Cómo observar el cometa 3I/ATLAS, el misterioso visitante interestelar

El 19 de diciembre, este cuerpo celeste de origen extrasolar alcanzará su punto más cercano a la Tierra, ofreciendo una oportunidad única para la ciencia

El próximo 19 de diciembre, un viajero cósmico de origen remoto cruzará el cielo terrestre en su máximo acercamiento. Se trata del cometa 3I/ATLAS, un objeto interestelar que nos visita desde las profundidades de la galaxia, y que representa la tercera ocasión en la historia reciente en la que detectamos un cuerpo formado bajo otra estrella. Su paso por nuestro sistema solar constituye un evento científico de primer orden, pues cada partícula que despide puede revelar secretos sobre la formación planetaria en regiones distantes del cosmos.

Descubierto en junio de 2024 por la red de telescopios ATLAS en el observatorio chileno de Río Hurtado, este cometa interestelar se suma a una exclusiva lista de visitantes galácticos. Antes que él, solo el asteroide Oumuamua en 2017 y el cometa Borisov en 2019 habían sido identificados con trayectorias confirmadas procedentes del espacio interestelar. La designación "3I" en su nombre hace precisamente referencia a este estatus: el tercer objeto interestelar registrado oficialmente.

La distancia mínima que nos separará de 3I/ATLAS será de aproximadamente 270 millones de kilómetros, una cifra que equivale a casi el doble de la distancia media Tierra-Sol. Aunque para el ojo humano esta separación parece inabarcable, en términos astronómicos representa una cercanía excepcional para un objeto que nació en otro sistema estelar. Su órbita hiperbólica indica que no está ligado gravitacionalmente a nuestro Sol, sino que simplemente realiza un flyby cósmico antes de regresar al vacío interestelar.

Lo que hace verdaderamente fascinante a este cometa es su composición química atípica. Los análisis espectroscópicos realizados por equipos internacionales han detectado concentraciones inusualmente elevadas de dióxido de carbono en su coma —la tenue atmósfera de gas y polvo que envuelve el núcleo—. Además, se han identificado trazas de níquel ionizado, un elemento metálico que raramente se observa con tanta prominencia en cometas del sistema solar local.

César González, divulgador del Planetario de Madrid, explica estas anomalías: "La proporción relativa de hielos volátiles difiere notablemente de lo que vemos en cometas nativos. Mientras el monóxido y dióxido de carbono están presentes en ambos casos, la abundancia relativa en 3I/ATLAS sugiere condiciones de formación muy distintas". Esta peculiar mezcla de hielo de agua y metales podría indicar que el cuerpo parental se formó en un entorno protoplanetario con características radicalmente diferentes a la nebulosa solar primitiva.

La astrónoma Julia de León, del Instituto de Astrofísica de Canarias, complementa esta visión: "El alto contenido metálico combinado con hielos abundantes genera una morfología de coma que no se asemeja a ningún cometa local conocido. Cada detalle observado es una pista sobre procesos de acreción que ocurren en otros sistemas estelares".

El pasado 29 de octubre, el cometa alcanzó su perihelio, el punto de máxima aproximación al Sol, a una distancia de 1,6 unidades astronómicas. Durante este evento, el calor solar provocó la sublimación de hielos en el núcleo, generando intensos chorros de gas y partículas de polvo que fueron captados por el Telescopio Joan Oró del Observatorio del Montsec en Cataluña. Josep María Trigo, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC), lideró el estudio que documentó este criovulcanismo en tiempo real.

"El fenómeno de emisión es similar a lo que ocurre con nuestros cometas, pero la escala y la composición de los materiales expulsados difieren significativamente", señala Trigo. Los datos recogidos durante el perihelio fueron publicados en la plataforma ArXiv de la Universidad de Cornell, proporcionando a la comunidad científica información valiosa sobre el comportamiento de estos cuerpos cuando interactúan con el viento solar.

Como suele ocurrir con fenómenos astronómicos poco comunes, las redes sociales han generado teorías especulativas que distan de la evidencia científica. Ciertos perfiles han difundido hipótesis sin fundamento, sugiriendo que 3I/ATLAS podría tener un origen artificial. La NASA ha desestimado categóricamente tales afirmaciones, basándose en las imágenes y mediciones recopiladas por sus sondas espaciales.

Julia de León critica estas especulaciones: "Estas teorías sin base generan ruido innecesario y desvían la atención del verdadero valor científico. Los objetos interestelares ya son fascinantes por naturaleza; no necesitamos inventar narrativas extraordinarias para hacerlos interesantes".

Para los aficionados a la astronomía, la observación directa de 3I/ATLAS representará un desafío considerable. Su magnitud aparente no superará la visibilidad a simple vista, requiriendo telescopios de al menos 30 centímetros de diámetro y condiciones óptimas de cielo oscuro. Se ubicará en la constelación de Camelopardalis durante el acercamiento, visible principalmente desde el hemisferio norte.

La comunidad científica, en cambio, aprovechará este período para realizar campañas de observación intensivas. Los telescopios terrestres y espaciales analizarán su espectro en múltiples longitudes de onda, buscando isótopos y moléculas complejas que puedan indicar las condiciones químicas de su sistema natal. Cada dato obtenido es un tesoro, pues no volveremos a ver este cometa después de su partida.

El estudio de objetos interestelares como 3I/ATLAS abre una nueva ventana a la astroquímica comparada. Al comparar su composición con la de cometas locales, los investigadores pueden contrastar procesos de formación planetaria en diferentes entornos galácticos. Esto resulta crucial para comprender si nuestro sistema solar es típico o excepcional en el contexto cósmico.

Además, la detección de níquel ionizado plantea interrogantes sobre la temperatura y presión durante la formación del núcleo cometario. Los modelos teóricos actuales deben ajustarse para explicar cómo estos metales se incorporaron al hielo en las proporciones observadas, lo que podría requerir revisar nuestras ideas sobre la agregación de polvo en discos protoplanetarios.

A medida que 3I/ATLAS se aleje de la Tierra tras el 19 de diciembre, continuará su viaje solitario por la galaxia. Los científicos tendrán apenas unos meses más para seguirlo antes de que se vuelva demasiado débil para ser detectado. Su legado, sin embargo, perdurará en los artículos académicos y bases de datos que documentan esta breve pero significativa visita.

El paso de este cometa interestelar nos recuerda que el cosmos es un lugar dinámico, donde los cuerpos celestes no respetan fronteras estelares. Cada visitante como 3I/ATLAS es un mensajero químico, portador de información sobre mundos inaccesibles para nuestras naves espaciales. Aunque no podremos admirlo a simple vista, su importancia para la ciencia es indiscutible, consolidando una nueva era en la observación de objetos galácticos errantes.

Referencias

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