En una conversación íntima con el ex futbolista del Chelsea Obi Mikel, Roberto Carlos ha abierto la caja de los recuerdos para ofrecer una visión única sobre su trayectoria en el Real Madrid y su rol actual en la institución blanca. Sus declaraciones trazan un fascinante recorrido por la era de los Galácticos, desvelando facetas desconocidas de algunas de las mayores leyendas del fútbol mundial.
La vida después del retiro: embajador del Real Madrid
Actualmente, Roberto Carlos desempeña una función crucial como embajador del Real Madrid, una responsabilidad que, según confiesa, le mantiene más ocupado que durante su etapa como jugador activo. "Viajo constantemente por todo el mundo representando al club", explica el brasileño, subrayando que el Madrid fue pionero en crear esta figura de exjugadores como embajadores institucionales.
Su labor trasciende la mera representación protocolaria. Roberto Carlos participa activamente en la formación de jóvenes promesas de la cantera y en la integración de nuevas incorporaciones al primer equipo. "Ayudamos a los futbolistas del filial y a los recién llegados a comprender qué significa realmente pertenecer a este club", afirma. Esta tarea de transmisión de valores y cultura institucional le resulta especialmente gratificante, aunque no oculta la añoranza por sus días sobre el césped: "Extraño enormemente entrenar y competir al más alto nivel. Es una sensación que nada puede reemplazar".
El fenómeno Beckham: corazón y regularidad
Cuando se rememora el mítico Real Madrid de los Galácticos, Roberto Carlos no duda en señalar a David Beckham como una figura excepcional. Aunque reconoce el talento indiscutible de Zidane, el brasileño destaca la entrega y la constancia del inglés como cualidades que lo elevaban por encima del resto.
"Beckham era pura entrega en cada entrenamiento y en cada partido. Nunca decepcionaba", recuerda con admiración. Su compromiso trascendía lo individual: "No jugaba para un club específico, lo hacía por sus compañeros, por el Madrid, por la victoria. Siempre priorizaba el bien colectivo, mientras otros se centraban más en su propio rendimiento". Esta visión desmitifica la imagen mediática del futbolista y revela a un profesional obsesionado con la excelencia y la cohesión del grupo.
Ronaldo Nazário: genio lastrado por las lesiones
El cariño y la complicidad que une a Roberto Carlos con Ronaldo Nazário son evidentes en sus palabras. "Crecimos juntos en el mundo del fútbol", comenta, mostrándose reacio a hablar en pasado sobre su compatriota. Su análisis es contundente: "Para mí, Ronaldo fue el mejor futbolista de nuestra generación. Sin tantas lesiones, su legado habría sido aún más colosal".
El brasileño defiende con vehemencia la versatilidad de su amigo, recordando que incluso en sus momentos de menor forma física mantenía un nivel extraordinario. "Con algunos kilos de más seguía siendo el mejor del mundo", asegura. La relación entre ambos trascendía el terreno de juego, compartiendo vivencias personales y celebraciones que Roberto Carlos valora como parte esencial de la corta carrera futbolística: "La vida de un futbolista es breve y hay que disfrutarla. Ronaldo siempre tenía ganas de celebrar los momentos buenos".
Zidane: el maestro del ballet futbolístico
Las palabras de Roberto Carlos sobre Zinedine Zidane reflejan un respeto profundo y una admiración técnica sin límites. "Cada acción suya era un espectáculo puro", describe, comparando su estilo con el ballet. La cercanía diaria en los entrenamientos le permitió apreciar su maestría desde una perspectiva privilegiada.
El ex lateral recuerda con especial cariño la asistencia para el gol de la Novena Champions League en Glasgow. "Lancé un centro sin saber que Zidane estaba allí. Fue un balón malo, pero él lo convirtió en algo mágico", confiesa entre risas. Este tipo de acciones consolidaron a Zidane como un referente y un ejemplo a seguir para toda la plantilla, además de un generador constante de oportunidades de gol para sus compañeros.
Luis Figo: el duelo en el Camp Nou
El traspaso de Luis Figo del Barcelona al Real Madrid generó una de las más intensas rivalidades de la historia del fútbol español. Roberto Carlos recuerda con incomodidad el partido en el Camp Nou tras la marcha del portugués: "Fue como una guerra, no un encuentro de fútbol". La hostilidad del ambiente le impactó tanto que afirma: "Fue el único partido de mi carrera que deseé que terminara cuanto antes".
A pesar de la tensión, el brasileño felicita a Florentino Pérez por aquel fichaje estratégico. Desde el punto de vista deportivo, reconoce el alivio que suponía no tener que marcar a Figo: "Era tan difícil de defender que dormía tranquilo cuando no nos enfrentábamos a él". Esta dualidad entre el drama extradeportivo y la calidad futbolística define una de las épocas más convulsas del fútbol español.
Ronaldinho: el genio que se cansó de brillar
El análisis sobre Ronaldinho es más crítico. Roberto Carlos percibe que el brasileño alcanzó un punto donde el fútbol dejó de ser su principal motivación. "Cuando llegó a su máximo nivel, su prioridad se desplazó hacia el disfrute personal", observa. Según su visión, el problema no fueron las fiestas o el estilo de vida, sino una saturación mental: "Se cansó de hacer feliz a la gente".
Esta reflexión sugiere que el talento natural, sin la debida dedicación profesional, tiene un techo limitado. Ronaldinho representa el caso de un virtuoso que habría podido prolongar su dominio si hubiera mantenido el foco competitivo.
Gravesen: el loco necesario
La salida de Claude Makélélé del Real Madrid dejó un vacío táctico que el club intentó cubrir con Thomas Gravesen. Roberto Carlos reconoce el error estratégico: "El Madrid sabe que se equivocó dejando ir a Makélélé". Sin embargo, encuentra en el danés un valor diferente: "Todo equipo necesita un personaje excéntrico, y Gravesen era el nuestro".
Las anécdotas sobre el centrocampista escandinavo son hilarantes. "Robinho le hacía un regate y Gravesen quería matarlo", recuerda entre carcajadas. Su particular sentido del humor incluía insultar a los árbitros en inglés, aprovechando que la mayoría no entendían el idioma. "No captaba las bromas y se enfadaba con facilidad, lo que nos hacía reír aún más", añade.
Epílogo: una leyenda viva
Roberto Carlos cierra la conversación reflexionando sobre su propio legado y la evolución del fútbol moderno. Su capacidad para adaptarse a un nuevo rol dentro del Real Madrid demuestra que las grandes estrellas pueden brillar más allá del césped. Las anécdotas compartidas no solo entretienen, sino que ofrecen una lección valiosa: el éxito sostenido requiere talento, sacrificio y, sobre todo, una mentalidad centrada en el equipo.
La entrevista confirma que el brasileño sigue siendo una pieza fundamental en el engranaje del club blanco, transmitiendo valores que van mucho más allá de los títulos conseguidos. Su visión privilegiada de una de las épocas más gloriosas del fútbol europeo convierte sus palabras en un testimonio histórico imprescindible.