Trump revoca proyectos eólicos marinos de Iberdrola en EE.UU.

La suspensión de cinco parques eólicos en la costa este afecta inversiones por 3.500 millones de dólares

La administración Trump ha dado un golpe de efecto sin precedentes a la industria renovable estadounidense con la revocación inmediata de los permisos de arrendamiento para cinco grandes parques eólicos marinos en el litoral atlántico. La medida, anunciada este lunes por el Departamento del Interior, tiene como principal afectado a Vineyard Wind 1, el ambicioso desarrollo que la española Iberdrola construía en aguas de Massachusetts. Esta decisión, justificada por presuntos riesgos para la seguridad nacional, pone en jaque inversiones superiores a los 3.500 millones de dólares y compromete el suministro eléctrico de millones de hogares.

El comunicado oficial señala que la suspensión afecta todos los proyectos eólicos marinos a gran escala en construcción en Estados Unidos, sin entrar en detalles sobre la naturaleza específica de las amenazas detectadas por el Departamento de Guerra. Esta falta de transparencia ha generado un intenso debate sobre las verdaderas motivaciones que esconden los informes clasificados que fundamentan la medida.

Más allá del proyecto de Iberdrola, la resolución alcanza a Revolution Wind y Sunrise Wind, ambos en Rhode Island; CVOW-Commercial, frente a las costas de Virginia; y Empire Wind 1, en el litoral neoyorquino, este último con participación activa de la ingeniería española Esteyco. En conjunto, estas instalaciones representaban una capacidad de generación combinada de más de 800 megavatios, suficiente para abastecer a más de 2,5 millones de residencias con energía limpia y reducir significativamente las emisiones de carbono.

El desarrollo de Iberdrola, el más avanzado del quinteto, había movilizado aproximadamente 3.500 millones de dólares en financiación comprometida y capital desembolsado. Construido parcialmente, Vineyard Wind 1 simbolizaba el compromiso de la administración anterior con la transición energética y la descarbonización del sector eléctrico norteamericano. Su cancelación abrupta no solo pone en riesgo la rentabilidad de esta inversión, sino que cuestiona la estabilidad regulatoria del mercado energético estadounidense.

Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, el presidente Trump ha mantenido una postura pública contraria a la energía eólica, argumentando que las turbinas deterioran el paisaje y representan una amenaza para la avifauna. Críticos de la decisión sugieren que los supuestos riesgos de seguridad podrían ser un pretexto para dar carpetazo a una tecnología que el mandatario desprecia por motivos estéticos y políticos, más que por fundamentos técnicos o estratégicos sólidos.

La suspensión de los arrendamientos deja en el aire no solo las inversiones ya realizadas, sino también los contratos de suministro a largo plazo que estas instalaciones habían suscrito con utilities y grandes consumidores industriales. Para Iberdrola, esta medida representa un revés significativo en su estrategia de expansión internacional, particularmente en un mercado clave como el estadounidense donde la compañía había apostado fuerte por consolidar su posición líder en renovables.

La empresa española, a través de su filial Avangrid, había posicionado Vineyard Wind 1 como proyecto emblemático que demostraría la viabilidad de la eólica marina a gran escala en aguas estadounidenses. La estabilidad regulatoria es fundamental en inversiones de esta magnitud, y la volatilidad política demostrada pone en entredicho la confianza de los inversores internacionales en el mercado energético norteamericano.

Otros actores afectados incluyen a grandes fondos de inversión institucional, fabricantes de componentes especializados -muchos de ellos europeos- y cadenas de suministro que habían movilizado recursos significativos para atender la demanda de estos proyectos. La decisión podría generar un efecto dominó que disuada a futuros inversores de comprometer capital en infraestructura energética en Estados Unidos.

La resolución marca una ruptura radical con la política energética de la administración Biden, que había impulsado la eólica marina como pilar central de su agenda climática. Los arrendamientos ahora revocados fueron concedidos tras un proceso de licitación competitivo y años de estudios ambientales y técnicos que habían validado su viabilidad.

Expertos del sector advierten que esta medida podría tener consecuencias diplomáticas. Para la Unión Europea, principal socio tecnológico y financiero en estos desarrollos, la decisión representa un serio contratiempo comercial. Bruselas ya ha expresado preocupación por lo que considera una medida proteccionista que afecta directamente a empresas comunitarias establecidas en el mercado estadounidense.

El futuro de la eólica marina en EE.UU. permanece ahora en entredicho, con implicaciones que se extienden más allá de las fronteras estadounidenses hasta las oficinas corporativas de Madrid y Bruselas. Mientras la administración Trump defiende la medida como necesaria para proteger la seguridad nacional, el sector empresarial y analistas cuestionan los fundamentos técnicos de la decisión. La incertidumbre generada podría reconfigurar las estrategias de inversión en energías limpias a nivel global.

Referencias

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