A pocos meses de que la polémica baliza V16 se convierta en un elemento obligatorio para todos los conductores en España, las voces críticas sobre su funcionamiento y fiabilidad no dejan de crecer. El reconocido periodista especializado en motor Juan Francisco Calero ha elevado la voz de alarma durante una intervención en esRadio, donde ha desgranado una serie de deficiencias técnicas y operativas que ponen en entredicho la efectividad de este dispositivo, cuya obligatoriedad entrará en vigor el 1 de enero de 2026.
La normativa, aprobada con la intención de mejorar la seguridad vial, establece que todo vehículo deberá contar con una baliza V16 conectada que permita a los servicios de emergencia localizar con precisión el punto exacto del incidente. Sin embargo, Calero advierte que el mercado y la tecnología no parecen estar preparados para asumir esta responsabilidad con las garantías necesarias.
Uno de los puntos más controvertidos es la imposibilidad de verificar el correcto funcionamiento del dispositivo. A diferencia de otros equipos electrónicos que incorporan sistemas de autodiagnóstico, la baliza V16 no ofrece al usuario ninguna herramienta para confirmar que está emitiendo correctamente la señal de emergencia. 'No sabes si emite señal. No hay forma de verificarlo', ha denunciado Calero.
Esta falta de transparencia genera una incertidumbre lógica. Imaginemos una situación de emergencia real: el conductor activa la baliza, pero desconoce si realmente está enviando la señal. Los minutos pasan, la ayuda no llega, y solo entonces se descubre que el dispositivo nunca funcionó correctamente.
Otro aspecto polémico es el circuito de transmisión de la señal. Contrariamente a lo que muchos piensan, la información no viaja directamente a la Dirección General de Tráfico (DGT). Los datos pasan por los servidores de cada fabricante, creando una cadena de dependencia que Calero considera preocupante. 'Si el servidor cae o el fabricante cierra, la baliza deja de estar conectada', alertó.
Esta estructura centralizada plantea interrogantes sobre la garantía de servicio a largo plazo. ¿Qué ocurre si una empresa deja de operar? ¿Y si sus servidores sufren un ciberataque? La DGT no tendría acceso directo a la información, y el conductor quedaría desprotegido sin saberlo.
El mercado de balizas V16 se ha convertido en un auténtico laberinto para el consumidor. Calero ha denunciado que decenas de modelos, muchos importados, se comercializan como homologados cuando no cumplen los requisitos oficiales. Peor aún: algunos dispositivos que perdieron su homologación continúan en las tiendas, siendo vendidos como válidos.
'Se están vendiendo balizas que ya no están autorizadas y el consumidor no lo sabe', advirtió el periodista. Esta situación crea un riesgo evidente: un conductor puede comprar un dispositivo pensando que cumple la normativa, pero en realidad estar adquiriendo un producto que no está homologado.
Los problemas técnicos no se limitan a la conectividad. Calero también ha cuestionado la eficacia real de las balizas debido a los márgenes de luminosidad permitidos. El rango oscila entre 40 y 700 candelas, una diferencia abismal que significa que dos modelos homologados pueden tener un comportamiento radicalmente distinto.
Una baliza de 40 candelas puede resultar prácticamente invisible en condiciones de plena luz, mientras que otra de 700 candelas podría deslumbrar a otros conductores. Esta falta de estandarización pone en duda la utilidad real del dispositivo como elemento de seguridad homogéneo.
Durante su intervención en el programa Con Ánimo de Lucro de esRadio, Calero mantuvo un intenso debate con Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados. Mientras Arnaldo se mostraba partidario de la implementación, Calero defendía que se está lanzando una campaña sin haber resuelto los fallos estructurales del producto.
El periodista insistió en que el usuario medio no dispone de herramientas para comprobar si su baliza cumple la normativa. Esta falta de empoderamiento del consumidor, combinada con la urgencia de la obligatoriedad, crea un caldo de cultivo perfecto para el descontento.
La situación actual presenta un panorama preocupante. A menos de dos años de la fecha límite, el mercado ofrece productos con garantías dudosas, la tecnología presenta vulnerabilidades y el usuario final se encuentra desamparado ante la imposibilidad de verificar el correcto funcionamiento de un dispositivo que debería salvar vidas.
Calero ha dejado claro que ni la eficacia ni la conectividad de la baliza V16 están garantizadas. La falta de un sistema de verificación, la dependencia de servidores privados y la existencia de modelos caducos son problemas que deberían resolverse antes de imponer su uso obligatorio.
La administración tendrá que tomar medidas urgentes si quiere que esta normativa no se convierta en un nuevo foco de frustración para los conductores españoles. Mientras tanto, los usuarios se enfrentan a la difícil tarea de navegar por un mercado confuso, sin herramientas para asegurarse de que su inversión en seguridad realmente les protegerá cuando más lo necesiten.