La escudería Red Bull Racing ha puesto fin a una de las etapas más influyentes de su historia en la Fórmula 1. Este martes, la marca del búfalo rojo anunció la desvinculación de Helmut Marko, el estratega que durante más de veinte años ha sido uno de los principales artífices de su dominio en el Gran Circo. La noticia llega apenas 48 horas después de que Lando Norris y McLaren pusieran fin a la racha triunfal del equipo y de Max Verstappen, que ha conquistado cuatro títulos mundiales consecutivos entre 2021 y 2024.
La decisión, presentada como un acuerdo mutuo y una salida voluntaria, oculta una compleja trama de tensiones internas que se agudizaron tras el fallecimiento de Dietrich Mateschitz, cofundador de Red Bull, en octubre de 2022. Desde entonces, la estructura de poder de la escudería ha estado dividida, con Marko y Oliver Mintzlaff, el consejero delegado, en bandos enfrentados. El vínculo contractual del asesor expiraba a finales de 2025, pero las presiones acumuladas han adelantado su despedida.
El legado de un visionario
Marko, de 82 años, deja un legado difícil de igualar. Bajo su tutela, Red Bull ha cosechado ocho campeonatos de pilotos y seis de constructores, convirtiéndose en la referencia indiscutible de la última década. Su mayor apuesta personal fue, sin duda, Max Verstappen, a quien reclutó cuando era un adolescente con potencial pero sin experiencia en la élite. Esa decisión arriesgada, que saltó por encima de categorías intermedias, resultó ser un golpe maestro que ha definido la era reciente de la F1.
El propio Verstappen ha manifestado en reiteradas ocasiones su gratitud hacia el austriaco, quien le abrió las puertas de la máxima categoría directamente desde la F3. Sin embargo, no todos los pilotos han tenido el mismo trato. La filosofía de Marko era tan exigente como despiadada: promover jóvenes talentos, sí, pero con una tolerancia cero al error. Muchos prometedores vieron truncada su carrera en Red Bull tras unos pocos Grandes Premios sin brillar.
Un carácter controvertido
El perfil intimidatorio de Marko no era mera apariencia. La cicatriz de su ojo perdido en el Gran Premio de Francia de 1972, cuando una piedra disparada por el monoplaza de Emerson Fittipaldi le impactó directamente, le confería un aire de dureza que reflejaba su forma de gestionar. Era un hombre de otra época, con métodos que muchos consideraban trasnochados y alejados de los cánones actuales.
Sus declaraciones públicas generaban polémica con frecuencia. No dudaba en criticar abiertamente a pilotos, a rivales o incluso a las autoridades del deporte. Esa falta de filtro, que en sus inicios se vendía como autenticidad, se convirtió en un lastre en los últimos años, cuando la F1 exige cada vez más profesionalidad y mesura en los altos cargos.
El programa de jóvenes pilotos
Quizás la contribución más duradera de Marko sea el programa de desarrollo de talentos que creó y dirigió con mano de hierro. Más allá de Verstappen, su visión permitió que nombres como Sebastian Vettel, Daniel Ricciardo o Carlos Sainz llegaran a la F1 con el respaldo de Red Bull. Vettel, en particular, cuajó cuatro títulos mundiales consecutivos entre 2010 y 2013, estableciendo el primer ciclo de dominio de la escudería.
Este sistema de cantera, inspirado en los modelos futbolísticos, se convirtió en la envidia del paddock. Sin embargo, también generó críticas por su approach de "usar y tirar". Pilotos como Pierre Gasly, Alex Albon o Daniil Kvyat fueron promovidos, relegados y despedidos con una frialdad que rayaba la crueldad, alimentando la reputación de Red Bull como una escudería implacable.
Tensiones internas y salida anticipada
El comunicado oficial de Red Bull recoge las palabras de Marko: "Llevo involucrado en las carreras seis décadas. Los más de 20 años vinculado a Red Bull han sido un viaje extraordinario y extremadamente exitoso. Todo lo que hemos construido y logrado juntos me llena de orgullo". El ejecutivo austriaco añade que "quedarnos a las puertas del título de esta temporada me ha afectado profundamente, y me ha dejado claro que este es el momento adecuado de poner fin a este capítulo".
La referencia al subcampeonato de 2024, donde Verstappen vio amenazado su reinado por McLaren, refleja la presión por resultados que ha marcado la cultura de Red Bull. Aunque el comunicado insiste en que la decisión es voluntaria, las fuentes del paddock apuntan a que Mintzlaff ha liderado una purga para consolidar su autoridad tras la era Mateschitz.
Reacciones del paddock
La noticia ha generado reacciones encontradas. Por un lado, figuras como Christian Horner, jefe de equipo, han elogiado públicamente su contribución: "Helmut ha sido fundamental para nuestra identidad y éxito. Su visión para identificar y nutrir talento es insuperable". Por otro, muchos pilotos y directivos respiran aliviados ante la desaparición de una figura tan polarizadora.
El propio Verstappen, en declaraciones recientes, ha mostrado su apoyo incondicional a Marko, lo que alimenta especulaciones sobre su propio futuro en Red Bull. El holandés tiene contrato hasta 2028, pero su lealtad hacia su mentor podría complicar las relaciones con la nueva dirección.
Una era que cierra
Con la marcha de Marko desaparece uno de los últimos mohicanos de una F1 más visceral y menos corporativa. Su legado es indiscutible: transformó a Red Bull de patrocinador bebedizo en campeón mundial, revolucionó la captación de talento joven y estableció un modelo de éxito basado en el riesgo calculado.
Sin embargo, también deja una huella controvertida: su autoritarismo, sus métodos cuestionables y su resistencia a la evolución hacia una gestión más moderna y consensuada. La F1 de 2024 demanda directivos que equilibren competitividad con responsabilidad social, algo que Marko nunca representó.
Red Bull ahora enfrenta el reto de reinventarse sin su gurú. La estructura técnica, liderada por Adrian Newey hasta su reciente salida, y la plantilla de pilotos, con Verstappen como estrella, siguen siendo de primer nivel. Pero el alma estratégica del equipo, la voz que apostó por los talentos más arriesgados, se ha callado.
El paddock del Mundial de Fórmula 1 asiste al fin de una era. Algunos celebran que se vaya uno de los elementos más pintorescos y controvertidos de las últimas dos décadas. Otros, como Verstappen, lamentan la pérdida de una figura que cambió sus vidas para siempre. Lo cierto es que Helmut Marko ha escrito su último capítulo en Red Bull, y lo ha hecho a lo grande: sin concesiones, sin miramientos y manteniendo su esencia hasta el final.