La Papanoelada de Vigo reúne a 6.000 moteros en la cita navideña más solidaria de Galicia

El evento motero más longevo de Galicia celebra su XV edición con recogida de alimentos y una cabalgata estática por seguridad vial

La ciudad de Vigo se tiñó de rojo, blanco y motores este sábado con la celebración de la Papanoelada motera, el encuentro navideño sobre dos ruedas más longevo de toda Galicia. Lo que debía celebrarse el pasado día 20 tuvo que aplazarse por el persistente temporal de lluvia que azotaba la ciudad olívica, pero el anticiclón finalmente dio una tregua que permitió a miles de moteros disfrutar de un cielo azul, aunque con las típicas bajas temperaturas propias del mes de diciembre.

La cita, que alcanza su decimoquinta edición, ha consolidado su posición como una de las citas navideñas de referencia no solo para el colectivo motorista, sino para toda la ciudadanía viguesa. La salida oficial estaba programada para las 16:00 horas desde el barrio de Navia, pero desde las 11:00 de la mañana ya se respiraba un ambiente festivo en el punto de encuentro.

El carácter solidario del evento es, sin duda, su seña de identidad más destacada. La organización, liderada por Motoclub Galicia, estableció desde primera hora un punto de recogida de alimentos no perecederos que serían donados al Banco de Alimentos de la ciudad. Cada participante aportaba su granito de arena con al menos un kilo de comida, demostrando que el espíritu navideño va más allá de las luces y los adornos.

Para amenizar la espera hasta la salida de la marcha, el evento contó con varias food trucks que ofrecieron sustento a los asistentes, además de un escenario donde una banda en vivo animó las primeras horas del encuentro con música en directo. Esta combinación de gastronomía, música y solidaridad creó un ambiente familiar y festivo que atrajo a personas de todas las edades.

Una de las novedades más significativas de los últimos años, y que se mantuvo en esta edición, fue la prohibición de lanzar caramelos o peluches desde las motos durante el recorrido. Esta medida, adoptada por cuestiones de seguridad vial para proteger tanto a los conductores como a los peatones, no restó un ápice de magia al evento. Como alternativa, los organizadores prepararon una pequeña cabalgata estática antes de la marcha, donde los más pequeños pudieron disfrutar de los personajes navideños de forma segura.

Marcos Portela, representante de Motoclub Galicia y uno de los artífices de esta cita, estimó que la participación rondó los 6.000 vehículos, una cifra ligeramente superior a ediciones anteriores. Aunque reconoció que la prohibición de arrojar dulces podría haber influido en una ligera merma de asistencia, el espíritu del evento permaneció intacto. «Al principio solo participaban Harley Davidson, pero fue creciendo hasta lo que es hoy. Todo el mundo está invitado a venir, siempre que traigan algo de comida, que encaje con su intencionalidad solidaria», explicó Portela.

El representante del motoclub reflexionó sobre los valores intrínsecos del colectivo motorista: «Tenemos esos valores, creo que somos gente cívica. Los moteros somos una comunidad muy unida, y por eso siempre solemos celebrar eventos ligados a la caridad y a la ayuda mutua».

Entre la multitud de papanoeles motorizados se encontraban historias personales muy diversas. Adrián y Lisa acudían por primera vez a la cita, tras haber obtenido recientemente el carné A2. «Llevo conduciendo desde los 16 años, pero ahora tengo el permiso A2. Hacer este recorrido en pareja lo hace más especial», confesaba Adrián, visiblemente emocionado con su debut en esta tradición viguesa.

Por su parte, Belén y Diana, madre e hija, representaban la continuidad generacional. Asisten cada año porque el padre de Diana fue uno de los fundadores del evento a través de su empresa Motomanía. Su conexión emocional con la Papanoelada va más allá de la simple participación; es un legado familiar que mantienen con orgullo.

También encontramos a familias enteramente motorizadas como la de Susana, Pedro, Nuria y Antón, asiduos desde hace años. «Somos moteros de toda la vida y este es un evento muy bonito al que merece la pena venir para vivirlo», compartían. Valoraron especialmente la cabalgata estática para los niños, una iniciativa que permite a los más pequeños ser partícipes de la fiesta de forma segura mediante una serie de pequeños carros enlazados.

La evolución de la Papanoelada viguesa refleja el cambio en el propio colectivo motorista. De ser un evento exclusivo para una marca concreta, se ha transformado en una cita inclusiva donde lo importante no es el modelo de moto, sino la ilusión compartida y el compromiso social. Esta apertura ha contribuido a su crecimiento sostenido año tras año.

El impacto social del evento trasciende la mera recogida de alimentos. Crea tejido comunitario, fortalece los lazos entre vecinos y posiciona a Vigo como una ciudad con un tejido asociativo activo y comprometido. La presencia de 6.000 motos no es solo un espectáculo visual impresionante, sino una demostración de poder organizativo y de la capacidad de movilización de un colectivo que sabe conjugar pasión y responsabilidad social.

A medida que la tarde avanzaba y las motos comenzaban a rugir en la salida desde Navia, la ciudad se preparaba para recibir una marea de papanoeles que recorrerían sus principales avenidas. El sonido de los motores se mezclaba con las carcajadas de los niños y la música navideña, creando un ambiente único e irrepetible.

La Papanoelada de Vigo demuestra que las tradiciones pueden evolucionar sin perder su esencia. La adaptación a las normativas de seguridad, lejos de restar atractivo, ha generado nuevas formas de disfrute y participación. La cabalgata estática, por ejemplo, se ha convertido en un momento esperado por las familias con niños pequeños.

El éxito de esta edición confirma que el motorista medio es mucho más que un simple aficionado a las dos ruedas. Es un ciudadano comprometido, consciente de su impacto en la sociedad y dispuesto a contribuir al bien común. La combinación de pasión motorista, espíritu navideño y compromiso solidario crea un cóctel perfecto que asegura la perpetuidad de este evento.

Aunque la lluvia intentó truncar la cita, la comunidad motera demostró su resiliencia y capacidad de adaptación. El aplazamiento no desinfló las expectativas; al contrario, pareció aumentar las ganas de participar. El resultado fue una jornada que superó las previsiones iniciales y consolidó la Papanoelada viguesa como un referente dentro del calendario navideño gallego.

Cuando el sol comenzó a ocultarse tras el horizonte atlántico, miles de papanoeles motorizados habían dejado su huella en Vigo. No solo a través de la generosa donación de alimentos, sino también con la imagen de un colectivo unido, generoso y profundamente arraigado a su tierra. La próxima edición ya espera, con la certeza de que la tradición no solo se mantendrá, sino que seguirá creciendo.

Referencias

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