plaza final. El partido se convirtió en un asedio blanco contra una muralla rojiblanca que resistía con orden y sacrificio.
La figura de Athenea fue fundamental para mantener vivo el sueño del empate. La jugadora mexicana no solo generó peligro en ataque, sino que también realizó una labor defensiva excepcional, recuperando un balón en el área propia que podría haber significado el 2-0 y la sentencia definitiva. Su polivalencia y entrega ejemplificaron el espíritu de un equipo que nunca bajó los brazos.
Con el reloj en contra, el Madrid acumuló jugadoras en ataque, pero la ansiedad y la precipitación jugaron en contra. Los últimos minutos fueron un monólogo blanco con balones bombeados al área y faltas laterales que no encontraron su premio. Justo cuando el partido agonizaba, en el quinto minuto de descuento, un balón muerto en la frontal acabó en el fondo de la red gracias a la intervención de Däbritz, que había salido desde el banquillo para intentar la heroica. El gol dio vida a un punto que, al menos, garantiza la ventaja de campo en la eliminatoria de playoff.
El resultado final deja al Real Madrid en una posición incómoda. Aunque evitó la derrota, el empate no le sirvió para colarse entre los cuatro primeros clasificados que acceden directamente a cuartos. Ahora, el destino del conjunto blanco pasa por una eliminatoria a doble partido donde se enfrentará a uno de los gigantes del continente: el Paris Saint-Germain francés o el Wolfsburgo alemán, ambos equipos con experiencia y calidad suficiente para complicar cualquier pronóstico.
El análisis del rendimiento blanco deja interrogantes importantes. La falta de efectividad en ataque, sumada a los errores defensivos puntuales, han lastrado las aspiraciones del equipo en esta fase de grupos. A pesar de contar con una plantilla de gran nivel, la irregularidad ha sido la nota dominante. Jugadoras como Caroline Weir o Alba Redondo han mostrado destellos de calidad, pero la falta de acierto en momentos decisivos ha penalizado al conjunto madrileño.
La defensa del Twente merece mención especial. A pesar de llegar al encuentro sin opciones de clasificación, el equipo neerlandés plantó cara y demostró una organización táctica impecable. Su entrenador supo leer perfectamente el partido y cerrar espacios a un rival superior sobre el papel. La entrada de Te Brake en los minutos finales buscaba precisamente reforzar el centro del campo y cortar el juego blanco, aunque la tarjeta amarilla que vio por agarrar a una contraria evidenció la presión a la que sometía el Madrid.
El camino hacia la gloria europea se complica para el Real Madrid. La Champions League femenina no perdona los errores, y el conjunto blanco deberá demostrar su mejor versión si quiere seguir vivo en la competición. La eliminatoria de playoff se presenta como una final anticipada donde no habrá margen de error. La ventaja de campo podría ser un factor determinante, pero ante rivales de la entidad del PSG o Wolfsburgo, cualquier detalle será crucial.
La temporada del Real Madrid femenino llega a su momento más exigente. La plantilla debe olvidar rápidamente este tropiezo y concentrarse en la preparación de la eliminatoria. La experiencia adquirida en esta fase de grupos, donde ha competido de tú a tú con los mejores equipos del continente, deberá servir de lección para afrontar con garantías la siguiente ronda. La afición blanca espera una reacción contundente que demuestre el potencial real de este proyecto.
En definitiva, el empate en el De Grolsch Veste deja un sabor agridulce en el seno del Real Madrid. La heroica de Däbritz evitó una derrota que hubiera sido un duro golpe moral, pero la realidad es que el equipo se queda a las puertas de la clasificación directa. Ahora, toca apretar los dientes y preparar una eliminatoria que definirá el curso de la temporada europea. La Champions no admite concesiones, y el Madrid deberá dar lo mejor de sí mismo si quiere seguir soñando con la orejona.