Expertos alertan: los jabalíes son ya una plaga en España

El catedrático Juan José Badiola advierte que la peste porcina africana podría volver a ser endémica si no se controla la expansión de la especie

La peste porcina africana (PPA) ha desatado la alarma en Cataluña tras su detección en la sierra de Collserola, pero este brote no ha pillado por sorpresa a los especialistas en sanidad animal. El virus, que afecta exclusivamente a suidos —cerdos y jabalíes— sin representar riesgo para la salud humana, lleva tiempo campando a sus anchas por el continente europeo. Según el catedrático de Sanidad Animal de la Universidad de Zaragoza, Juan José Badiola, su llegada era "esperable", dado que ya se ha confirmado en 13 países de la Unión Europea.

En una entrevista con este medio, el veterinario y epidemiólogo ha lanzado una advertencia contundente: si las autoridades no consiguen frenar la propagación, España podría ver cómo esta enfermedad vuelve a asentarse de forma permanente en su territorio, algo que ya ocurrió entre los años 60 y 1995, cuando finalmente se logró declarar al país libre de sus efectos sanitarios y económicos.

El riesgo de una nueva endemia

La Generalitat ha reaccionado ampliando los perímetros de restricción en la zona cero del brote, una medida que ya afecta a casi un centenar de municipios catalanes. Para Badiola, esta contención es urgente pero compleja, porque los jabalíes constituyen "una plaga en toda España y en buena parte de Europa". Su capacidad de desplazamiento y adaptación convierte cualquier intento de control en un desafío mayúsculo.

El experto insiste en que la movilidad de estos animales es "tremenda", lo que aumenta exponencialmente el riesgo de que el virus traspase fronteras administrativas. "Si no acaban con este brote, existe la posibilidad de que alguno se escape", advierte, refiriéndose tanto a los animales infectados como a la propia enfermedad, que podría escapar al control humano.

Origen del brote: entre la ciencia y la especulación

Uno de los aspectos más controvertidos de este foco de infección es su origen exacto. La proximidad del brote con el laboratorio IRTA CReSa, donde se investiga la PPA entre otras patologías, ha encendido las alarmas. El propio conseller de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat, David Mascort, llegó a sugerir inicialmente la hipótesis de un bocadillo contaminado como posible vector de transmisión. Por su parte, el Ministerio de Agricultura apuntó a una fuga de laboratorio en su informe inicial.

Badiola analiza ambas posibilidades con cautela científica. "Llamaba la atención que el brote se haya producido en un sitio donde hay un laboratorio donde se trabaja con la peste porcina africana", reconoce. El análisis genómico realizado por el centro de referencia indica que la cepa detectada en los jabalíes muertos no coincide con las circulantes actualmente en Europa, sino que muestra una similitud notable con la cepa Georgia-7, empleada precisamente en investigaciones científicas como modelo experimental.

Sin embargo, el especialista matiza: "La fuga no es probable, porque la bioseguridad es esencial y la vigilancia contínua, pero tampoco es imposible, puede haber un fallo humano". Respecto a la teoría del alimento, considera que "la hipótesis del bocadillo tampoco es descabellada, es factible". Su convicción personal apunta a una vía alimentaria: los jabalíes, aunque tímidos, han aprendido que en zonas urbanas y carreteras encuentran sustento fácil.

La guerra de los laboratorios

Otra faceta delicada de este asunto es el enfrentamiento institucional entre el Centro de Investigación en Sanidad Animal de Valdeolmos (Madrid) y el laboratorio catalán IRTA CReSa. El primero cuestionó las medidas de bioseguridad del segundo en su informe, lo que ha generado tensiones entre administraciones.

Badiola, consultado sobre esta pugna, evita entrar en polémicas pero reconoce que la situación es "delicada". La competencia científica no debería entorpecer la respuesta sanitaria, pero en este caso ha puesto de manifiesto diferencias metodológicas y, posiblemente, políticas. Lo cierto es que, sea cual sea el origen, la prioridad debe ser la contención del virus y no la búsqueda de culpables.

Un problema de convivencia

Más allá de la PPA, el catedrático de Zaragoza pone el foco en un problema estructural: la sobrepoblación de jabalíes. Esta especie, que ha perdido el miedo al entorno humano, no solo representa un riesgo sanitario, sino también económico y de seguridad vial. Los daños en cultivos, los accidentes de tráfico y ahora las enfermedades zoonóticas son consecuencias directas de su expansión descontrolada.

La solución, según Badiola, pasa por estimular la caza como herramienta de gestión poblacional. No se trata de una cuestión ideológica, sino de una necesidad sanitaria y ambiental. La regulación de sus poblaciones es imprescindible para reducir los focos de transmisión de enfermedades como la PPA y para minimizar los conflictos con la actividad humana.

El futuro inmediato

Con casi 100 municipios ya dentro del perímetro de restricciones en Cataluña, el escenario es preocupante. La capacidad de los jabalíes para cruzar barreras naturales y artificiales complica cualquier estrategia de contención. Badiola insiste en que la clave está en la coordinación interregional y en la aplicación de medidas drásticas pero necesarias.

Si la experiencia histórica sirve de lección, España logró erradicar la PPA hace casi tres décadas mediante un esfuerzo conjunto de sacrificio, control y vigilancia. Repetir ese éxito requerirá la misma determinación, pero en un contexto mucho más complejo, con una población de jabalíes que no para de crecer y un entorno urbano que facilita su dispersión.

El mensaje del experto es claro: no hay tiempo que perder. Cada día que pasa sin controlar el foco de Collserola es una oportunidad para que el virus se asiente definitivamente. Y si eso ocurre, el coste no será solo sanitario, sino también económico y social, afectando a un sector porcino que es líder en exportación y a la convivencia pacífica entre humanos y fauna silvestre.

La alerta está más que justificada. Ahora falta la respuesta.

Referencias

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