El FC Barcelona consiguió una victoria vital en su camino hacia los octavos de final de la Champions League al imponerse al Eintracht en un encuentro que exigió la mejor versión de los azulgrana. La figura indiscutible del partido fue Jules Koundé, quien con un doblete en apenas tres minutos en la segunda mitad dio la vuelta a un marcador adverso que amenazaba con complicar la clasificación culé.
El conjunto dirigido por Hansi Flick afrontaba este compromiso con la necesidad de sumar los tres puntos para consolidar su posición en el Top 8 de la competición. Desde el inicio, el Barcelona ejerció un dominio territorial evidente, controlando el balón y buscando desgastar a un rival que optó por una estrategia defensiva bien estructurada. Sin embargo, el fútbol moderno castiga con dureza las ocasiones desaprovechadas, y el Eintracht demostró una efectividad quirúrgica en su primera aproximación seria.
El gol visitante, obra de Knauff, pilló desprevenida a una defensa azulgrana que hasta ese momento parecía tener el partido bajo control. La jugada nació de una transición rápida que explotó los espacios dejados atrás, demostrando que incluso los equipos más dominantes pueden verse vulnerables en un instante de descuido. El tanto supuso un jarro de agua fría para la parroquia culé, que veía cómo su equipo, pese al dominio, se marchaba al descanso con desventaja en el marcador.
La segunda mitad comenzó con cambios tácticos introducidos por Flick. El técnico alemán pidió mayor verticalidad y riesgo con el balón, consciente de que el Eintracht mantendría su bloque bajo. Las instrucciones surtieron efecto, pero fue la inspiración individual de Koundé la que desequilibró definitivamente la balanza.
El primer gol del francés llegó en una jugada ensayada. El defensa apareció por sorpresa en el área para rematar de cabeza un centro preciso, aprovechando una de las debilidades que el cuerpo técnico había detectado en el rival. El tanto no solo igualó el encuentro, sino que inyectó moral a un equipo que empezaba a mostrar signos de frustración.
Antes de que el Eintracht pudiera reaccionar, llegó el segundo. En una acción que mezcló potencia y precisión, Koundé volvió a aparecer en zona ofensiva para batir al portero visitante. El golpeo, con efecto, se coló en la escuadra, demostrando una técnica impropia de un central. El defensa reconoció posteriormente que el remate no salió exactamente como pretendía, pero a veces la suerte favorece a los valientes.
Las declaraciones postpartido reflejaron el alivio en el seno azulgrana. Hansi Flick destacó la importancia de los tres puntos y justificó el cambio de Lamine Yamal, quien mostró su decepción al salir del campo: "Tenía amarilla y necesitábamos piernas frescas. Son tres puntos muy importantes. Hemos controlado el partido, ha sido muy difícil. Han defendido muy profundo". El técnico también incidió en la necesidad de seguir sumando: "Nos tenemos que centrar en nosotros y sacar seis puntos más".
Por su parte, Koundé mostró su satisfacción: "Estoy contento por la victoria, son tres puntos muy importantes. Los goles a veces tocan y hoy era mi día. Hemos controlado la primera parte, nos marcan en la única que tienen, nos faltó arriesgar más con balón. Pero en la segunda parte hemos metido esa marcha más y hemos hecho los goles". El francés también reveló que el primer tanto fue fruto del trabajo en el análisis de video: "El primer gol es algo que habíamos trabajado. Era mi trabajo de llegar. Sabía que les gusta poner esta clase de balones".
Pedri, cerebro del centro del campo, analizó la dificultad del encuentro: "Queríamos empezar en el Camp Nou ganando. Nos lo han puesto difícil. En la primera parte han encontrado ese gol, metían a mucha gente atrás. Ajustamos cosas, sobre todo con gente por dentro. Hemos salido mejor y hemos encontrado los goles". El canario también elogió a su compañero: "Koundé trabaja mucho, se lo merece, le va a venir bien, contento por él. Estoy seguro que en el segundo no quería rematar pero se lo preguntaré".
El partido también dejó buenas noticias en forma de Joan García, el portero suplente que tuvo intervenciones decisivas en los momentos de mayor presión alemana. Sus paradas, especialmente una a balón rasante en el tramo final, evitaron que el Eintracht pudiera soñar con el empate.
Tácticamente, el encuentro evidenció los límites del dominio sin profundidad. El Barcelona completó más de 700 pases pero necesitó la inspiración de un defensa para desnivelar. El Eintracht, por su parte, ejecutó a la perfección su plan durante 45 minutos, pero sucumbió ante la intensidad y la calidad individual de los locales.
La victoria deja al Barcelona en una posición privilegiada para asegurar su pase a octavos. Con 12 puntos en juego, los azulgrana dependen de sí mismos. El calendario presenta dos finales que determinarán si el equipo evita la ronda de playoffs. La confianza, no obstante, crece después de superar un examen complicado.
El rendimiento de Koundé abre también un debate interesante sobre su rol ofensivo. Sus condiciones físicas y técnicas permiten a Flick utilizarlo como arma sorpresa en jugadas a balón parado, un recurso que puede resultar decisivo en los partidos más igualados.
El Camp Nou, pese a la tensión, celebró una victoria que sabe a gloria. Los aficionados comprenden que esta Champions League exige sufrimiento, y el equipo demostró carácter para revertir una situación adversa. La remontada, lejos de ser un mero accidente, refleja la madurez de un grupo que no se arruga ante la adversidad.
El camino hacia la gloria europea sigue siendo largo, pero victorias como esta construyen el carácter de los campeones. El Barcelona de Flick avanza con paso firme, consciente de que la combinación de dominio, intensidad y un punto de fortuna puede ser la receta del éxito.