Baliza V-16: ¿Obligación o riesgo innecesario?

A partir de 2026, los triángulos de emergencia dejarán de ser válidos. Pero ¿es realmente más seguro sustituirlos por la baliza V-16?

A partir del 1 de enero de 2026, la Dirección General de Tráfico (DGT) dará por finalizada la era de los triángulos de emergencia en las carreteras españolas. En su lugar, se exigirá el uso de la baliza V-16, un dispositivo luminoso conectado que, según las autoridades, mejora la visibilidad y reduce los riesgos para los conductores que se bajan del vehículo. Pero no todos están convencidos. Muchos conductores, como yo, prefieren mantener los triángulos como complemento o incluso como alternativa.

No se trata de una rebeldía ni de un rechazo a la innovación. Es una cuestión de seguridad práctica. La baliza V-16 tiene ventajas indudables: es más visible, no requiere salir del coche para colocarla y puede conectarse a aplicaciones de emergencia. Pero también tiene limitaciones. ¿Qué pasa si la batería se agota? ¿Y si el dispositivo falla en medio de una tormenta o en una zona sin cobertura? Los triángulos, aunque más rudimentarios, son fiables, no necesitan energía y son reconocidos por todos los conductores.

La DGT argumenta que los atropellos relacionados con la colocación de triángulos son un problema grave. Según sus datos, entre 2018 y 2022, 108 personas murieron en accidentes de este tipo en vías de alta capacidad. Aunque es una cifra trágica, representa apenas el 1,25% del total de fallecidos en carretera en ese periodo. ¿Es suficiente para prohibir un elemento que ha salvado vidas durante décadas?

Además, la normativa no permite el uso combinado de ambos sistemas. Eso significa que, si tienes un triángulo en el maletero, no podrás usarlo aunque la baliza V-16 falle. Esa rigidez genera inseguridad. ¿Por qué no permitir que los conductores tengan opciones redundantes para protegerse?

Otro punto clave es el coste. Aunque la baliza V-16 no es prohibitiva (oscila entre 30 y 50 euros), no todos los conductores pueden permitírsela sin esfuerzo. Y no se trata solo de dinero: se trata de la libertad de elección. Si un conductor considera que los triángulos son más seguros en su contexto, ¿por qué no debería poder usarlos?

La tecnología debe servir para mejorar la seguridad, no para imponer soluciones únicas. La baliza V-16 es un paso adelante, pero no es la única solución. En lugar de prohibir los triángulos, la DGT debería fomentar su uso conjunto con la baliza, especialmente en situaciones de emergencia donde la redundancia puede marcar la diferencia.

En resumen, no estoy en contra de la baliza V-16. Al contrario, creo que es una herramienta útil. Pero también creo que los triángulos tienen un valor que no se puede ignorar. La seguridad vial no debe ser una cuestión de obligación, sino de adaptabilidad y sentido común. Por eso, cuando llegue el 2026, seguiré llevando mis triángulos en el coche. No por rebeldía, sino por prudencia.

Referencias