Nick Lowe, ese crooner británico con voz de terciopelo y estilo inconfundible, sigue desafiando el paso del tiempo. A sus 75 años, el músico de Walton-on-Thames no solo mantiene su presencia en los escenarios, sino que lo hace con una energía y elegancia que parecen ignorar las décadas. Su reciente gira por España, que lo trae a Madrid, Valencia y Barcelona, es una prueba más de que su pasión por la música no conoce límites.
Cuando conecta por Zoom desde su casa en Londres, Lowe aparece impecable: pelazo blanco peinado con cuidado, chaqueta oscura sobre jersey de cuello vuelto y gafas de pasta negra que lo conectan visualmente con leyendas como Buddy Holly o Roy Orbison. Su inglés, claro y refinado, refleja su educación de clase media —hijo de un piloto de la RAF y una madre ligada al mundo del espectáculo—, pero bajo esa apariencia pulcra late un espíritu bohemio, curioso y profundamente humano.
Su conversación con los periodistas es siempre amable, natural, sin artificios. Nada que ver con la imagen de misántropo que alguna vez se le atribuyó. Lowe es, en esencia, un hombre que disfruta de lo que hace, y eso se nota en cada nota que canta, en cada palabra que pronuncia.
Este año, Lowe regresa a España acompañado por Los Straitjackets, la banda instrumental de surf y garaje de Nashville con la que ha compartido escenario durante la última década. La alianza entre el británico y los estadounidenses es una mezcla perfecta: pop/rock clásico con toques de humor y una profesionalidad que solo se toma en serio cuando es necesario. De hecho, Lowe es el único en el grupo que no sale al escenario con máscara de lucha libre mexicana —una tradición que los Straitjackets han adoptado como parte de su identidad visual.
Su último álbum, 'Indoor Safari', vio la luz más de diez años después de su anterior trabajo. ¿Qué pasó en ese tiempo? Según Lowe, la muerte de dos personas fundamentales en su vida —su batería Bobby Irwin y su coproductor Neil Brockbank— lo dejó sin ganas de seguir. Ambos fallecieron poco después de grabar un disco navideño, y Lowe se retiró emocionalmente. Pero el público, especialmente en Estados Unidos, respondió con entusiasmo, lo que lo animó a volver a los escenarios.
Fue entonces cuando su manager —también el de Los Straitjackets— le propuso una gira conjunta. La química fue inmediata. Los conciertos en la costa Este de EE. UU. funcionaron, luego vinieron los de la costa Oeste, y después Europa. Hoy, esa colaboración sigue siendo una de las más sólidas y divertidas del panorama musical.
Lowe no se considera un músico que se detiene. Aunque reconoce que ve “la bandera de cuadros que dice ‘hasta aquí’”, parar ahora sería, en sus propias palabras, “una locura”. Su carrera, que comenzó en bandas adolescentes en los años 60, ha sido una constante evolución: desde productor de Elvis Costello hasta autor de éxitos como 'Cruel To Be Kind', que lo convirtió en un ícono de la Nueva Ola.
Lo que más sorprende de Lowe es su capacidad para reinventarse sin perder su esencia. No es un músico que se aferra a los éxitos del pasado; al contrario, sigue explorando, creando y disfrutando del proceso. Su voz, aunque envejecida, mantiene esa calidez y precisión que lo hicieron famoso. Y su presencia en el escenario, aunque más contenida, sigue siendo magnética.
En una era donde muchos artistas se retiran o se repiten, Lowe es una excepción. No solo sigue tocando, sino que lo hace con una banda que lo complementa a la perfección, con un repertorio que mezcla clásicos y novedades, y con una actitud que combina profesionalismo y diversión. Su gira por España es una oportunidad única para ver a un músico que, a pesar de los años, sigue siendo tan relevante como siempre.
Para los fans, ver a Nick Lowe en directo es más que un concierto: es una experiencia íntima, casi familiar. Su manera de hablar con el público, su sentido del humor y su capacidad para conectar emocionalmente hacen que cada show sea único. Y aunque no lo diga abiertamente, se nota que disfruta cada minuto en el escenario.
En resumen, Nick Lowe es un ejemplo de cómo el talento, la elegancia y la pasión pueden trascender el tiempo. Su música, su estilo y su actitud siguen siendo una inspiración para generaciones de músicos y oyentes. Y mientras siga viendo esa bandera de cuadros al fondo, seguramente seguirá adelante, porque parar ahora, como él mismo dice, sería una locura.