La mañana de este martes ha dejado una profunda huella en el mundo del arte ecuestre y la tauromaquia. Álvaro Domecq Romero, figura emblemática del rejoneo y ganadero de la prestigiosa divisa de Torrestrella, ha fallecido a los 85 años. Su partida no solo representa la pérdida de un gran jinete, sino también la despedida de un visionario que supo fusionar tradición, elegancia y pasión por el caballo andaluz.
Nacido en Jerez de la Frontera el 8 de abril de 1940, Domecq Romero heredó de su padre, Álvaro Domecq Díez, no solo el nombre, sino también el amor por el toreo a caballo y la gestión de ganaderías. Desde muy joven, se sumergió en el mundo del rejoneo, debutando en público el 13 de septiembre de 1959 en la plaza de Ronday. Su carrera, brillante y prolongada, culminó con una despedida memorable el 12 de octubre de 1985 en la plaza de toros de Jerez, donde el público le rindió homenaje como a uno de sus hijos más ilustres.
Pero su legado trasciende el ruedo. Álvaro Domecq fue el fundador de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, una institución que hoy es símbolo de la excelencia ecuestre en España y en el mundo. Su espectáculo 'Cómo bailan los caballos andaluces' no solo cautivó a audiencias nacionales e internacionales, sino que también sirvió como puente cultural para mostrar la belleza, la disciplina y la armonía entre jinete y caballo. Este espectáculo, que aún se representa con gran éxito, es hoy un referente global del arte ecuestre.
Además de su labor como rejoneador, Domecq Romero asumió con orgullo el mando de la ganadería de Torrestrella, ubicada en la finca ‘Los Alburejos’. Allí, mantuvo y potenció el concepto de bravura heredado de su padre, llevando esta divisa gaditana a las ferias más importantes del panorama taurino. Su compromiso con la calidad y la tradición convirtió a Torrestrella en una de las ganaderías más respetadas y admiradas del campo bravo.
Su trayectoria fue reconocida en múltiples ocasiones. En 2024, recibió la Medalla de Andalucía en la categoría de 'Proyección de Andalucía', un reconocimiento que subraya su papel como embajador de la cultura andaluza en el mundo. También fue nombrado Hijo Predilecto de Jerez, recibió la medalla de oro de la Asociación de Escuelas Taurinas de Andalucía, el premio del Clúster turístico, el premio Augusto Ferrer-Dalmau de la Academia de la Diplomacia y el premio Internacional del Caballo.
Tras su retiro, Domecq Romero continuó vinculado a la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, donde fue nombrado Patrono de Honor. Su presencia, su sabiduría y su pasión por el caballo siguieron inspirando a nuevas generaciones de jinetes y amantes del arte ecuestre.
La capilla ardiente se celebrará en su residencia, y el funeral tendrá lugar este miércoles a las once de la mañana en la Catedral de Jerez. El Ayuntamiento de Jerez ha decretado tres días de luto oficial en honor a uno de sus vecinos más laureados, un gesto que refleja el profundo respeto y cariño que la ciudad sentía por él.
Álvaro Domecq Romero no solo fue un rejoneador excepcional, sino también un hombre de visión, que supo transformar su pasión en un legado cultural y artístico. Su trabajo con los caballos andaluces, su compromiso con la tradición y su capacidad para innovar en el arte ecuestre lo convierten en una figura inolvidable. Su nombre quedará grabado en la historia de la tauromaquia y del caballo andaluz, como un símbolo de elegancia, coraje y dedicación.
En un mundo donde lo auténtico y lo tradicional a menudo se ven eclipsados por lo efímero, la figura de Álvaro Domecq Romero nos recuerda la importancia de preservar y honrar nuestras raíces. Su vida fue un ejemplo de cómo el arte, la tradición y la pasión pueden unirse para crear algo verdaderamente eterno. Hoy, mientras el mundo del rejoneo y el arte ecuestre lloran su pérdida, también celebran su legado, que seguirá vivo en cada paso de los caballos andaluces y en cada espectáculo de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre.