El río Tisza, el mayor afluente del Danubio, ya no es el cauce tranquilo que recordaban las generaciones anteriores. Hoy, bajo el impacto del cambio climático, su cuenca —que atraviesa cinco países— enfrenta inundaciones más frecuentes y sequías más severas. En respuesta, Hungría y Serbia han decidido unir fuerzas en un esfuerzo transfronterizo sin precedentes: el proyecto ADAPTisa. Su objetivo es claro: construir una plataforma digital integrada que permita a expertos, instituciones y responsables de políticas públicas compartir datos, anticipar riesgos y coordinar respuestas en tiempo real.
Este proyecto, coordinado por Slobodan Kolaković, profesor asociado de la Universidad de Novi Sad, no solo busca mejorar la gestión del agua, sino también fomentar la colaboración entre universidades, empresas públicas y organismos de ambos países. "La clave está en la cooperación internacional", afirma Kolaković. "Cuando los datos fluyen entre fronteras, las decisiones son más precisas y las respuestas, más eficaces".
Una de las acciones más visibles del proyecto tuvo lugar el 16 de octubre en Bečej, Serbia. Más de sesenta voluntarios —entre ellos profesores, estudiantes y ciudadanos locales— se reunieron para limpiar las orillas y el cauce del Tisza a lo largo de diez kilómetros. Esta iniciativa no es solo simbólica: la basura que se acumula en el río durante las crecidas puede obstruir el flujo del agua, aumentar el riesgo de inundaciones y contaminar los ecosistemas. "Los desechos llegan desde Ucrania y Hungría hasta Serbia", explica Kolaković. "La limpieza no solo mejora el entorno, sino que también sensibiliza a la población sobre la importancia de cuidar el río".
Paralelamente, un equipo de investigadores toma muestras de agua en distintos puntos del cauce, analizando parámetros como el pH, la presencia de ftalatos y pesticidas. Todo esto se realiza con un mini laboratorio portátil financiado por el proyecto. "Cada muestra, cada análisis, cada kilo de basura recogido se integra en nuestra plataforma digital", explica Maja Petrović, coordinadora de las acciones de limpieza. "Estos datos nos permiten validar los modelos de predicción que estamos desarrollando para anticipar inundaciones y sequías".
Para muchos residentes de la región, como Miljan Jovanović, de Voivodina, el Tisza no es solo un río: es un recordatorio vivo de los desastres pasados. En 2006, una crecida catastrófica arrasó su casa, dejando apenas sesenta centímetros de tejado por encima del agua. "Mirábamos hacia Bečej y parecía el mar", recuerda. "El lecho del río había desaparecido". Hoy, Jovanović participa como voluntario en las acciones de limpieza, convencido de que la prevención y la memoria colectiva son fundamentales para evitar futuras tragedias.
La plataforma que está desarrollando ADAPTisa no será un simple repositorio de datos. Se basará en inteligencia artificial y en modelos hidráulicos avanzados que combinan información histórica con mediciones en tiempo real. El objetivo es predecir con mayor precisión cuándo y dónde podrían ocurrir inundaciones o sequías, permitiendo a las autoridades tomar medidas preventivas. "La plataforma será de acceso público y estará disponible a través del sitio web de la Dirección regional de gestión del agua del Bajo Tisza en Szeged, Hungría", señala Péter Kozák, director de dicha institución.
Kozák subraya que el escenario actual es especialmente preocupante: pocas precipitaciones, temperaturas extremas y una evaporación acelerada están reduciendo drásticamente el caudal del río. "En 2006, el nivel del Tisza superó los diez metros. Hoy, en Szeged, apenas alcanza un metro", dice. "Estos análisis nos ayudarán a entender las causas de estos cambios y a encontrar soluciones económicas y rápidas, como la restauración de zonas húmedas o la creación de nuevas áreas de retención".
El presupuesto total del proyecto ADAPTisa asciende a 1,4 millones de euros, financiado en un 85% por la Política de Cohesión de la Unión Europea y el resto por las instituciones participantes. Esta inversión no solo busca mitigar los efectos del cambio climático, sino también fortalecer la cooperación regional y construir una cultura de prevención compartida.
En un mundo donde los desastres naturales se vuelven más impredecibles, la colaboración entre países vecinos se convierte en una herramienta esencial. El proyecto ADAPTisa demuestra que, cuando se comparten datos, recursos y conocimientos, es posible enfrentar los desafíos climáticos con mayor eficacia. Y aunque el Tisza sigue siendo un río imprevisible, gracias a esta iniciativa, sus orillas ya no están solas frente a la tormenta.