En una entrevista exclusiva con NBC, Michael Jordan no ha dudado en expresar su desacuerdo con la tendencia actual en la NBA de gestionar la carga de partidos mediante descansos programados. El ídolo de los Chicago Bulls, conocido por su ética de trabajo y su obsesión por la competición, dejó claro que, para él, no existía excusa para perderse un partido. "Sabía que me ibas a preguntar sobre esto", respondió con ironía cuando el presentador Mike Tirico mencionó el término "load management".
La NBA, consciente de que esta práctica estaba afectando la experiencia del espectador y la competitividad de la liga, implementó en septiembre de 2023 una nueva normativa. A partir de la temporada 2023/24, los jugadores que aspiren a premios individuales deben disputar al menos 65 partidos en la fase regular. Esta cifra no es arbitraria: se basa en el historial de los ganadores de premios como MVP o Mejor Defensor, quienes, en su mayoría, superaron esa cantidad de encuentros.
El comisionado Adam Silver también definió qué se entiende por "estrella" en la liga: cualquier jugador que haya formado parte del equipo All-Star o All-NBA en las últimas tres temporadas. Para estos atletas, se establecieron reglas más estrictas: no puede haber más de una estrella descansando en un mismo partido, y deben estar disponibles para partidos televisados a nivel nacional y para el Torneo NBA. Además, si un jugador decide no jugar, debe estar presente en el estadio, visible para los aficionados. Las sanciones por incumplimiento empiezan en 100.000 dólares y aumentan con cada reincidencia. Hasta ahora, los Brooklyn Nets, Atlanta Hawks y Utah Jazz han sido los únicos equipos multados.
Jordan, sin embargo, no se limitó a criticar las reglas. Su postura va más allá: para él, jugar cada partido era una obligación moral hacia los aficionados. "Yo nunca quise perderme un partido, porque era una oportunidad para demostrar mi valía. Sentía que los aficionados estaban ahí, viéndome jugar y quería impresionar hasta al que estaba sentado arriba del todo que probablemente se esforzó muchísimo para conseguir una entrada", afirmó con convicción.
Uno de los ejemplos más emblemáticos que él mismo recordó fue el partido 5 de las Finales de 1997 contra los Utah Jazz. A pesar de estar gravemente enfermo —con fiebre y deshidratación—, Jordan salió a la cancha y anotó 38 puntos, liderando a los Bulls hacia la victoria. Esa noche, conocida como "The Flu Game", se convirtió en leyenda y simboliza el espíritu competitivo que Jordan representa.
Aunque la liga intenta equilibrar la salud de los jugadores con la expectativa del público, Jordan insiste en que el deporte profesional debe estar centrado en el espectáculo y en la entrega. "No se trata solo de ganar, sino de darlo todo cada noche. Los aficionados pagan por ver a sus ídolos, y eso merece respeto", añadió.
La polémica sigue viva. Mientras algunos equipos y jugadores argumentan que el descanso programado es necesario para evitar lesiones y llegar en óptimas condiciones a los playoffs, otros, como Jordan, ven en ello una falta de compromiso con la esencia del deporte. La NBA, por su parte, sigue ajustando sus reglas, pero el debate entre salud, rendimiento y espectáculo parece lejos de cerrarse.
En un mundo donde la prevención y la sostenibilidad física son cada vez más valoradas, la postura de Jordan puede parecer anacrónica. Pero también es un recordatorio de que, en el deporte, hay valores que trascienden las estadísticas: la pasión, la entrega y el respeto al público. Y eso, para muchos, sigue siendo lo que realmente define a un campeón.